El pasado 25 de mayo, iniciábamos la actividad presencial en este servicio situado en Barcelona, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), con todas las medidas necesarias para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Atrás quedaban largas semanas de confinamiento, en las que la atención telefónica constante y las propuestas de actividades diarias, habían sustituido la asistencia de un servicio que acompaña diariamente a las personas y que les ofrece terapia ocupacional en su proceso de rehabilitación de las adicciones; usuarios/as que estaban deseando volver, para reencontrarse en este espacio y que, finalmente, lo han podido hacer.

“Han sido días difíciles los que hemos vivido, en los que la angustia, el miedo, la incertidumbre y la tristeza, han acaparado nuestro día a día. Nos encerramos en nuestras casas y nuestra actividad se limitó a lo que podíamos hacer entre nuestras cuatro paredes y lo tratamos de hacer lo mejor posible”, afirma Sandra Gasca, coordinadora del servicio.

La actividad del Centro de Día de Reinserción «La Crisàlide» pasó de ser presencial y diaria a realizarse durante el confinamiento, también diariamente, pero de forma telemática, a través del teléfono y de las nuevas tecnologías, en los casos en los que era posible.

“Fue un cambio muy grande, realizábamos intervenciones individualizadas, en las que se daba espacio a toda la amalgama de sentimientos y emociones que esta crisis sanitaria había provocado en cada persona atendida.  A la vez, a diario, se proponían actividades para guiar al grupo en la ocupación saludable de su tiempo, tratando de ayudar a pasar mejor el tiempo de confinamiento, atendiendo, pues la situación así lo requería, distintos ámbitos de la persona”, señala.

Ante estas nuevas circunstancias, se propusieron actividades físicas, de relajación, culturales, manuales, de ocio, concursos, actividades culinarias, de lectura… dado el mayor tiempo libre que la situación de confinamiento había provocado. Con el paso de los días, se empezó a ofrecer atención presencial a casos más urgentes que de forma individualizada necesitaran una atención puntual, así como a situaciones de recaídas o de duelos de familiares.

Finalmente, el pasado 25 de mayo, con la entrada de Barcelona en la Fase 1, el centro abrió sus puertas para poder empezar a realizar sus actividades de forma presencial, con todas las medidas necesarias, reorganizando horarios, grupos y tareas de ocupación. Desde entonces, el 60% de las personas usuarias se ha ido incorporando de forma gradual, asumiendo la nueva realidad y siguiendo todos los protocolos necesarios, para poder mantener las distancias de seguridad y no ocupar todo el espacio que anteriormente se utilizaba.

“Pasará un tiempo hasta poder volver a reencontrarnos todos/as, pero recuperar parte de las rutinas, supone mucho más de lo que tuvimos durante muchas semanas y eso ya es esperanzador”, expresa Sandra Gasca.

El reencuentro con las tareas que quedaron a medio hacer, la recuperación de las rutinas, volver a ver caras conocidas o amigas y al equipo profesional que ha estado acompañando a los usuarios/as durante todo este tiempo, y con el que tantas conversaciones han tenido, compensan las nuevas rutinas de limpieza y desinfección que ahora forman parte del nuevo día a día del centro.

“A las 11 de la mañana se desinfecta, a las 13:30 se vuelve a hacer y a las 17 horas, de nuevo desinfectamos. Adaptarse o adaptarse, no nos queda otra, pero es más llevadero cuando se hace en un espacio de confianza donde prevalece el respeto y la armonía. Al equipo profesional de ‘La Crisàlide’, siempre muy próximo a las personas usuarias, poner barreras de metacrilato, mascarillas o pantallas no nos resulta nada fácil, pero recuperar nuestro espacio y lo que aquí hacemos, compartimos… compensa la incomodidad de las barreras de protección y de las desinfecciones constantes. Que hay que limpiar, pues limpiamos, que debemos protegernos todos/as, pues nos protegemos… Lo que haga falta para recuperar nuestro espacio y nuestra rutina”, mantiene la coordinadora del servicio, Sandra Gasca.

“Así que nuestra nueva realidad se verá condicionada por turnos más cortos, tendremos grupos más reducidos, con asiduidad intercalada, y seguiremos haciendo uso de las mascarillas y recurriendo a frecuentes desinfecciones. Eso sí, pondremos todo de nuestra parte para que el servicio siga compensando a nuestros usuarios/as, para que continúen encontrando un espacio amable y próximo, en el que poder poner en práctica todo lo aprendido entre terapias y confinamiento”, explica.

En cuanto a los usuarios/as nuevos que ya están llegando al servicio, esperamos que encuentren un espacio, en el que poder realizar los cambios que necesitan, si bien, ahora, con todas las medidas preventivas frente al COVID-19. Pero la vida sigue, y la buena noticia es que la esencia de “La Crisàlide” sigue siendo la misma de siempre y que vuelve a estar activa, viva y en constante adaptación al cambio, para seguir dándolo todo.