Un grupo formado por 11 adolescentes de entre 13 y 18 años, acompañados por 4 profesionales del equipo educativo de la Residencia de Acogimiento General de atención a la Infancia y Adolescencia de Altea (Alicante), de titularidad de la Generalitat Valenciana, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), ha realizado recientemente un viaje a Santiago de Compostela. La iniciativa ha permitido fortalecer vínculos, trabajándose valores como el esfuerzo, la paciencia y la superación personal. El viaje también les ha ayudado a desconectar de la rutina, ofreciéndoles nuevos aprendizajes, al tiempo que adquirían nuevos valores y habilidades emocionales y sociales.

“Esta historia viene de largo. Se trata de un proyecto que estuvo guardado durante años hasta que, hace unos meses, la directora del servicio, Verónica Céspedes, volvió a ponerlo sobre la mesa. Ella confiaba ciegamente en la idea y, finalmente, consiguió que saliese hacia adelante, lo cual ha hecho posible este viaje”, nos explica el equipo educativo del centro.

Durante el mes previo al mismo, se gestionaron los correspondientes permisos y se realizaron las reservas y compras, con el propósito de hacer realidad este sueño. “Hasta el día de antes, este sueño no parecía real, todo era nuevo y el proyecto muy grande, pero desde el primer momento, el equipo demostró que era capaz de lograr lo que se propusiera, contando para ello con la motivación e ilusión de los niños, niñas y adolescentes en emprender este viaje. Un gran equipo compuesto por 11 adolescentes de entre 13 y 18 años, acompañados por 4 profesionales del equipo educativo, partió desde Altea hacia Galicia, con el objetivo de poder vivir nuevas experiencias, abrir la mente y fortalecer vínculos entre todos/as”, mantienen.

Fue un viaje de más de 1000 kilómetros en tren, 5 días caminando y 120 kilómetros de caminos de ensueño y paisajes bucólicos, realizado con un objetivo: llegar a Santiago de Compostela, pero sin perder de vista algo no menos importante, el disfrute del recorrido, y todo lo que se pudiera aprender durante el mismo. Ni la lluvia ni el cansancio pudieron aplacar las ganas de continuar y vivir una experiencia, que mejoraba con cada paso realizado, si bien requirió paciencia, momentos que se fueron superando, pero también confianza en que todo iba a ir bien.

“El recorrido, como la vida misma, no fue fácil: en la intensidad del trayecto aprendimos sobre cooperación, empatía y tantas otras lecciones. Fue un antes y un después en la manera de ver la vida, así como una nueva manera de gestionar la frustración y los conflictos. Todos/as nos conocimos un poco más, a los demás y a nosotros/as mismos. Para los/as NNA fue una oportunidad única de ver un mundo tan rico en enseñanzas y valores como es el Camino. Y, para el equipo educativo, fue un honor haber contribuido a ello”, señalan.

Viajar a Santiago de Compostela ha sido uno de los mejores regalos que han recibido estos/as NNA. Por ello, el equipo educativo de la Residencia de Acogimiento General de atención a la Infancia y Adolescencia de Altea quiere agradecer a la directora del servicio, Verónica Céspedes, y a la Fundación Salud y Comunidad, la confianza puesta en este proyecto, y también el apoyo de la organización sin ánimo de lucro Make a Smile, que ha sido fundamental para poder hacer realidad este sueño.

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