El Ayuntamiento de Palma dispone de un Servicio de Acogida para familias en situación de emergencia social gestionado por la Fundación Salud y Comunidad. En el centro viven quince adultos y veintitrés niños de diversas nacionalidades.

'Con la crisis, siempre estamos al máximo de ocupación'
Olga Coronado. Directora del centro.

La crisis sí que pasa factura. Si no, que se lo pregunten a Olga Coronado, directora del Servicio de Acogida para Mujeres y Familias del Ayuntamiento de Palma (SADIF). Hemos quedado con ella para conocer de cerca cómo son estos centros. Ahora mismo estamos dentro de uno. Es un edificio de tres plantas donde conviven quince adultos y veintitrés niños: doce familias que viven “situación de emergencia social. No tienen recursos económicos. Muchos han perdido el trabajo y han tenido que abandonar su piso. El centro de acogida es su último recurso. Para llegar aquí, no tienen que tener ninguna otra alternativa”, nos dice. A pesar de ello, “con la crisis siempre estamos al máximo de ocupación, al cien por cien. Si tenemos una urgencia, los enviamos a una pensión hasta que una habitación se queda vacía”.

Son doce habitaciones con camas y cuna: una para cada familia. También tienen cómoda y un armario. El resto se debe compartir. Todo son espacios comunes: el baño, el comedor, la sala de juegos y la de estudios.

“Los hijos se quejan. Dicen que por qué no encontramos trabajo y que les falta ropa buena como la de otros niños”
“Fui a Bulgaria después de diez años pero no hay opción. Además, mis hijos son españoles”

Lo más complicado de vivir, nos comenta Olga, es “la convivencia. Hay gente de culturas diferentes: de España, África, el Este de Europa con y sin papeles. Nuestro único requisito es la emergencia social. Como tienen menores a cargo, no pueden quedarse en la calle”.

El porcentaje de familias inmigrantes es de un 60%, pero tiene una explicación: “las locales habitualmente tienen apoyo familiar, social o de amigos, mientras que si son de fuera la familia de origen la tienen en otro país”.

En primera persona

'Con la crisis, siempre estamos al máximo de ocupación'
Thaminar y Safiya viven en la casa de acogida con sus tres hijos

La directora nos presenta a un matrimonio que vive en el centro. Son Safiya y Tahminar, de Bulgaria. Nos cuentan, tímidamente, que llegaron a Mallorca en el 2000 y que al principio él trabajaba en la limpieza urbana en Santanyí y ella limpiaba chalets. Dos de los tres hijos nacieron en Manacor.

Tahminar –el hombre– añade que los problemas surgieron al mudarse a Palma. ”Me dijeron que aquí había trabajo y que se vivía mejor”, pero las cosas salieron mal. Teníamos problemas para pagar el alquiler, no teníamos trabajo”. Fue entonces cuando acudimos a los Servicios Sociales. Él sonríe, pero puedes entrever que la situación es difícil. “Los niños se quejan a veces. Dicen que por qué no encontramos trabajo, que la gente encuentra, y que les falta ropa buena como la de otros niños”. Tahminar volvió a su país después de diez años para ver cómo estaba la situación, pero “no había posibilidades. Además, mis hijos no quieren ni oír hablar de marcharse. Son españoles”.

Olga insiste: “Una casa de acogida no es un centro donde cubrimos las necesidades básicas. No vienen a comer y a dormir y ya está. Trabajamos sobre todo procesos de inserción social, pero la crisis se nota. Encontrar trabajo cuesta mucho, y estancias que deberían ser de tres meses se alargan hasta los siete u ocho”.

Fuente: Diari de Balears