La conducta del juego empieza siendo un juego, pero no es ningún juego, si bien en principio se vive sin percepción del riesgo. Así lo afirma nuestra entrevistada Ana L.C., usuaria del Servicio de Atención a las Adicciones Comportamentales (SA@C) de la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Le acompaña en la entrevista Maite Soler, responsable del proyecto en nuestra entidad que, además, ha sido la psicóloga que ha estado con ella durante su tratamiento terapéutico, un tratamiento que se ha extendido durante nueve meses y que actualmente continúa.

– ¿Cómo te iniciaste en el juego online y cómo fue evolucionando esta problemática?

Ana – Me inicié de forma lúdica, a través del típico grupo de amigos/as que empezó a utilizar los bonos de bienvenida y a realizar apuestas deportivas online.
En mi caso, fue en la típica comida con amigos/as en casa de uno de ellos/as; pusimos 50 euros por pareja y desde la cuenta que tenían abierta, inicié la apuesta. Tan fácil como hacer un bizum.
Particularmente, a mí no me llamaba la atención este tipo de apuestas, pero navegando en el portal de juego online, me di cuenta de que también estaba la posibilidad de jugar en un casino que sí me interesaba.
El siguiente paso, lo di cuando con mi marido, surgió la idea de jugar nosotros desde casa, algún domingo, de forma puntual. Nos propusimos poder jugar un poco, habíamos ganado algo de dinero y quizá, si apostábamos de nuevo, podíamos ganar algo e ir a comer fuera o hacer cosas así.
Con ello, pasamos de jugar un domingo al mes, a hacerlo cada fin de semana y de apostar 50 euros, a apostar 100, 200 o 300 euros cada semana. Siempre apostando la cantidad que íbamos perdiendo.
Al tiempo, pasamos a hacerlo entre semana. Cada vez, el juego online tenía una mayor presencia en nuestras vidas. En esos momentos, cuando estás tan “atrapada” en el juego, no sabes ni lo que te estás gastando, hasta que la tarjeta no da más crédito.
Entonces surgía la angustia del dinero perdido, haciendo que volviera a jugar para recuperar el dinero, el objetivo era volver a ganar.

– A partir de este momento, ¿cuáles dirías que son las consecuencias de la conducta del juego? 

Ana- Son muchas: pérdida de dinero, verte sometida a créditos del juego, pedir dinero a los amigos/as, además de todo lo que mentalmente acarrea, porque estás sufriendo al ver cómo vas a conseguir ese dinero.
Empecé a devolver recibos, no tenía dinero para pagar las facturas, ni tampoco para comer. Esta situación hacía que tuviera insomnio y niveles de ansiedad muy elevados, entre otras consecuencias; estaba en un círculo vicioso, si bien en principio vivía esta situación sin percepción del riesgo.

– ¿Cuál es la situación que promueve la demanda del tratamiento especializado?

Ana – El detonante para pedir tratamiento surgió después de diversos intentos fallidos por mi parte para dejar de jugar, cuando vi que volvía a caer. Mi entorno no me veía bien, ya que les pedía dinero, e intuían que debía haber algún problema…
Mis amigos/as y mis padres hablaron conmigo, sabían que no estaba bien mentalmente y que necesitaba ayuda. Mis padres me propusieron que pidiera ayuda y, con tal de salir de esa situación, acepté. Esa ansiedad también me ocasionó una subida de peso muy importante.

– Maite, como psicóloga de Ana, ¿existe percepción del riesgo que conlleva el juego online, en esos momentos?

Maite – Está muy normalizado pensar que no hay un riesgo en hacer unas apuestas desde casa con un grupo de amigos/as.
Al inicio, esta actividad, era vivida por Ana sin percepción de riesgo, era como jugar a las cartas después de comer. Pero no es cierto porque en estos juegos se dan otros factores como son, entre otros: que, de inicio, ya te dan dinero con los bonos de bienvenida (hace que percibas que ya has ganado, así de fácil, sin hacer nada); la disponibilidad de 24 horas los 365 días del año; no vas a un casino físico ni ves las caras de personas que llevan horas “atrapadas” con las máquinas; permiten evadirte y desconectar de tu malestar sin salir de casa y cuentan con un diseño (luces, músicas, premios…) que capta tu atención…
Por otra parte también, la facilidad de pago que ofrecen las tarjetas de crédito y los créditos que no paran de anunciarte que, de manera casi inmediata, vuelves a tener dinero en la cuenta. Todo ello hace que la premisa del juego responsable, no se pueda mantener, ya que todo son facilidades para que no tengas que “detener” la partida.

