Desde el año 2016, llevamos desarrollando el proyecto KMK en el Área de Inclusión Social y Reducción del Daño en Drogodependencias de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), conjuntamente con la Asociación AREP. En el mismo, se ofrece soporte y acompañamiento emocional y/o psicológico a las y los jóvenes vinculados, así como actividades de ocio y participación en la comunidad. Observando sus demandas y necesidades, concretamente en el ámbito de inserción laboral, llevamos realizando desde hace más de un año, el programa de acompañamiento laboral dirigido a jóvenes “Let’s Work”.

A través del mismo, ofrecemos un servicio de orientación sociolaboral a jóvenes de 16 a 30 años que presenten patología dual. El programa está enmarcado en la convocatoria “Impulsamos lo que haces” (“Impulsem el que fas”), y cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, que dota de ayudas a entidades para financiar proyectos que incentiven la economía de barrios.

En el marco de estos dos proyectos, trabajamos especialmente con los y las jóvenes del programa KMK (¿Ke Me Kuentas?), financiado por el Ayuntamiento de Barcelona. En los mismos, atendemos a jóvenes con patología dual, que presentan un diagnóstico en salud mental, asociado a dificultades relacionadas con adicciones, para poder ofrecer una intervención integral en todos los ámbitos de los y las jóvenes. De estos/as, los que presentan una demanda de orientación laboral se vinculan al programa “Let´s Work”.

Recientemente, hemos hablado con nuestro compañero José Rodríguez Haro, psicólogo del equipo del proyecto KMK, según el cual, la pandemia ha agravado la salud mental de los y las jóvenes, que además nos explica que, debido a estas circunstancias, han observado un aumento notable de crisis de angustia entre los mismos, en el acompañamiento emocional que realizan desde el proyecto.

El KMK actúa combinando la intervención individual y la participación comunitaria ofreciendo actividades orientadas al ocio, como el deporte, el voluntariado o la creación musical y audiovisual, entre otras muchas. Nuestro compañero señala además que han observado también un aumento de la demanda de la participación en estas actividades, y en general, en las acogidas realizadas a nuevos participantes. “Anteriormente, hacíamos de dos a tres acogidas al mes, pero solo el mes pasado hicimos siete. Ello significa que el servicio es cada vez más demandado».

Por otra parte, explica que «faltan espacios donde los jóvenes puedan expresarse, se sientan escuchados y se validen las experiencias que viven en solitario». El programa KMK (¿Ke Me Kuentas?), surge a partir de esta necesidad detectada, como lugar de encuentro, con la voluntad de acercarse a aquellos jóvenes sin diagnóstico, pero que sienten un malestar emocional. «No trabajamos tanto el diagnóstico, sino la problemática que nos cuenta el joven. Nos centramos en observar, validar su experiencia y acompañarle durante el proceso de inclusión», afirma.

Otra cuestión a la que presta especial atención es la responsabilidad que tiene el adulto de aprender a ajustar su exigencia. «A veces le pedimos al joven unas actitudes y unos comportamientos que tampoco tenemos nosotros», mantiene José Rodríguez Haro. El adulto debe desempeñar un papel coherente, centrado en la comprensión y aceptación hacia los jóvenes. Por eso, es de vital importancia observar, escucharles y comprenderles, enfatiza.