Laura Termens es criminóloga, graduada en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y voluntaria desde hace cinco años del proyecto CERCLES, programa dirigido y gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), impulsado en colaboración con el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña. Este programa tiene como objetivo proporcionar apoyo y supervisión para la integración social y para prevenir la reincidencia de personas que han cometido un delito sexual, en régimen abierto y en libertad condicional. En esta entrevista, la conoceremos mejor y el voluntariado que realiza.

Laura, háblanos un poco sobre ti. ¿Cuál es tu perfil académico?

Realicé el Máster de Perfilación y Análisis de la Conducta Criminal en la Universidad de Barcelona, gracias al cual llevé a cabo unas prácticas en el Ministerio del Interior y participé en una investigación nacional para detectar factores de riesgo en casos de violencia de género. Actualmente, estoy cursando el Máster de Mediación Profesional en la UPF Barcelona School of Management, si bien continúo como voluntaria en el proyecto CERCLES, gestionado por FSC.

Y ya son cinco los años que llevas como voluntaria…

Sí, así es. Realicé la formación específica en septiembre de 2015 y fue en el año 2016 cuando participé en mi primer Círculo.

– ¿Qué es lo que te hizo decantarte por este proyecto para realizar voluntariado?

Conocí este proyecto a través de una compañera de la carrera y decidí ir a la sesión informativa. Fueron varias las razones por las que me decanté por este voluntariado. Tras haber estudiado criminología, comprendí mejor la importancia de la reinserción social y, desde entonces, siempre he pensado que el acompañamiento después de pasar por prisión es necesario.

Cuando la persona sale de prisión, con los efectos de prisionización que los años de condena suponen, y se encuentra en la misma situación (familiar, social y laboral, entre otras) que cuando entró, existe la posibilidad de que vuelva a sus anteriores hábitos y su reinserción sea más complicada. Por ello, me resulta tan interesante, a la par que necesaria, la labor que desempeñan tanto voluntarios/as como coordinadores/as, en el marco de este proyecto.

Es una forma de complementar la ayuda que han recibido en los distintos tratamientos de prisión y que, posiblemente, desconocerían si no se les presentara el proyecto en el centro penitenciario y la oportunidad de participar en él de forma voluntaria.

Además, la forma en la que se estructura el proyecto, en forma de Círculo, con la persona en el centro y los voluntarios/as, los coordinadores/as y los profesionales de prisión a su alrededor, favorece el acercamiento, la intercomunicación y la posibilidad de desarrollar un vínculo de confianza.

Es una estructura distinta y que permite que la persona, como miembro central, disponga de la ayuda y las diferentes perspectivas de personas voluntarias, cuyo único interés es ayudarle y mejorar, en la medida de lo posible, su situación una vez finalice la condena. Este proyecto te acerca a una realidad a menudo desconocida y sesgada por la información que nos aportan los medios de comunicación, por lo que es muy interesante conocer la realidad desde dentro.

– ¿Qué tareas realizas en el contexto de tu actividad como voluntaria?

Las tareas dependen un poco de cómo sea el miembro central y de las necesidades que tenga. Realizamos reuniones, con los voluntarios/as y la coordinadora, y llevamos a cabo llamadas para saber cómo está el miembro central.

Asimismo, hacemos salidas, visitando museos y parques, tomando algo en algún sitio, acompañándole en alguna gestión relativa a la residencia o a la prestación por desempleo, entre otras. Después de cada encuentro, uno de nosotros/as realiza un acta para que todos/as podamos estar informados de todo.

Este año, por ejemplo, hemos tenido que adaptarnos y realizar, tanto salidas como reuniones, por videoconferencia.

– ¿Qué tareas te gustan más?, ¿por qué?

Tanto en las reuniones como en las llamadas telefónicas o las salidas, vamos generando confianza, que considero que es lo más importante. Por ello, me gustan todas aquellas tareas que considero pueden ser beneficiosas para ellos.

He llegado a ayudarles en el curriculum vitae, a buscar actividades al aire libre donde puedan socializar y conocer a nuevas amistades; a ser sincera y crítica con algunas de sus conductas; a enviarles algún correo electrónico con el cuestionario de Proust para que puedan hacer introspección y sepan explicar y reconocer cómo se sienten; a animarles para que propongan salidas con los voluntarios/as; a “ponerles como deberes” que establezcan una organización de su tiempo, entre otros.

– ¿Cuánto tiempo le sueles dedicar a este voluntariado?

Al principio del Círculo, realizamos reuniones una vez por semana. Posteriormente, empezamos a compaginar una semana de salidas con otra de reunión conjunta.

Ahora mismo, en el Círculo en el que estoy participando, estamos llevando a cabo una salida y una reunión al mes. Igualmente, estoy pendiente de los correos electrónicos que nos envía cada semana el miembro central, le llamo si no puedo asistir a la reunión para saber cómo está y cómo ha ido la semana o si ha sucedido algo que le afecta. Entonces, nos organizamos para llamarle varios días de la semana y demostrarle nuestro apoyo.

– ¿Qué beneficios consideras que aporta este voluntariado que realizas en las personas en régimen abierto y en libertad condicional?

Entre los principales beneficios está el poder interactuar con gente “de la calle” que, voluntariamente, ofrece ayuda al miembro central y una visión heterogénea de la sociedad. Es decir, los voluntarios/as que se escogen para cada Círculo somos muy diferentes, tanto en nuestra forma de hacer como en nuestro modo de pensar, y creo que esto es muy enriquecedor y aporta distintas visiones a las diversas situaciones que pueden ir surgiendo.

Otros beneficios serían el poder ayudarle a generar confianza en personas desconocidas, el animarle a aceptar su situación y ser capaz de explicarla si es necesario, el reconocer su delito y la gravedad de este, pero no dejarse llevar por una etiqueta y ayudarle a rehacer, en cierta medida, su vida tras la condena.

– ¿Qué aprendizaje o aprendizajes más destacados te ha aportado hasta el momento este voluntariado?

Sobre todo, los miembros centrales con los que he podido trabajar en los distintos Círculos en los que he participado, han valorado mucho nuestra ayuda y voluntariedad.

Igualmente, he aprendido que, aunque tengas mucha disposición a ayudar, a veces el proceso no avanza como tu esperarías o, incluso, se estanca, si bien siempre puedes contar con los coordinadores/as y los voluntarios/as, compartir tu desmotivación y, poco a poco, volver a recuperarla.

– ¿Qué les dirías a las personas que estén planteándose hacerse voluntarias de este proyecto?

Les diría que se trata de un proyecto distinto al resto y que te acerca a una situación que, normalmente, vivimos de lejos y que te aporta otra perspectiva. Es muy enriquecedor y te permite conocer a la persona detrás el delito y ayudarla a reinsertarse. Pocas veces se brinda esta oportunidad y considero que hay que aprovecharla.

– ¿Podrías definir en pocas palabras cómo te hace sentir este voluntariado?

Actualmente, me encuentro trabajando en un ámbito que no tiene relación con mis estudios. Por ello, el voluntariado en CERCLES hace que me sienta realizada. El hecho de poder ayudar a alguna persona me motiva a intentar dar lo mejor de mí y a adaptarme a cada caso.

– ¿Quieres destacar algo más de tu labor como voluntaria?

Solo quería agradecer la oportunidad de participar en esta entrevista. Creo que visibilizar este proyecto es importante para garantizar la reinserción social y la prevención de delitos.


Esta iniciativa es posible gracias al Programa de Promoción, Selección y Capacitación del Voluntariado de FSC subvencionado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, con cargo a la asignación tributaria de 0,7 del IRPF.