A medida que las personas consumen más, se producen alteraciones en sus actividades y hábitos en la vida diaria, de su rol y desempeño ocupacional, que afectan, en definitiva, a su calidad de vida. Los servicios y programas de rehabilitación han de atender las problemáticas debidas al propio consumo y el consiguiente deterioro físico, cognitivo y mental, así como a las consecuencias sociales y laborales que el consumo genera en ellos. Es necesario investigar e innovar para lograr que la rehabilitación sea un éxito y que estas personas se integren plenamente en la sociedad.

Por ello, gracias a Isabel Rubió, en un primer momento estudiante de prácticas del Máster de Drogodependencias de la Universitat de Barcelona (UB) y actualmente voluntaria del Centro de Día de Reinserción “La Crisàlide”, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), este estudio propone considerar la terapia ocupacional como una intervención complementaria que puede ser clave en la mejora del deterioro de la salud física, emocional y cognitiva afectadas por el consumo. Este deterioro puede influir negativamente en la recuperación de la persona que puede haber perdido su proyecto de vida, sentirse rechazada por la sociedad, con dificultades personales que pueden dificultar mucho su reinserción sociolaboral, así como el estigma generado por su condición de adicta.

Se ha escogido para el estudio al Centro de Día “La Crisàlide” de FSC, por reunir una serie de factores interesantes como son los años de experiencia del centro, el equipo profesional que lo gestiona con muy buena formación, una larga trayectoria profesional y muy complementarias, además del tipo de terapia ocupacional que se lleva a cabo. Las tareas del centro se orientan en trabajar sobre todo a través del hemisferio cerebral derecho, dado que está relacionado con las emociones y la impulsividad, pero también con la creatividad, temas que se trabajan mucho en el centro. El espacio inclusivo y cálido y la tranquilidad del espacio contribuyen a que la terapia ocupacional se despliegue con mayor esplendor.

Las intervenciones de terapia ocupacional están enfocadas a generar nuevos roles, desempeños y hábitos en los usuarios/as, que promueven la rehabilitación de déficits cognitivos relacionados con funciones ejecutivas (memoria, atención y razonamiento complejo), función motora (coordinación viso-motriz), función sensitiva (visión, tacto y percepción) y relaciones interpersonales (habilidades sociales). A través de una ocupación, se busca la mejora de la motivación intrínseca, el autocontrol de las emociones, así como de gestión del estrés y del afecto, a través de la confianza y seguridad que ofrece el centro.

Se adquieren habilidades sociales apropiadas, ya que el entorno grupal de la terapia ocupacional facilita oportunidades para expresar y compartir emociones y conductas, ayudados por el modelaje que pueda hacer la figura del equipo profesional. Todo ello tiene por objetivo que logren una mayor percepción de calidad de vida y la reducción del riesgo de recaída, a la vez que se reconstruye el vínculo con la sociedad y la funcionalidad de la persona.  El aumento de confianza de los usuarios/as en sí mismos les ayuda a llevar a cabo cambios positivos en la situación que viven. Todo ello forma parte del proceso de cambio, mejorando la salud y bienestar personal.

Para ver la evolución de las personas usuarias, se ha procedido a una evaluación al inicio de su tratamiento en el centro, y un retest después de mínimo 5 meses de permanencia en el mismo. Esta evaluación se lleva a cabo tras la realización del “Inventario de Síntomas prefrontales (ISP)”, la “Escala de Habilidades Sociales de Goldstein” y el “Test de Autoestima de Rosenberg”. Con ello, se evalúan una serie de elementos importantes en la rehabilitación, como es la mejora de las funciones ejecutivas, por su implicación en las emociones y los procesos cognitivos y sociales, así como la mejora de competencias emocionales y de la autoestima. También, el desarrollo de competencias sociales y su impacto en las relaciones y habilidades sociales.

Finalmente señalar que, de acuerdo con los resultados, se han observado mejoras. En todas las personas usuarias ha habido una mejora en el área de las funciones ejecutivas, especialmente en el control de las emociones en ellas y en el control comportamental en ellos.

En cuanto al área de las habilidades sociales, en ellos ha habido una mejora de planificación, y en ellas de gestión del estrés y de manejo de las emociones. Estos datos preliminares animan a seguir evaluando si esta tendencia se mantiene en otros usuarios/as para recomendar la terapia ocupacional, dada su utilidad en la rehabilitación de personas con problemas de consumo de drogas psicoactivas.