El confinamiento ha puesto más de relieve algunas situaciones de gravedad, como es el caso de las mujeres que sufren violencia de género que se han visto recluidas en sus hogares con sus propios agresores, poniendo aún más en peligro sus vidas, o el de las personas usuarias de drogas, algunas de las cuales reciben tratamiento en viviendas tuteladas por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), servicio que se ha tenido que adaptar a las nuevas circunstancias en la atención a estas personas, sin que su tratamiento se vea afectado. Así lo señalan nuestros compañeros Gemma Maudes, psicóloga y subdirectora del Área de Drogas, Género y Familias de la FSC y Fran Calvo, Doctor en Psicología, psicopedagogo, educador social y director del Piso Terapéutico “Cosmos” de FSC, en una entrevista realizada recientemente en la revista “Independientes” especializada en adicciones.

¿Cómo os habéis adaptado a las nuevas necesidades que se han dado a raíz de la alerta sanitaria? 

La situación de confinamiento ha implicado que las personas que atendemos de manera ambulatoria en los servicios de drogodependencias de FSC deban permanecer en sus casas. Nos preocupan las personas que tienen poco apoyo familiar y en las que, por sus circunstancias, el apoyo profesional es de suma importancia, pero también nos preocupa el caso de las mujeres que padecen violencia de género y que han quedado recluidas con sus agresores en los domicilios, limitando así las ya de por sí reducidas posibilidades de protección en algunos casos y expuestas a mayor riesgo de violencia.

En el caso de los servicios residenciales, los usuarios/as pudieron decidir voluntariamente confinarse en los centros, al ofrecerles estos un espacio de seguridad, o dado que tenían un apoyo familiar débil o por ser personas que vivían solas, o bien decidieron volver con sus familias de forma temporal, hasta el final de esta excepcionalidad.

En cualquiera de los casos, nos pusimos a trabajar en los servicios en la adaptación de los tratamientos y modelos de seguimiento a la nueva realidad, generando espacios de seguimiento telefónico, así como recursos de intervención asincrónica como actividades de tipo didáctico o participación en seguimientos individuales o grupales, a través de diferentes servicios de mensajería instantánea o de videollamadas.

– ¿Qué riesgos tienen las mujeres que sufren violencia de género al quedar recluidas en casa con sus agresores? 

Cuando pensamos en nuestro hogar, es probable que sintamos que se trata de un lugar que nos da protección, seguridad y un espacio de intercambio y compañía con las personas que convivimos en él. Pero es muy probable que cualquier persona que haya vivido estos días de confinamiento pueda estar de acuerdo con que se da más contacto con el núcleo familiar, con una reducción de las actividades sociales y de espacio propio, y con ello, puedan amplificarse tensiones o aumentar la sensación de irritabilidad. La mayor parte de los colegios de psicología describen este hecho como parte del proceso de reclusión y, por esta misma razón, se invita a que planifiquemos y busquemos actividades y rutinas que hagan más llevadera esta situación.

Pero para estas mujeres, estos espacios se convierten en un lugar de riesgo con la aparición de las conductas violentas. Y más aún, si estas quedan invisibilizadas o impunes. Las mujeres que padecen violencia, están más expuestas a su agresor en esta situación de confinamiento.

Por otro lado, el hecho de que el confinamiento reduzca los contactos sociales, reduce asimismo la posibilidad de que las mujeres que padecen maltrato puedan denunciar esta situación. Además, aumenta la vigilancia del agresor sobre su víctima, que estará más sometida por una reducción de su capacidad de movilidad. Somos conscientes de que la cuarentena dificulta la presentación de denuncias y, por tanto, deja más invisibilizados aún los casos de aislamiento de estas mujeres y sus hijos e hijas.

– ¿Qué ocurre cuando se da un consumo de drogas por parte de la mujer que sufre violencia o del hombre que la ejerce?

 Se pueden dar diferentes situaciones. Una de ellas tiene que ver con el hecho de no poder acceder de forma habitual a las sustancias como consecuencia del confinamiento. Este hecho puede incrementar el malestar asociado a la abstinencia, cosa que en sí misma ya amplifica este malestar.

Por otro lado, el hecho de estar más tiempo en casa puede generar un tipo de consumo en reclusión que quizá no se da tanto en un momento de más actividad laboral, generando más intoxicaciones y más riesgo en situaciones de violencia.

