El pasado 30 de enero, los usuarios/as de la Residencia y Centro de Día de Puerto de Sagunto (Valencia), gestionada por FSC en consorcio con Valoriza Servicios a la Dependencia, volvieron a compartir ilusiones y alegrías con los alumnos/as del Colegio de Educación Infantil y Primaria Profesor Tierno Galván de la localidad, con motivo de la celebración del “Día Escolar de la No Violencia y de la Paz”.

Por segundo año consecutivo, mayores y niños/as compartieron sueños, esperanzas y experiencias en el marco de una actividad que consistió en un recorrido por todos los cursos del colegio, en el que cada uno de ellos presentó su visión de la paz. Cada exposición fue diferente, variando en función de las edades de los niños/as. Finalmente, a modo de curso final, se incorporó la visión de las personas mayores, representada por los usuarios/as del centro.

Tras las presentaciones, se procedió a formar un gran círculo en cuyo centro se colocaron nuestros mayores para bailar y cantar. Finalmente, y como colofón, se soltaron dos palomas como símbolo universal de la paz.

Con varias semanas de antelación, mayores y niños/as estuvieron preparando la sesión. En el caso de los niños/as, participaron todos los cursos, y cada uno destacó en su especialidad: poesía, baile, pintura, canto… todo con una temática común: la paz como objetivo pedagógico, vital y social.

En cuanto a los usuarios/as de la residencia, siguiendo con las dinámicas habituales, tuvo un enfoque grupal, reflexivo e incluso nostálgico. Se preparó un gran mural en cartulina naranja en la que se plasmaron las visiones de los usuarios/as sobre la paz. Tras su elaboración, se ensayó su lectura hasta que cada uno/a conoció su parte al dedillo.

Fue interesante comprobar cómo el tiempo y la edad cambian la perspectiva sobre un mismo tema. Los planteamientos infantiles fueron blancos, inocentes, esperanzados y extremadamente vitales y positivos: «deseamos que todas las personas puedan vivir en paz», «que los niños vivan felices en un mundo sin guerras»

En el caso de las personas mayores, la vida, la guerra, la postguerra y la situación actual filtraron el punto de vista. No es que no hubiera esperanza en sus aportaciones, pero el concepto de la paz se llenó de aristas, recobecos y matices: «la paz social no implica paz espiritual», «en la guerra no hay vencedores, todos pierden», «la paz interior puede estar en cualquier campo de batalla»…

Lo importante de la experiencia fue el espacio creado, y también todo lo que no se dijo: las miradas cómplices, los nervios compartidos, las risas solidarias y un mismo objetivo común, estar juntos para crear vínculos, lazos, espacios de mutuo enriquecimiento.

El Área Psicosocial de la residencia y el claustro de profesores/as de este colegio, disfrutaron con cada preparación, con cada idea, con cada momento y, en ocasiones, se emocionaron más que los propios niños/as experimentando en sus propias carnes lo que verdaderamente significa aprender de otro/a, sin importar los roles, la edad o la situación. A fin de cuentas, disfrutaron de la intergeneracionalidad, indispensable para el envejecimiento activo.

Los programas intergeneracionales no pretenden que los mayores sean sujetos pasivos, sino que adecuándose a las características de los participantes (en este caso niños/as), se les asignen tareas y funciones dentro de los mismos. La intergeneracionalidad contribuye positivamente en la mejora de la calidad de vida de los mayores.

Auguramos una larga vida a esta colaboración, mejorando cada año y aportando lo mejor que cada uno de nosotros/as pueda ofrecer.