¿Quién dijo que “lo hicimos porque no sabíamos que era imposible”?, ¿Jean Cocteau?, ¿Mark Twain?, ¿Albert Einstein?, ¿los tres?, ¿fueron otros intelectuales practicantes? Sí, practicantes, para que, como decía el genio de Pablo Picasso, “cuando llegue la inspiración, que ésta me coja trabajando”.

El que escribe no tiene la respuesta pero sí la tiene, o al menos cree tenerla, cuando esta pregunta se traslada a ¿por qué no han desaparecido los servicios de atención a colectivos “frágiles” como son los de infancia y de diversidad funcional que estaba gestionando hasta hace poco el Grupo Emaús?

Quizá antes conviene aclarar al lector/a que el Grupo Emaús es una entidad social y solidaria que está integrada por diferentes asociaciones y fundaciones que operan en la comarca de la Marina de Alicante desde hace unos 40 años y que, por múltiples circunstancias adversas, se encuentra en un proceso de liquidación concursal que parecía comportar el cierre progresivo de sus servicios, con el consiguiente perjuicio que se le ocasionaba, tanto a las centenares de personas atendidas como a los/as casi 300 trabajadores/as que compartían con ellos su día a día.

Bien, esto es lo que parecía pero… los/as trabajadores/as de los diferentes centros de esta entidad, en lugar de resignarse y esperar un final que parecía inminente e inevitable (el traslado de los/as usuarios/as de las que eran sus “casas” -para muchos desde hacía años-, su entorno, sus “familias”…), se enfrentaron a la adversidad. Y por adversidad se debe entender el seguir trabajando aunque se llevaran meses, muchos, sin cobrar. Los Dani, las Isas, los Iván, las Margas, los Francescs, los Juan, las Vimas, las Silvias, etc. demostraron con trabajo y dedicación, y bien asesorados desde sus respectivos sindicatos -¡qué gran labor!-, que lo más importante eran las personas a las que atendían.

Este esfuerzo no fue en vano y el resto de actores principales de esta historia de “lo imposible”, también optaron por tomar un papel principal pues la causa lo merecía. Hay que destacar el papel de la Administración Concursal, una figura que debe velar en primer lugar por el interés de los acreedores del concurso mercantil, pero que ha demostrado “alma, equidad y humanidad” en todas sus acciones. Ha sido uno de los grandes artífices de este logro.

Pero ante la situación de emergencia social real en la que se encontraban los proyectos gestionados por esta entidad era necesario, vital, que desde la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana se liderara el proceso de cierre -¿salvación?- de los proyectos gestionados hasta la fecha. Y así fue. Así ha sido. Y principalmente por el empeño sostenido que ha caracterizado al trabajo realizado desde las Direcciones Generales de Infancia y Adolescencia y de Diversidad Funcional, pues desde el primer momento ambas Direcciones Generales entendieron que debía prevalecer la atención de las personas usuarias por encima de todo, pero sin olvidar el impacto que las medidas que se adoptaran pudieran tener en sus familias y en los/as trabajadores/as.

No nos podemos olvidar tampoco de otros agentes sociales, de administraciones locales, de entidades financieras como Triodos Bank, de proveedores locales, de donantes anónimos… pues todos ellos, cada uno con su cuota correspondiente, han contribuido a hacerlo posible…

¿Y la Fundación Salud y Comunidad (FSC) ha contribuido de alguna manera a alcanzar este sueño que parecía imposible imposible?

Pues, en opinión de este mero narrador que ha conocido de primera mano los últimos meses de la historia de esta entidad alicantina, la respuesta es sencilla: sí.

Meses que dan para mucho. Momentos emotivos, sinsabores, nervios, paz inquietante… todo un amplio repertorio de contradicciones pero, como se suele decir, la primera imagen es la que cuenta y esa primera imagen, cuando se tuvo opción de conocer la labor realizada en los diferentes centros, nos cautivó. Era imposible no impregnarse del cariño y la sensibilidad que se respiraba en cada servicio ante las personas que más necesitan de ese cariño y sensibilidad. ¿Se podía no hacer nada cuando estaban a punto de desaparecer las “casas”, “sus casas” de muchas de estas personas y tantas familias corrían el riesgo de ver que su economía se resintiera gravemente? Pues no, una entidad como la nuestra debe intentar ser parte de la solución, y así se trasladó desde la gerencia de FSC al resto de la entidad, empezando por nuestro Patronato y su presidente al frente, y a todos aquellos que, en mayor o menor medida, pudieran/quisieran obrar este “milagro”. Y así se iniciaron unos largos meses de trabajo, pero más largos lo son para aquellos que viven en la incertidumbre constante, y por si esto no fuera poco, con fecha casi cierta de finalización.

Sí, han sido meses de arduo trabajo en los que nuestra fundación ha colaborado y/o negociado con el propio equipo directivo de Emaús, con la Administración Concursal, con los/as trabajadores/as, con sindicatos, con la Generalitat Valenciana… pero siempre con la voluntad de conseguir que los proyectos se mantuvieran y que continuaran, si no todos, la mayoría de ellos, aunque el gestor final no fuera nuestra entidad. Y sí: gracias a este trabajo conjunto, cooperativo, solidario en el que todas las partes implicadas han remado en la misma dirección, se ha llegado a buen puerto.

En concreto, nos referimos a la gestión desde el pasado 1 de julio de 86 plazas para infancia y 21 para personas con diversidad funcional en centros, todos ellos ubicados en diferentes municipios de las comarcas de la Marina Alta y Marina Baja, en la provincia de Alicante. Estos proyectos los ha empezado a gestionar nuestra entidad a través de un procedimiento de emergencia dictado por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.

Así pues, retomando esa sabia afirmación de Séneca, vigente más de 2.000 años después, “no es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos. Es porque no nos atrevemos que las cosas son difíciles”. En este caso, gracias a la suma de muchas voluntades que un día se declararon imbatibles, pues la causa lo merecía, los servicios de infancia y diversidad funcional siguen, la esencia de los mismos también y ahora solo queda trabajar. Y mucho. Pero eso solo es trabajo, lo titánico ya se ha hecho pues nadie sabía que era “imposible”.