Pero si nos centramos en el ámbito de violencia que sufren las mujeres, podemos caer en hacer una interpretación de que las mujeres sufren esta violencia por la drogodependencia o por el uso de sustancias, y no directamente por ser una razón de género. Esta violencia de género es una violencia específica hacia las mujeres por parte de los hombres, fruto de un sistema estructural desigual entre hombres y mujeres, donde la interseccionalidad con el consumo es muy elevada.

El consumo de sustancias, que provoca alteraciones de conciencia, desinhibición o disminución de la capacidad de reacción, favorece la aparición de la violencia estructural contra las mujeres. 

– ¿Qué se puede hacer ante algo así en las circunstancias actuales?

Es importante mantener los canales de atención a los servicios de forma normalizada, desplegar recursos de atención de urgencia y mejorar los canales virtuales de contacto con los casos susceptibles de padecer violencia, o aquellos ya detectados como víctimas.

De hecho, nuestros servicios ambulatorios de atención a la mujer (puntos de encuentro, centro de día, servicio de atención psicológica, etc.), no han dejado de funcionar, manteniendo el canal de comunicación con las profesionales referentes en todo momento y en situaciones como la de ahora, aún más. 

– ¿Cómo realizáis el seguimiento en los pisos tutelados en los que se ofrece un servicio de atención a las drogodependencias? 

 Los equipos profesionales hicieron y están haciendo grandes esfuerzos para adaptar sus horarios a las nuevas necesidades, tratando de permanecer menos tiempo en el centro para evitar el riesgo de contagio, y seguir trabajando, con la misma calidad, desde casa.

Las profesionales contactamos a diario -incluso varias veces al día- con las personas que tenemos asignadas como referentes y realizamos un seguimiento individualizado. Varias veces por semana hacemos seguimientos a través de videollamada, trabajando en la misma línea que cuando trabajamos en persona, tratando de que se sigan empoderando para poder afrontar las situaciones de riesgo asociadas a su adicción.

Curiosamente, la situación de confinamiento está generando otras situaciones a las que la persona debe dar respuesta, propiciando espacios de reflexión con los que trabajar a nivel de tratamiento dicha adicción.

Además, se realizan sesiones grupales de tratamiento varias veces por semana y con profesionales de diferentes perfiles, trabajando multitud de elementos beneficiosos en este proceso como habilidades sociales, herramientas de afrontamiento, estrategias de planificación del tiempo libre, gestión emocional y un gran etcétera. Es decir, hemos adaptado las terapias grupales al espacio virtual y, sobre todo, las personas confinadas en casa con sus familiares, agradecen la posibilidad de verse, aunque sea a través de una pantalla, con las personas que les están acompañando en el tratamiento.

Disponemos, además, de canales de comunicación urgente las 24 horas del día para poder ser atendidas en estos momentos en los que debemos ser especialmente sensibles con el estrés al que están sometidas. 

– ¿Qué diríais que aportan fundamentalmente las nuevas tecnologías en esta situación? 

 Las tecnologías de la información y la comunicación aportan el soporte para que toda esta comunicación no presencial tenga sentido. Dotan del canal comunicativo. Vivimos momentos muy difíciles, pero justamente son estos momentos los que nos dan oportunidades de cambio y maneras de reciclarnos, innovar… Las TICs no pretenden suplir, si no complementar la comunicación con las personas que atendemos en nuestros servicios.

En nuestra entidad, nos hemos adaptado a esta situación ofreciendo una serie de recursos alternativos dirigidos a minimizar el impacto de esta crisis. Y de ahí surge la idea de incorporar las TICS de manera totalmente terapéutica. Es decir, incorporarlas donde las tecnologías de la información y la comunicación son poco habituales, debido a la incomunicación, sobre todo en las primeras etapas de tratamiento (si hablamos de comunidades terapéuticas), dándole un uso terapéutico.

Este es el milagro de estos tiempos. De hecho, estamos tan acostumbrados a hacerlo que no nos damos cuenta, pero siempre se está comunicando. Mis palabras tendrán un efecto en ti (estarás de acuerdo, no lo estarás, te gustará más o menos lo que te digo), pero tendrán un impacto comunicativo que es inherente a las relaciones humanas.

En la Fundación Salud y Comunidad tratamos de hacer beneficiarias de este milagro a las personas con adicciones.


– Acceso a la entrevista íntegra realizada a Gemma Maudes y Fran Calvo:

http://revistaindependientes.com/violencia-de-genero-el-confinamiento-aumenta-la-vigilancia-del-agresor-sobre-su-victima-quien-estara-mas-sometida-a-causa-de-una-reduccion-de-su-capacidad-de-movilidad/