– Ana, ¿cómo recurre a este servicio dirigido por FSC?

Ana – Una amiga que estudió conmigo Psicología, me lo recomendó. Concretamente, a través de la derivación de una profesional que tiene a la Fundación Salud y Comunidad como entidad de referencia.

– ¿Cuál es la evolución desde entonces?

Ana – Inicié el tratamiento en septiembre y a los tres meses tuve una recaída, la situación no fue fácil ni para mí ni para mi familia. En terapia, trabajamos la recaída como parte del tratamiento. Desde entonces y hasta el día de hoy, no he jugado.
Estoy muy contenta y feliz, el tratamiento me ha ayudado mucho en mi adicción el juego, pero también en mis temas personales y mi “burbuja familiar” (relación con mis padres y pareja). El juego está y pasa por algo. Esa adicción y el poder dejar de sentirme culpable o sentir vergüenza por jugar, ha ido dejando de ser lo principal, a medida que he podido ir comprendiendo el malestar emocional que había detrás. He podido entender a mis padres, entenderme a mí misma y saber por qué jugaba y cómo me siento, así como tener herramientas para evitar volver a tener una recaída.
Mi valoración del tratamiento recibido por adicción al juego en el Servicio de Atención a las Adicciones Comportamentales de FSC es muy positiva. He recomendado el centro a un familiar y a un amigo. Y a toda aquella persona que se pueda sentir identificada con mis palabras.

– Maite, ¿en qué ha consistido el tratamiento?

Maite – Inicialmente, se hizo una evaluación del motivo de consulta, en este caso del juego online, para poder diseñar una estrategia terapéutica acorde a la paciente, y se realizaron sesiones con la familia de origen y con su pareja, con las que se pudo acabar de valorar la conducta problema.
Se identificaron las situaciones de riesgo internas y externas, y se establecieron una serie de pautas que tenían como objetivo extinguir la conducta. Por otra parte, se trabajó la función del juego y los pensamientos distorsionados, en relación con ello.
La paciente pudo conocerse y reconocerse, aprendiendo de su adicción, pudiendo encontrar explicaciones a su funcionamiento y a su malestar emocional. Desde una nueva mirada centrada en sus recursos y capacidades, fue gestionando situaciones y obteniendo herramientas que le ayudaron a mantener su abstinencia y a tener una mejor relación consigo misma y su entorno significativo, como ella misma señala.

– Ana, ¿cómo te sientes ahora?, ¿cómo reaccionas ante un estímulo asociado al juego que se te pueda presentar?

Ana – Ahora me siento bien, pero ante los estímulos del juego no. Me doy cuenta de que hay demasiados estímulos a horas muy inadecuadas para los jóvenes y menores. Mi hijo, que juega al futbol y con el que solemos ver los partidos del Barça en familia, con cuatro años y medio, me ha llegado a decir: “¿Cuánto vamos a ganar con el Barça?” Él no entiende el significado, pero escucha que, si apuestas por el Barça, puedes ganar 10 euros.
Te hablan de ganar y él se queda con eso. Hay muchísima publicidad en radio, periódicos, redes sociales… es algo espectacular. Antes no me daba cuenta, estaba tan metida que me sucedía lo contrario. Era una oportunidad para poder seguir jugando, pero ahora me molesta mucho ver esta publicidad en medios y redes, y tampoco me gusta la publicidad que hay de créditos para jugar, no es agradable y me enfada. La conducta del juego empieza siendo un juego, pero no es ningún juego. 

– ¿Qué reflexiones te gustaría compartir en tu caso sobre todo ello? 

