El pasado día 8 de marzo, la Comunidad Terapéutica «Riera Major» de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), se sumó a la jornada reivindicativa del Día Internacional de las Mujeres. Nuestra comunidad tiene entre sus ejes principales la perspectiva de género, una forma de enfocar nuestro trabajo dentro del programa asistencial que llevamos a cabo. Partimos de la existencia de una desigualdad real en la distribución de poder entre géneros, de la superación del androcentrismo, de la infravaloración del género femenino y de la invisivilización de otras identidades de género.

Trabajamos en la superación de las barreras de acceso y permanencia en el tratamiento, las barreras del sistema (propias de las estructuras políticas y sociales), las barreras estructurales (derivadas de tener la responsabilidad directa del cuidado de las hijas e hijos, horarios , ausencia de recursos específicos y adaptados…) y, por supuesto, las barreras sociales, culturales y personales (estigmatización, baja percepción del problema…).

Este trabajo es necesario llevarlo a cabo día a día, momento a momento, acción a acción, palabra a palabra. No es una tarea de un día, de una acción, es radicalmente una manera diferente de enfocar la realidad que vivimos, con más equidad y más perspectiva, trabajando las dificultades que comporta vivir en una sociedad que debe cambiar, pero que no lo ha hecho y que no lo está haciendo a la velocidad que haría falta.

Una mirada que tenga en cuenta las presentes dificultades, tanto en el funcionamiento de la sociedad en la que vivimos, como las dificultades derivadas específicamente de la adicción, las desigualdades en los factores que condicionan el consumo, el tratamiento específico de los patrones y las consecuencias.

Una mirada abierta que mira hacia un futuro distinto equitativo y generador de nuevas dinámicas. Los grupos de género dentro de la comunidad son un ejemplo que da relevancia y espacio para el aprendizaje y diálogo del día a día de la comunidad, así como las decisiones diarias que tratan de favorecer esta nueva manera de mirar nuestro modo de vivir.

Cuando llegan las jornadas reivindicativas de esta realidad, la comunidad se implica y se posiciona para dar visualización a la realidad en la que vivimos y es necesario que trabajemos en el cambio.

La preparación y planificación, tanto en espacios de género como en espacios comunes, es uno de los momentos principales, en el que se da voz a todas las usuarias, para pensar actividades que nos permitan avanzar en nuestro objetivo. Este momento no está exento de situaciones de conflicto, de dificultades en la cooperación y en la toma de decisiones derivadas, tanto por las dificultades de entender la desigualdad en la que viven algunas de las usuarias, como las derivadas del trabajo específico del proceso de trabajo de su adicción en la que están inmersas.

Es necesario decidir actividades que faciliten el objetivo que se han marcado, hacer trabajo en equipo y crear un espacio de comunicación equitativo.

Este 8 de marzo, la celebración en la Comunidad Terapéutica «Riera Major» se inició -después de los talleres diarios- con la decoración de la casa, la ambientación que permitiría visualizar la importancia de la jornada, la confección de una pancarta entre todas las usuarias, y la decoración del “árbol de la mujer” con lazos de color violeta que nos serviría como marco de la clausura que tendría lugar antes de ir a dormir.

Después de un inicio algo frío, poco a poco las usuarias se fueron incorporando a la actividad planificada, generando un momento distinto que tuvo como clausura la lectura por parte de las mujeres de unos textos literarios, unos pequeños relatos escritos por mujeres expresando sus sensaciones respecto al hecho de ser mujer en la sociedad en la que vivimos. Una a una, cada mujer eligió un relato con el que cada una de ellas se sentía identificada y frente al “árbol de la mujer” que habíamos decorado, lo leyeron con mucha emoción, creando un momento muy mágico e integrador a la vez .

Por la tarde y después de comida, una explicación por parte de un educador del significado de la jornada, el origen y la presentación de algunos datos que ilustran la desigualdad de género existente, sirvió para acabar de enfocar y centrar la jornada reivindicativa.

Al terminar la misma, con las estrellas, la luna como parte del escenario un encendido de velas, y un minuto de silencio, el acto finalizó con todos abrazos en torno al “árbol de la mujer”, en que cada una pudo reflexionar introspectivamente en cómo podemos trabajar para ir hacia una sociedad cada vez más equitativa y equilibrada, luchando con su adicción y disfrutando de un momento único que cerraba una jornada reivindicativa que no debería ser un paréntesis en la búsqueda de un mundo mejor y en abstinencia.