Cuando se declaró el estado de alarma y oímos la palabra “confinamiento”, surgieron en el equipo profesional dudas, miedos… No sabíamos cómo iban a reaccionar los niños/as y adolescentes acogidos en este servicio de la Generalitat Valenciana, dirigido y gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Sobre todo, en esos primeros momentos de incertidumbre, desconocíamos cómo íbamos a organizar nuestro día a día. De pronto, todo había cambiado. Pero conforme fueron pasando los días y las semanas, esos miedos se fueron atenuando, dando paso a un día a día diferente, que se iba sobrellevando de la mejor manera.

“Y así fueron pasando los meses… Ahora, ante las nuevas circunstancias, pasado el estado de alarma, poco a poco estamos tratando de volver a la normalidad… Por fin, los/as menores pueden salir fuera del centro con mayor libertad horaria, disfrutar también de nuevo de la playa y, sobre todo, de las visitas y salidas con sus familiares”, señala Sonia Felipe, coordinadora de este servicio, situado en la provincia de Alicante.

“Esta experiencia nos ha enseñado valores que, en ocasiones, caen en el olvido, como compartir, ayudar, así como la importancia de la cohesión en la convivencia. Valores que, de ahora en adelante, tendremos muy presentes, tanto el equipo profesional del servicio, como nuestros valientes residentes”, afirma.

Pero no ha sido fácil llegar hasta aquí, ante el temor de posible contagio por el COVID-19. Por ello, según explica Sonia Felipe, la primera prioridad del servicio fue proteger a los/as menores y al equipo profesional, a través del establecimiento de todas las medidas de seguridad indicadas desde la entidad, que, cabe destacar, los/as menores cumplieron, y siguen cumpliendo, de forma muy responsable.

“A nivel de higiene personal, así fue desde el primer instante, a través del lavado de manos frecuente, manteniendo la distancia de seguridad entre ellos/as y con sus educadores/as, ordenando y limpiando frecuentemente sus habitaciones, mediante la toma frecuente de temperatura, etc.”, explica Sonia Felipe.

Igualmente, “con la orientación y protocolos remitidos por nuestros/as responsables, pudimos establecer medidas de control, como reorganizar los turnos, en los que siempre trabajaran las mismas personas juntas o hacer jornadas intensivas para minimizar los viajes al servicio. Fueron muy valiosos sobre todo los protocolos frente al coronavirus, facilitados por el Departamento de Prevención de FSC, ya que nos brindaron las herramientas para protegernos y saber cómo actuar en caso de posible contagio”, mantiene la coordinadora del Centro de Acogida de Menores “El Verdader”.

Por otra parte, otro de los grandes retos del servicio fue cómo organizarse para seguir con el curso académico de los/as menores, “tarea nada sencilla de organizar con tantos niños/as con sus profesores de forma concurrente; con metodologías de trabajo diferentes y muchas videoconferencias a la vez. Si bien el caos inicial se disipó, llegando, ahora, al final de curso, habiendo cumplido las expectativas esperadas por alumnos/as y profesores/as. El profesorado ha sido muy comprensivo con nuestra situación y pudimos tener en la mayoría de los casos, su apoyo. La nueva situación exigía el uso de las nuevas tecnologías, apoyo académico del personal educador y trasladar las pautas del colegio al centro, y así lo hicimos. Aunque se echaba de menos el contacto social con los amigos/as, los momentos de juegos; en definitiva… compartir vivencias”, explica.

Otro de los momentos más difíciles para los/as menores y adolescentes, fue aceptar que ya no iban a poder ver a sus familiares durante un tiempo indefinido. Pero se pudieron compensar las visitas y salidas con videollamadas en tiempo real, que en esos momentos también aportaban calidez, trasladando todo el cariño de forma virtual.

Durante el confinamiento, señala Sonia Felipe que a los/as menores, también les ayudó mucho contar con un espacio exterior donde podían salir a jugar fuera, organizar sesiones de deporte, talleres al aire libre y todo tipo de actividades lúdicas.

Asimismo, los retos planteados desde el área de atención a la dependencia y de atención a la infancia y adolescencia de la Fundación Salud y Comunidad, fueron también decisivos para sobrellevar el aislamiento, con el mejor ánimo posible. “Nos hicieron pasar divertidos momentos, y ello reforzó la unión del grupo. Por ejemplo, con la elaboración del vídeo ‘Nos quedamos en casa’, los/as menores se lo pasaron genial, se ilusionaron mucho al grabarlo y todavía más, cuando lo mostraron con orgullo a sus familiares, tanto biológicos como acogedores”, expresa Sonia Felipe.

También, hubo tiempo para otro reto con el que disfrutaron mucho, el de la elaboración de las mascarillas, “y no dudaron en elegir a las personas mayores de la Residencia de Yécora de FSC. Sabían que en esos momentos eran las personas más vulnerables y les hacía ilusión mandarles un rayo de luz, de esperanza… Y esa ilusión se hizo más grande al ser correspondidos/as mediante un vídeo de agradecimiento que hicieron las personas mayores. Todavía perduran en nuestra memoria esas imágenes”, reconoce.

Sin duda, este testimonio que nos llega desde el Centro de Acogida de Menores “El Verdader”, en su vuelta progresiva a la normalidad, tras los meses de confinamiento por el COVID-19, es otra muestra de que al final, todo está saliendo bien.

Eso sí, en las circunstancias actuales, cabe seguir manteniendo esa responsabilidad individual para evitar contagios, y seguir priorizando la seguridad, tanto en menores como en el equipo profesional, y en ello se están poniendo todos los esfuerzos por parte de nuestra entidad, si bien estamos seguros/as de que lo seguirán haciendo tan bien como hasta ahora y seguramente mejor, con todo lo aprendido durante este tiempo de confinamiento.