Mª Carmen Botas Romero es voluntaria desde el pasado mes de enero del Centro Municipal de Acogida e Inserción de personas sin Hogar, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Alicante, si bien es voluntaria de manera vocacional desde los 15 años, habiendo colaborado en diferentes entidades, tanto en su país de origen (Argentina), como en España desde que llegó. Además del servicio que presta como peluquera en el centro, aporta su sensibilidad especial en la escucha activa de los/as participantes, así como su granito de arena en que mejoren su imagen personal.

– ¿En qué consiste tu tarea como voluntaria y cuánto tiempo llevas realizando esta labor?

Mi compromiso de voluntariado pasa por dar servicio de peluquería quincenalmente, tanto a los/as participantes que residen en el centro de acogida en algún programa de corta o larga estancia, como a los/as participantes de servicios externos.

Con ello, trato de que mejoren su imagen personal, y también en el caso de aquellos que están en búsqueda activa de empleo y tienen que acudir a una entrevista, o simplemente tienen que hacerse una foto para elaborar su currículum vitae desde el servicio que se ofrece en el área de orientación laboral del centro.

– ¿Por qué decidiste colaborar como voluntaria en este servicio?

Siempre he realizado acciones de voluntariado tanto en mi país, como desde que llegué a España en diferentes entidades, labor que compagino con mi trabajo. Mi familia me inculcó este tipo de acciones/valores de voluntariado desde mi infancia, como estilo de vida altruista.

– ¿Te interesan especialmente este tipo de programas?, ¿por qué?

La experiencia que aporta el voluntariado en entidades es el crecimiento y aprendizaje constante que recibimos de quienes ayudamos. Es un enriquecimiento personal que va más allá de lo puramente económico.

– ¿Qué te aporta esta experiencia de voluntariado?

Pues, además de la satisfacción de ver a las personas sonreír al verse más guapos/as, creo que es un granito más que aporta la posibilidad de poder encontrar un trabajo, dando una imagen de cuidado.

Por otra parte, es un momento en el que los/as participantes se relajan, interactúan conmigo y se sinceran o me cuentan cómo se sienten en el momento vital en el que se encuentran, así como sus inquietudes o proyectos de futuro. En este sentido, aporto el saber escuchar prestando un servicio desinteresado con el objetivo de que se sientan mejor.

– ¿Y qué beneficios consideras que aporta tu tarea de voluntariado a los usuarios/as del servicio?

Hay muchos momentos, pero lo mejor es la felicidad que desprenden cuando les digo: “ya está”, y les quito la capa y, con una sonrisa, me dan gracias con un gran sentido de agradecimiento. Algunos te quieren ofrecer algo a cambio, y otros simplemente te regalan un “¡Que Dios la bendiga!”. Y esa es la contraprestación del voluntariado… No tiene precio, pero te llena el alma.

– ¿Cómo es la relación con el equipo profesional del servicio, a la hora de facilitarte esta tarea de voluntariado?

El personal del centro tiene la amabilidad y el sentido de servicio a flor de piel. Son educados/as y delicados/as. Valores importantes para el colectivo con el que trabajan.

– ¿Qué le dirías a las personas que se están planteando ser voluntarias de la Fundación Salud y Comunidad?

A las personas que se plantean hacer voluntariado, les diría que es un compromiso que se asume con respeto, que es un trabajo como cualquier otro en el que aportas tu saber, solo que no se paga económicamente, sino con algo mucho mejor, como es contribuir en la medida que puedes a que otras personas se sientan mejor, además de darles cierto apoyo en el momento vital por el que estén pasando.

Sin duda, se trata de un aprendizaje diario; de un beneficio recíproco…