¿Cuántas veces en los servicios donde trabajamos con niños/as hemos oído, al hablar de ellos, delante incluso de los mismos… «¡Tranquilos, que son pequeños y no se enteran!”. Esta es una de las tantas afirmaciones que se hacen pensando en que los niños y adolescentes están distraídos y entretenidos, cuando los adultos hablan de las problemáticas familiares. En muchas situaciones, no pasaría nada si las conversaciones no giraran en torno a cuestiones tales como las separaciones conflictivas de los padres o de situaciones de conflictos generados como causa y/o raíz de la mala relación de los adultos.

En recursos como los Puntos de Encuentro Familiar (STPT), gestionados por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Cataluña y las Islas Baleares, la conflictividad familiar es tal que parte de las intervenciones se centran en poner en valor la necesidad de preservar a los niños y adolescentes de tantas y tantas situaciones familiares en las que a ellos y ellas no les toca participar.

Desgraciadamente, nos encontramos en una sociedad en la que satisfacer las necesidades personales pasa por delante de la necesidad de proteger a los niños y niñas. No es extraño encontrarnos con familias que dan mil y un argumentos para justificar la importancia de explicar a sus hijos e hijas en qué momento de conflicto se encuentran las relaciones, por el simple hecho de eludir responsabilidades y justificarse.

En los STPT atendemos a niños/as y adolescentes conocedores de los procesos judiciales, de si se encuentran pendientes y a la espera de resoluciones, que no solo les afectan directamente, como podrían ser los regímenes de visitas y las custodias, sino también de los referentes a repartos patrimoniales, pagos de pensiones, etc.

Es importante que los niños y niñas conozcan y se les comunique los cambios en la estructura familiar, tales como la separación de sus progenitores. Pero más importante es mantenerlos al margen de aquellas situaciones conflictivas que generan y perpetúan los conflictos, dado que en numerosas ocasiones las desavenencias giran alrededor de los hijos y las hijas, de los diferentes modelos de crianza, de la falta de responsabilidad de alguno de los progenitores, de la sobrecarga de la crianza, etc. Este mantenimiento del conflicto o la imposibilidad de consenso hacia los hijos y las hijas, coloca en una posición de desprotección total a los niños.

Ellos se encuentran inmersos en los conflictos, son parte activa y se sienten responsables de las desavenencias de sus padres y madres, sufriendo especialmente cuando se les pide alianza ante el conflicto, cuando la necesidad de agradar y satisfacer a unos y otros les impide expresar sus sentimientos y deseos hacia uno u otro progenitor.

Debemos paramos a pensar cómo afecta y cómo afectará en sus relaciones futuras esta dificultad de gestionar conflictos, sentimientos y emociones cuando no les toca, y estar especialmente alerta a todas aquellas señales que nos indican claramente su sufrimiento.

Desde los STPT ponemos especial interés en responsabilizar a los padres y/o madres, cuando es necesario, del sufrimiento gratuito de sus hijos e hijas. Si bien es cierto que en todo momento de separación familiar los niños necesitan adaptarse a la nueva situación de la familia, la responsabilidad de aumentar el sufrimiento recae en cómo los progenitores implican en mayor o menor grado a los hijos.

En este sentido, nos hemos encontrado con familias tan inmersas en el conflicto que no se daban cuenta de cómo estaba afectando a los niños, pero una vez sabido y reconocido, han sido capaces de reparar la situación, dejando de implicar a los hijos en los conflictos, o al menos no haciéndolos partícipes, con el interés último de evitarles más sufrimiento. Pero las familias deberían tener suficiente capacidad de aceptación de responsabilidades, e intervenir en la reparación sin sumergir a los niños/as en los conflictos.

Las intervenciones de los Puntos de Encuentro Familiar recaen en gran medida en visualizar a los pequeños, al hacer conscientes a los padres y las madres de que, a pesar del grado de conflicto en las relaciones familiares, no hay que olvidar a los niños/as y, sobre todo, hay que buscar herramientas y estrategias de protección para mejorar las relaciones paterno y maternofiliales.

Seguiremos pues trabajando en esta línea, poniendo en valor a los niños y niñas, a sus necesidades e intereses para preservarlos del conflicto, al tiempo que continuaremos trabajando con las familias para que, a pesar de la gravedad de los conflictos, sean capaces de aislar a los más pequeños de los mismos, ya que lo contrario en ningún caso les beneficia.