La supervisión en trabajo social, y sus potencialidades, ofrece a los profesionales de los equipos de servicios sociales una oportunidad para mejorar sus destrezas, a través de la reflexión, el pensamiento y el autocuidado. Las circunstancias actuales de incertidumbre necesitan ser lideradas por los equipos de profesionales, con el fin de adaptarse a los cambios, generando culturas organizativas basadas en la confianza, el compromiso y la capacidad de aprendizaje.

En el presente está el cambio continuo. Por eso, tenemos que saber concretamente qué queremos conservar, a la vez que estar preparados para los cambios. La supervisión ayuda a desarrollar habilidades y competencias con el fin de mejorar resultados y lograr una mayor eficiencia profesional. Por otro lado, entendida como metatrabajo, se sitúa en la interfaz entre la formación, el apoyo y el cuidado profesional, según afirma Carmina Puig, profesora titular de los estudios de Trabajo Social de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona.

Gran parte del equipo técnico del Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar de Alicante, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y de titularidad municipal, acudió el pasado mes de noviembre al Curso de Supervisión Social y Cuidados Profesionales impartido por Carmina Puig, Doctora en Antropología social y Cultural. Los objetivos fundamentales de esta formación fueron: la enseñanza y formación continua; el refuerzo, a través de dinámicas, de la intervención de calidad; el autocuidado de los profesionales; y la adquisición de mayor conocimiento teórico y prático de las intervenciones socioeducativas, entre otros.

Con mirada azul, llena de calma, Carmina Puig, fue recibiéndonos en la biblioteca del CAI, uno a uno, a todos los integrantes que nos inscribimos al Curso de Supervisión de casos, que llegamos a esta formación llenos de curiosidad y con un afán inmenso de aprender.

Quizá estemos acostumbrados o nos están acostumbrando a utilizar la tecnología en cada uno de los aspectos de nuestra vida, porque existe en el “imaginario colectivo” que nos facilita la vida. Se trata de un “mito” aceptado y reconocido. Este curso nos ha servido para aceptar muchos mitos y desmontar otros, entre ellos, el de que la tecnología nos facilita la vida.

La forma de impartir el curso, las dinámicas y materiales utilizados, nos enseñaron que no hacen falta grandes artificios si el mensaje es claro y se sabe transmitir. La mejor herramienta es uno mismo. En este caso, se trata de un mito cierto y confirmado. Para romper el hielo, debemos conocernos y reconocernos un poco mejor, nada mejor que identificarse con un dibujo, un color o una postura corporal.

Una imagen vale más que mil palabras, es otro mito confirmado y aceptado. Sin embargo, es importante reconocer, y así quedó patente, la importancia del lenguaje, del contenido y del uso de las palabras adecuadas.

Esto lo pudimos experimentar en la dinámica que se llevó a cabo en pequeños grupos. Dividida en dos partes, en la primera, el “narrador” exponía una dificultad que encontraba en su trabajo diario, mientras el resto del equipo solo escuchaba y/o hacía preguntas aclaratorias. En la segunda parte, el “narrador”,  de espaldas a sus compañeros y sin ningún otro punto de conexión con ellos más que la escucha, se dedicaba a seguir el debate que en torno a ese conflicto se llevaba a cabo y las diversas posturas o conclusiones acerca del mismo.

En este caso, se trataba de ubicar el problema dentro de uno de los sistemas que componen cualquier institución: el sistema ideológico, organizacional, el sistema de tareas, el de interacciones y el sistema personal. El poder multiplicador de la escucha en silencio fue experimentado y expresado por varios compañeros/as.

Durante el segundo día, dedicado a la supervisión, la dinámica fue supervisar otra de las situaciones con las que nos encontramos en nuestro quehacer diario. La dinámica iba dirigida a realizar el relato de la situación, el análisis del porqué se trata ese tema en ese momento, las consecuencias para los profesionales, las soluciones propuestas, y qué se espera de la supervisión. En torno a ello surgió un debate desde el respeto y el entendimiento, que puso de manifiesto la importancia del soporte profesional.

En este curso hemos aprendido palabras cómo  «micro-mirada» o la importancia del silencio y el autocuidado. Además, hemos compartido experiencias y conocimientos, que nos han llevado a encontrar en algunos casos soluciones y en otras a pensarlas, lo que se traduce en una mejora de nuestra fuerza individual y como equipo.

Cristina Jordá, Mª José Molina y Vanesa Gómez
Trabajadoras Sociales del CAI de Alicante