Ajena al revuelo mediático que ha generado estos días tras convertirse en la persona más mayor de Europa, por la demencia senil que padece desde hace años, Ana Vela Rubio, volvió a ser noticia el pasado día 28 de abril por la visita al centro en el que reside de la consellera de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Cataluña, Dolors Bassa.

Ana Vela es usuaria de la Residencia, Centro de Día y Hogar “La Verneda” de Barcelona desde el año 2008, servicio de titularidad pública gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y el Grupo Lagunduz.  El pasado mes de junio se convirtió en la persona de más edad nacida en España, según el Grupo de Investigación Gerontológica, que certifica este tipo de registro y, por todo ello, recibió esta especial visita.

Arropada por profesionales del centro y de la entidad, entre los que se encontraban el presidente del Patronato de FSC, Francisco González Sedeño, y Carme Trilla, subdirectora del Área de Atención a la Dependencia, Ana Vela Rubio, de 115 años, recibía, con una leve sonrisa y en su silla de ruedas, dos rosas y una figura de Gaudí en forma de dragón como detalle de la visita, de manos de la consellera.

Dolors Bassa se refería durante su visita al compromiso del Gobierno catalán por estar junto a las personas que más lo necesitan, y señalaba que es un honor atender en una residencia pública a la persona más longeva de Europa. También, que contar con residencias con los servicios adecuados para los mayores es una garantía de calidad de vida, en un momento en el que cada vez es mayor la esperanza de vida, lo cual plantea nuevos retos.

En esta ocasión no pudo acompañar a Ana Vela Rubio su hija Ana, de 89 años, por cuestiones de salud. Hasta hace bien poco, Ana acudía casi a diario a visitar a su madre, ya que desde siempre mantienen una estrecha relación.  Según ha explicado Ana (hija) en muchos momentos, su madre era muy activa y ha tenido una naturaleza muy fuerte. Cordobesa, nacida en Puente Genil y modista de profesión, Ana Vela Rubio emigró en los años 40 a Barcelona, como tantas otras personas, buscando un futuro mejor; en su caso, para sus cuatro hijos, a los que sacó adelante sola.

Contaba también Ana que a su madre le gustaba una copita de vino semidulce en la comida y hacía una dieta muy normal, la de casa, comiendo de todo. El buen apetito del que siempre ha gozado y algo de temperamento son algunas de las claves que destacaba la hija de la mujer más longeva de Europa para llegar a esta edad.

En este día tampoco faltaron un grupo reducido de compañeros de agencias de noticias que fueron testigos de esta visita, pues se pretendía que fuera discreta. Queremos tener un agradecimiento especial por la sensibilidad con la que cubrieron esta visita y también unas palabras para el equipo profesional del centro que los atendió. Gracias a su testimonio, pudimos conocer mejor a esta mujer fuerte y afable, cuyo buen aspecto físico no refleja esos 115 años que el paso del tiempo le ha hecho seguir sumando y que, sin duda, es una buena muestra de los buenos cuidados y del cariño que recibe.