Como profesionales de una comunidad terapéutica del ámbito de las adicciones, en nuestra labor diaria, podemos detectar claramente cómo el trastorno adictivo se presenta en cada usuario/a, resistiéndose así al proceso de cambio en el que se encuentran.

Vemos cómo repiten los mismos patrones conductuales que hasta ahora ya les han perjudicado en sus vidas. Observamos la disociación entre el decir y hacer; utilizando palabras que no se acompañan con los hechos. Estas permanentes contradicciones minan los posibles vínculos personales, y potencian el sentimiento de culpabilidad y vergüenza que tanto malestar les produce. Somos testigos de la dificultad que representa salir de la zona de confort en cada usuario/a. Los miedos les impiden enfrentarse a nuevas situaciones, y por tanto, a la creación de un nuevo estilo de vida saludable.

En este escenario el equipo profesional de la Comunidad Terapéutica “Can Coll” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) busca herramientas que refuercen el proceso terapéutico. Una de estas herramientas la encontramos en las terapias creativas y artísticas.

La propuesta de participar en estas terapias rompe con esa zona de confort a la que nos referíamos, enfrentando a los usuarios/as a sus propios miedos. Se presenta ante ellos una situación novedosa ante la que deberán actuar desde la improvisación, modificando así los viejos patrones de conducta.

La palabra pasa a su mínima expresión y necesitamos crear otros vehículos de transmisión para poder expresar conceptos, ideas y sentimientos de forma simbólica. De esta forma nos alejamos de la disociación entre la palabra y los hechos a la que nos referíamos, sustituyéndola por una sola acción artística.

Por ello, creemos que la aplicación de esta técnica puede ayudar favorablemente en los procesos terapéuticos de los/as participantes. Desde hace algún tiempo, cada año, el equipo de “Can Coll”, de la mano de profesionales con formación en terapias artísticas y creativas, propone a los usuarios/as un espacio en el que ampliar su autoconocimiento a través de estas propuestas.

Como hemos señalado, la terapia creativa nos ofrece numerosas posibilidades de integrar y combinar diferentes lenguajes expresivos. Estas terapias permiten a los usuarios/as entrar en un entorno confortable y atractivo en el que pueden dar salida a la motivación que produce el hecho de ser conscientes de algo que les perturba o duele, que han reconocido, de lo que están aprendiendo y además, están dispuestos a cambiar.

A propuesta de Joana, monitora, en el contexto de esta iniciativa, se decide dar un espacio a la introspección y a la reflexión desde el silencio interno. Este ha sido el punto de partida de nuestra propuesta: el silencio.

A partir de aquí se diseña una intervención que se enmarca en tres sesiones de dos horas y media cada, dirigida por tres profesionales: una terapeuta artística, una coterapeuta y una monitora, participando todo el grupo (25 personas).

Para ello, utilizamos el tiempo y espacio de la dinámica de expresión plástica “Creant”, en la que se invita a los/las participantes a jugar con materiales como pinturas, barro, etc… y a diseñar su propio proyecto.

En una primera sesión tratamos de hacer un ejercicio de reflexión y autoconocimiento, de primer contacto con los nuevos materiales, dando permiso a los usuarios/as para la expresión libre.

El espacio es amplio, bien iluminado, y en él encontramos sillas y mesas. Todo el material plástico está a libre disposición de los/as participantes: acuarelas, témperas, plastilina, barro, láminas, cartulinas, rotuladores, lápices de colores, telas, lanas, alambre, papel de diario, revistas, etc…

Se convoca al grupo, se le propone experimentar el silencio mediante una visualización guiada, y se les invita a expresar plásticamente lo experimentado. Desde la terapia creativa se invita a entrar en el espacio del juego, del color… Es en este espacio en el que nos dejamos llevar por la intuición.

Al acabar toda la experiencia, desde el equipo educativo, podemos resaltar el progresivo aumento de la motivación que tanto a nivel grupal como individual hemos podido comprobar.

Analizando los procesos individuales que se han llevado a cabo, recogemos las pequeñas transformaciones que hemos podido comprobar en pequeñas actitudes en las que se han permitido romper con la rigidez corporal y expresiva.

Comprobamos además cómo el nivel de capacidad de escucha activa y revalorización no solo ha aumentado, sino que perdura en el tiempo, una vez acabada la experiencia.

Prácticamente la totalidad de los/as participantes, siguen utilizando la expresión plástica de forma habitual y espontánea. Si tenemos en cuenta que para la mayoría de ellos/as ésta era su primera experiencia de expresión plástica, valoramos muy positivamente la implantación de nuevas formas de comunicación que pueden llevar a su vida diaria.

Poder ver cómo esta experiencia ha supuesto el inicio de la potenciación de la creatividad de algunos miembros del grupo, se convierte en un factor más que nos hace pensar que esta intervención ha tenido un resultado muy positivo a nivel individual y grupal.

También nos gustaría destacar que esta práctica ha inferido en el equipo multidisciplinar, involucrando a la gran mayoría de sus miembros en las diferentes partes del proceso, favoreciendo así también la cohesión del propio equipo.

Hemos sido testigos de que el hecho de mirar hacia nosotros/as y acompañar este gesto de una intención creativa, nos abre nuevas posibilidades no solo de comunicación, sino también de comprensión. Compartirlo con los demás nos ha ayudado a abrirnos y a escuchar. Y a ampliar nuestra perspectiva de las cosas, no menos importante.

Queremos agradecer a todo el equipo de profesionales de la comunidad su apoyo, supervisión y revisión de este proyecto.

Patricia Molina
Rosa Maria Montoya
Comunidad Terapéutica “Can Coll”