¿Cómo se pueden resumir diez años de trabajo, esfuerzo y sacrificio en unos pocos párrafos que es el espacio del que disponemos? La verdad es que no creemos que lo consigamos. Transmitir tantos recuerdos, emociones, agradecimientos en esta oportunidad que se nos brinda se nos antoja una labor casi tan compleja como la que llevamos cada día a cabo en cada uno de los servicios y centros que gestionamos. Aún así, apreciados lectores, lo vamos a intentar.

Este pequeño relato -pues no podemos, por motivos obvios, entrar en los detalles de nuestra “intrahistoria” que estamos convencidos que les cautivaría, como lo ha hecho con nosotros a lo largo de esta década- pondrá especial énfasis en aquellos momentos de nuestra corta pero intensa experiencia asistencial (¿o deberíamos decir, “existencial”?) que hemos considerado clave para poder entenderla en su conjunto.

Diez años pretendiendo que nuestros mayores se sientan “Como en Casa”

Érase que se era… en los albores del siglo XXI, que unos profesionales de FSC con experiencia en otros ámbitos de la intervención social bastante alejados de la atención a las personas mayores y con unos socios que, en ese momento, también desconocían este ámbito de intervención, arribaron a un pueblo de la Vega Baja alicantina, Benejúzar, para gestionar el primero -y el primer amor siempre se recuerda de una manera especial- de los centros residenciales de atención a personas mayores. La suerte impagable para estos profesionales fue la de encontrarse a un grupo de profesionales implicados que les enseñó todo lo que sabían y más de cómo “cuidar” a nuestros mayores y también a sus familias. Y es posible que ellos no lo sepan, pero su principal “enseñanza” fue la de mostrarnos que por mejores que pudieran ser nuestros protocolos de trabajo, éstos carecían de valor si al final nuestras intervenciones estaban exentas de calidez, amor y comprensión hacia las personas atendidas. La gran mayoría de ellas con importantes dependencias funcionales, cognitivas y hasta sociales. Para muchas de ellas nosotros éramos que se era… su único, o de los únicos, referentes en su vida cotidiana.

A este primer “hijo” alicantino muy rápidamente no le faltaron “hermanos”. Al inicio, muchos de ellos muy cercanos, por la zona levantina, pero poco a poco los territorios, en la medida que también iba creciendo nuestra predisposición a seguir aprendiendo de todos nuestros “hijos”, se fueron ampliando hasta extender nuestra presencia a un total de 6 CCAA en la actualidad y convertirnos en una de las entidades referentes en este ámbito de atención en nuestro país. Un referente en el que nuestros profesionales tienen mucho (¿todo?) que ver. ¿Cuántas horas de sueño, de su vida familiar… más allá de las que tienen contratadas habrán dedicado a “nuestro” proyecto? Seguro que muchas. Son los grandes valedores de nuestro modelo de intervención. Nos han aportado conocimientos, buenas prácticas, dedicación… Sin ellos nada hubiera sido posible como tampoco lo hubiera sido de no haber contado con el respaldo de una entidad que, aunque tuvo sus inicios en otros ámbitos muy lejanos de éste, entendió que era preciso impulsar esta área de actuación en la organización. Esperemos que tanto a unos (profesionales) como a la otra (entidad) podamos haberles devuelto desde nuestra área todo aquello que nos han dado y que ha sido, sencillamente, todo. Muchas, muchas, gracias.

Durante esta trayectoria, y como suele suceder en la vida misma, han habido pérdidas, incorporaciones, reencuentros -¡Qué emocionantes han sido éstos y cómo nos han permitido reafirmarnos en que estábamos en la línea correcta!-, cambios de compañeros de viaje -Sí, muchas veces hemos caminado solos pero en otras muchas no ha sido así y hemos tenido la suerte de aprender también de esos compañeros y nos gustaría pensar que ellos también de nosotros- Pero en todo momento de este ir y venir hemos intentado -¿lo habremos conseguido?- que nuestras personas mayores, sus familias, nuestros profesionales, nuestros socios, nuestros voluntarios y también aquellas administraciones que han confiado en nosotros supieran que nosotros estábamos allí, que creíamos en lo que estábamos haciendo y que, aunque pudiéramos no estar acertados en todas nuestras decisiones, siempre teníamos presente que todas nuestras actuaciones debían estar dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores, ésas que son el motor de nuestra existencia. Ésas por las que siempre tratamos de innovar -¿Cuántas han sido las iniciativas innovadoras en estos años?- Ésas por las que seguiremos quitándonos horas de sueño si hace falta. Ésas por las que… nos seguiremos dejando la piel ¿Verdad?

Y como en este breve relato no podemos nombrar a todos los héroes y heroínas del mismo por motivos obvios, y porque sería injusto olvidarse de algunos de ellos, nos gustaría nombrar a uno solo. En este caso a una sola pues entendemos que ella desde su silencio, desde su butaca en la Residencia de Benejúzar en la que sigue devorando libros sin cesar mientras que el inexorable paso del tiempo deja huella en su cuerpo y sin que ella lo sepa ha sido nuestra fuente de inspiración a lo largo de este tiempo, pues mucho de lo que hacemos lo hacemos por y para personas que están y son como ella y que tanto nos han dado y nos siguen dando. ¡Gracias por todo, Elvira! ¡Te queremos!

Firmado: Área de la Atención a la Dependencia de la FUNDACIÓN SALUD Y COMUNIDAD