Isabel Benito es trabajadora social en los Pisos de Violencia Machista y Adicciones (VMAD) de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Barcelona. Inició su andadura profesional en nuestra entidad en el Espai Ariadna en 2013, acompañando a supervivientes de violencias de género y adicciones. Reconoce que la figura de trabajo social es imprescindible en un recurso como los Pisos VMAD por diferentes motivos que explica en la entrevista. También, que uno de los aspectos que más le interesan de su trabajo en este servicio es poder contribuir a generar un espacio seguro y de apoyo, en el que las personas a las que acompaña el equipo profesional puedan empezar a pensarse desde otro lugar, contando para ello con la complicidad y el soporte de la Administración.

– ¿Qué funciones realizas como trabajadora social en los Pisos de Violencia Machista y Adicciones?

Algunas de las funciones que se realizan desde el trabajo social son las entrevistas de valoración de ingreso al servicio, prospección, elaboración y mantenimiento del mapa de recursos, coordinaciones con los diferentes servicios de la red de adicciones, violencia, servicios sociales, etc. También, funciones de información, orientación y/o tramitación de recursos y prestaciones, así como derivaciones a otros servicios y recursos.

Por otra parte, se lleva a cabo la coordinación del alumnado de prácticas y voluntariado, así como la recogida y tratamiento de datos para la elaboración de documentos relacionados con el servicio.

En lo que respecta a la intervención directa con las personas residentes en estos pisos, además de la exploración inicial, se realiza un acompañamiento integral durante todo el proceso de recuperación, siendo la trabajadora social la persona referente de algunas de ellas, a lo largo de su proceso terapéutico. Al tratarse de un recurso residencial, la intervención y acción educativa en la cotidianidad también está muy presente en el día a día.

– ¿Qué es lo que más te gusta de su trabajo?

Una de las cuestiones que más me interesan actualmente de mi trabajo en los Pisos VMAD es la idea de poder contribuir a generar un espacio seguro y de apoyo, donde las personas a las que acompañamos puedan empezar a pensarse desde otro lugar, recuperando su capacidad de decisión para trazar caminos.

– Sin duda, se trata de una labor necesaria y fundamental en los servicios que atendéis a mujeres que sufren violencia y presentan algún tipo de adicción…

Sí, la figura de trabajo social es imprescindible en un recurso como los Pisos VMAD por varios motivos. Al realizar entrevistas de valoración de ingreso, es importante de entrada, poder contar con una profesional que tenga la perspectiva de género incorporada, así como conocimientos en adicciones, para poder valorar si se cumplen criterios de acceso y no revictimizar a las potenciales beneficiarias del proyecto.

Por otro lado, la figura de trabajo social conecta al recurso y a las personas residentes con el resto de servicios y dispositivos de la red comunitaria, ejerciendo un papel crucial que contribuye a la recuperación, así como al trabajo en red.

Asimismo, la posibilidad de hacer un acompañamiento intensivo de cada caso favorece la detección de necesidades, dando una respuesta ágil a las mismas, a la vez que permite realizar un diagnóstico social desde la visión del binomio adicciones-violencia de género.

– Te referías anteriormente al trabajo en red. Nos gustaría que nos hablaras más sobre ello.

Es totalmente imprescindible trabajar en red y establecer sinergias con el resto de recursos y profesionales que intervienen en cada caso. El trabajo en red articula y fortalece los vínculos de los diferentes tipos de relaciones, entre dispositivos e instituciones y respecto a las personas que acompañamos, facilitando los procesos individuales y colectivos, y evitando, por ejemplo, la duplicidad de intervenciones que puedan conllevar, como he mencionado anteriormente, a la revictimización.

Es absolutamente necesario poder encuadrar las intervenciones que nos permitan lograr objetivos compartidos. Además, el trabajo en red proporciona sensación de seguridad para la persona en recuperación, que percibe que todas las personas que la acompañan reman, junto a ella, en la misma dirección.

– Sin embargo, da la impresión de que el trabajo social a veces queda invisibilizado o se le da menor importancia…

Así es. Considero que la figura de trabajo social queda muchas veces invisibilizada por su idiosincrasia, así como por su concepción en el imaginario colectivo de meras tramitadoras de prestaciones y recursos, cuestión que no puede estar más lejos de la realidad.

Respecto a la particularidad de los Pisos VMAD, en el último año, se le ha restado peso a esta figura desde las Administraciones Públicas, entendiendo que las personas acogidas en el recurso, al ser derivadas desde otros dispositivos, ya tenían asignada una figura de trabajo social que pudiera dar respuesta a las necesidades sociales. Esta valoración errónea entorpece el acompañamiento que se realiza desde estos pisos, que va mucho más allá de la cobertura de necesidades sociales, y que requiere, además, de una especialización tanto en violencias de género como en adiciones.

– En este sentido, ¿cómo crees que podría mejorarse vuestra intervención desde el trabajo social con las mujeres usuarias de este servicio?

Para poder desarrollar un trabajo óptimo con las personas residentes de los Pisos VMAD necesitamos contar con la complicidad y el soporte de la Administración, dotando de recursos humanos, sobre todo, a los servicios que trabajamos con realidades tan complejas que afectan a las mujeres y personas no binarias que deciden iniciar un proceso terapéutico.

Para poder proporcionar una intervención de calidad que facilite la recuperación, necesitamos, a la vez, tiempo para procurarla, cuestión que solo puede hacerse posible si contamos con figuras suficientes para facilitar un acompañamiento desde la atención centrada en la persona.

No podemos olvidar que los Pisos VMAD no solo es un servicio de acogida residencial para supervivientes de violencias, sino que, además, es un recurso de tratamiento del abuso problemático de sustancias y/o adicciones, donde se suman experiencias de salud mental, procesos migratorios complejos, personas sin documentación regulada, entre otras realidades que se interrelacionan, creando escenarios de injusticia, discriminación social y vulneración de derechos.

Esto requiere de un acompañamiento profesional altamente específico, que solo puede llevarse a cabo en condiciones dignas para las personas residentes, si desde el servicio se cuenta con los recursos humanos ajustados a estas necesidades.