María José Pellús es voluntaria del Centro de Recuperación Integral para víctimas de violencia machista «Constanza Alarcón» de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Alicante, concretamente desde el pasado mes de noviembre. En este servicio, ayuda a los niños/as con los deberes o tareas que tengan de la escuela. También, hace otras actividades con ellos/as para que se relacionen entre sí: jugar al bingo, dominó, leer cuentos, tocar algún instrumento… Además, imparte clases de español, cuando hay algún niño/a extranjero. Según nos traslada, si se tuviera que quedar con algo como voluntaria, sería con los abrazos y la alegría que muestran los niños/as cuando ella llega al centro.

 – María José, háblanos un poquito de ti, a modo de presentación.

Tengo 49 años, soy madre de dos niños y trabajo como maestra. Me encanta la música (toco el piano y la batería), así como leer y pasear por la playa. He vivido muchos años en el extranjero. Regresé a España hace año y medio.

–  Antes de preguntarte sobre tu labor como voluntaria, nos gustaría saber cómo se ha desarrollado tu carrera profesional y qué destacarías.

Desde siempre, me han gustado más las ciencias que las letras, aunque no se me da mal escribir. He sido muy inquieta y, por este motivo, mi madre me apuntó a clases de música. Nunca pensé que llegaría a sacarme la carrera de piano en el conservatorio y que luego se convertiría en una de mis pasiones.

Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria, mi profesora de piano (a la que le agradezco de todo corazón el consejo que me dio), me informó sobre la carrera de Magisterio, de la LOGSE (nueva ley educativa en su momento) y de que sería la primera promoción de dicha carrera.

Lo pensé y me apunté a Magisterio en la especialidad de música. Fueron los mejores años a nivel estudiantil. Conjugaba todo: la música y los niños/as. Siempre me han gustado y he estado muy motivada con la enseñanza. Aprobé los tres años sin ningún tipo de dificultad. Encontré mi primer trabajo en una guardería, en la que me trataron fenomenal y donde aprendí muchísimo.

Al año siguiente, se convocaron oposiciones, me presenté y aprobé. Era como si me hubiera tocada la lotería de por vida. Iba a trabajar en lo que me gustaba. Trabajé como maestra de música, fui tutora de 1º de Primaria, daba plástica, apoyo… en fin, lo que tocaba ese curso y en esa escuela.

Conocí al padre de mis hijos y, después de un tiempo, decidí concursar al exterior. Él es suizo y quise formar una familia en ese país. Aprobé ese concurso-oposición y estuve 6 años en Suiza dando clases de español a los hijos/as de españoles residentes en ese país. Seguía siendo funcionaria.

Cuando se acabó mi adscripción de 6 años, volví a España y estuve durante un curso dando apoyo en Infantil en una escuela pública. Después de ese año, decidí volver a Suiza, con un puesto igual, pero con diferentes condiciones laborales.

Después de 9 años, por decisiones laborales y personales, decidí volver a España y trabajar como maestra, de nuevo, en mi país. De eso hace ya año y medio. En estos momentos, trabajo como maestra de Infantil de niños/as 4 años.

– ¿Por qué decidiste ser voluntaria en el Centro de Recuperación Integral para víctimas de violencia machista «Constanza Alarcón»?

El gusanillo estaba… No precisamente en este centro, pero sí el de ser voluntaria.

En Suiza, vivía cerca de una residencia de personas mayores y siempre los veía salir a pasear. A veces solos y a veces con familiares. Me hizo pensar en que podía acercarme de vez en cuando y hacerles compañía con mis hijos/as: ver algún cuento, cantar alguna canción…. etc.

Cuando llegué a España, una de mis amigas me dijo que era voluntaria y que estaba haciendo un acompañamiento. Pensé: “A ver cómo puedo ayudar yo”.

A los días, conocí a la coordinadora del centro en el que hago voluntariado. Creo que el destino hizo que habláramos sobre este tema, porque en las ocasiones que nos habíamos visto, habíamos comentado otras cosas. Entonces lo vi claro: eso era lo que yo quería hacer. Hacer el voluntariado en ese centro.

– ¿Cómo está siendo la experiencia?

No sé si la palabra adecuada sería “reveladora”. Pero así lo siento. Voy descubriendo cosas cada vez que voy…

– Concretamente, ¿qué tareas realizas?

Ayudo a los niños/as con los deberes o tareas que tengan de la escuela. Si no tienen, hacemos algo juntos para que se relacionen entre sí: jugar al bingo, dominó, memory, leemos cuentos, tocamos algún instrumento….

También doy clases de español, si hay algún niño extranjero.

– ¿Cuáles te gustan más?

La verdad es que no tengo ninguna que me guste más. Como yo misma me organizo, elijo las que puedan ser mejores para ellos/as y que yo también pueda disfrutar. Lo agradecen todo.

– ¿Cuánto tiempo le dedicas al voluntariado a la semana?

3 horas. Aunque a veces, por motivos personales, no puedo ir y cambio el horario a otro día.

– ¿Cómo es tu relación con las mujeres usuarias del servicio?

La relación es buena. Tengo más relación con los niños/as, eso sí. Pero cuando las mujeres me ven, me saludan y son correctas. No he tenido ningún gesto feo ni rechazo por parte de ninguna; al contrario, siento que confían en mí.

– ¿Y con el equipo profesional?

La relación es muy buena. Desde el primer momento, las palabras fueron de agradecimiento y de apoyo. Intercambiamos toda la información que necesitamos por ambas partes para que todo fuera bien y positivo para los niños/as y para mí. Es decir, para que aprovecháramos el tiempo juntos y pudiéramos disfrutar de lo que hiciéramos.

Por otra parte, me dejan libertad para realizar las actividades que yo considere oportunas, y lo valoro mucho, porque significa que confían en mi criterio.

– ¿Con qué te quedas por el momento de tu experiencia de voluntariado?

Difícil pregunta… Las cosas negativas te hacen que valores todo de otra forma.

Si me tuviera que quedar con algo como voluntaria, sería con los abrazos y la alegría que muestran los niños/as cuando llego al centro. Creo que es lo mejor.

– ¿Qué has aprendido o qué beneficios tiene para ti realizar este voluntariado?

Todas las personas deberían hacer un voluntariado en un momento de su vida. Esto es como vivir en otro país durante un tiempo. Hay que conocer cómo viven los demás. Para no creer que “eso no va contigo”.

Te abre a otra realidad, a vivirla en primera persona, a intentar cambiarla o, por lo menos, hacer que no sea tan dura.

Beneficiosa en todos los aspectos. Me ha hecho crecer como persona, como mujer, como madre y como maestra.

– ¿Quieres destacar algo más de tu labor como voluntaria de la Fundación Salud y Comunidad?

Destacaría el papel del equipo profesional que trabaja allí. Trabajan de forma incansable para que estas personas continúen sus vidas de la mejor forma posible. Es un trabajo impagable.

– Por último, ¿te gustaría aprovechar esta entrevista para hacer algún otro comentario?

Sí, quiero agradecer a mi familia los valores que me inculcaron de pequeña. Valores de altruismo, respeto, tolerancia… todos esos por los que debemos luchar para vivir en sociedad.


El Impulso, Promoción, Selección y Capacitación del Voluntariado de la Fundación Salud y Comunidad (FSC)  es posible gracias al apoyo de subvenciones de la Administración Pública, contáctanos si quieres colaborar:
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