Ana – He comprendido que el juego me servía de escape, y ahora he sabido mejorar no solo las relaciones familiares, sino también las interpersonales. Sé que, si me ha pasado esto, ha sido por algo, no porque fuera una persona feliz. Más bien ha sido porque algo en mí no estaba bien equilibrado, por decirlo de alguna manera.
A raíz de esta experiencia, me he conocido mejor y he identificado muchas cosas. El juego venía a cubrir mis inseguridades y temas personales que no sabía cómo afrontar. Cuando estás jugando, te escapas. Estás en una burbuja y no ves nada más.
Lo único que quieres es jugar y ganar, ganar, ganar… A día de hoy, he podido entender por qué sentía que en mi vida no estaba ganado y eso lo buscaba en el juego.
Mi familia no lo entendía… Surgían preguntas como “¿cómo has podido jugar si tú eres tan buena y tienes una buena formación?”, “¿cómo es posible que hayas caído en esto?”, “¿no es posible el juego responsable?”. Pocas personas pueden mantener un juego responsable, pero las apuestas no están pensadas para que puedas controlarlas, sino para que no puedas, ¡pero si no lo consigues, tú eres el culpable! Es contradictorio.

– Maite, en este punto querías intervenir, por tu parte.

Maite – Sí. Las personas que juegan durante el tratamiento van tomando conciencia de que, aunque inicialmente juegan con la idea de que lo hacen para ganar, es como si ya anteriormente se sintieran perdedoras y el juego va confirmando que siempre pierden. Porque hasta cuando ganan, siguen jugando hasta que pierden.

 Ana, ¿qué les dirías a las personas que pudieran estar en tu misma situación?, ¿y a sus familiares?

Ana- Es difícil… Que les entiendo. Que a veces no se ve la salida. Que para esto siempre hay salida. Que el dinero es dinero y podrás pagarlo todo poco a poco. Pero lo que hay que hacer es salir de ese agujero, dejarlo de golpe. Que en el juego siempre se pierde, se pierde dinero, a la familia, a los amigos/as, a la pareja, a los hijos/as, otras actividades…
Que se sale, se sale con ayuda y poco a poco. Tenemos un problema que tiene tratamiento. Ahora yo me siento muy orgullosa de mí misma.
Aún me da vergüenza, es verdad que los estereotipos de una mujer que juega son más difíciles para la sociedad que lo acepten y para ti misma.
A los familiares les diría que tengan paciencia, que les den mucho soporte y apoyo, ya que quien pasa por esto, está sufriendo.

– ¿Recomendarías el tratamiento que has realizado a otras personas que puedan encontrarse en esa misma situación que tú ya has superado?

Ana- Sí, claro, ¡por supuesto! Estoy muy satisfecha con este tratamiento y lo recomendaría.

– ¿Te gustaría compartir algún otro comentario?

Ana – Sí. Decir que se trata de una lucha que debemos hacer entre todos/as. No digo que se quiten las casas de apuestas porque hay mucha gente que vive de esto, pero todo el tema de publicidad y estímulos, es muy peligroso y se debería prescindir de ello.
Especialmente, pensando en la gente que es muy joven, por la rapidez de generar una adicción de estas características. Quieras o no, entrar en un casino te va a dar más vergüenza, o no vas a poder entrar por ser menor, o no te vas a sentir identificado porque quienes están allí son ludópatas, pero tú desde casa… puedes hacerlo y nadie se entera.
*No se trataría de prohibirlo, pero sí de que seamos conscientes de lo adictivo que es jugar y de que el juego online genera una adicción de una forma mucho más rápida.

– Maite, para finalizar la entrevista, ¿qué destacarías de Ana, en relación con su tratamiento terapéutico? 

Maite – Sin duda, su fuerza de voluntad a la hora de enfrentarse a su adicción al juego, su capacidad introspectiva a la hora de reconocer sus fortalezas, así como algunas áreas de mejora en las que siempre se muestra receptiva a las aportaciones.
Me gustaría agradecer su confianza, ella es la que, dejándose ayudar, hace posible que nuestro trabajo sea efectivo.


Información de contacto del SA@C:

Responsable: Maite Soler
C/Breda, 6-8. Entresuelo l
08029 Barcelona
Correo electrónico: sap@fsyc.org
Teléfono: 93 424 04 00