“Ya somos 64 personas trabajando”, dijo Manuel Alcaide el día que firmé contrato en esta casa que en aquel momento era una asociación y no una fundación.  ABS, Asociación para el Bienestar y la Salud, si no recuerdo mal. Ahora debemos ser unos 1.400 trabajadores/as.

Era a finales del siglo pasado y ya había empezado a colaborar como voluntaria en la primera comunidad terapéutica de la casa: “Can Solá de la Vall”. Varias profesionales hicieron posible aquella primera idea que ha ido evolucionando hasta llegar a ser las comunidades terapéuticas de hoy. Maite Tudela, Constanza Alarcón, Paco González y otras profesionales fueron artífices de la construcción de ese sueño.

El azar me llevó allí. Xavier Ferrer pensó que podría hacer una buena colaboración en ese momento en “Can Solá” y Maite me recibió con los brazos abiertos. Siempre he pensado que, si hubiera llamado un día diferente a Xavier, mi historia habría sido otra.

Toda una vida y más de 800.000 kilómetros recorridos en un Corsa, un Golf y una Touran me han llevado año tras año de “Can Solá”, al Centro de Día, de allí a la comunidad terapéutica “Can Coll” y finalmente, a la de “Riera Major”, dirigidas y gestionadas ambas comunidades por la Fundación Salud y Comunidad (FSC).

Diferentes han sido los roles desempeñados, voluntaria terapeuta en “Can Solá”, educadora en el Centro de Día, terapeuta y subdirectora en “Can Coll”, para estar finalmente dirigiendo la comunidad terapéutica “Riera Major”.

He celebrado el décimo aniversario de “Can Solá” (ya en “Can Coll”), los 20 años de “Can Coll” y 10 años de funcionamiento en “Riera Major” en la primavera de 2017.

Cuando llegué a “Riera Major”, hace ya 11 años, ingresó el usuario número 134 (una persona entrañable que aún nos visita actualmente y que colabora en diferentes momentos en la comunidad). La semana pasada ingresó la persona número 1.000, un número redondo al que van a seguir muchos otros usuarios/as.

En los inicios, cuando Jordi Morillo me dijo que tardaría unos tres años en adaptarme a la nueva posición (¡uf!, ¡qué largo me pareció!), tuve una aliada inmejorable: Alicia Clotet, que me ayudó a sobrellevar esa nueva responsabilidad.

Ahora dejo un equipo ESTUPENDO, así, con mayúsculas, en manos de una directora, Marta Llorca, que va a continuar ese legado desde el cual ayudar a tantas y tantas personas que aterrizan allí.

Imposible recordar la cantidad de vivencias que se me agolpan en la cabeza en tantos años vividos.

Seguramente, lo que más me llega y me emociona es lo valorada que me he sentido durante todo este tiempo en “Funda” (como lo llamamos coloquialmente), tanto por las compañeras, como por las personas usuarias, como por las personas que me han dirigido. Mi total agradecimiento. Hoy soy yo quien también les da las gracias a todas ellas y a tantas y tantas personas que me han acompañado en este camino y que no cabrían en este agradecimiento.

Ha sido toda una responsabilidad que creo que he sabido llevar con más aciertos que errores, de la que me siento satisfecha y de la que he sabido disfrutar y en ocasiones también sufrir.

Ahora me jubilo.

Me espera una nueva etapa en la vida, necesitaré un tiempo de adaptación, como con todo. Estoy segura de que también sabré disfrutarla.
¡Hasta pronto!
Nieves Fernández