Tras esos primeros momentos de la pandemia, la puesta en marcha de los protocolos, los cambios de aforos, las distancias y mascarillas… vinieron las obras, y con ellas, las cajas, el polvo, los ruidos, el caos… si bien, con el fin de las obras, también llegó la calma, el orden, la sensación de espacio, y muchas posibilidades nuevas que ofrecer a las personas que acompañamos en su proceso de deshabituación de una adicción.

En el Centro de Día “La Crisàlide” de Barcelona, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad, trabajamos desde hace 30 años, realizando talleres de actividades manuales y artísticos que pretenden ser un canalizador de estados emocionales y nuevas vías de expresión para sus participantes. Asimismo, el sistema de trabajo diario pretende sentar las bases de las rutinas, la constancia y el compromiso, aspectos fundamentales en un proceso terapéutico.

Hasta el momento, disponíamos de un espacio único que nos permitía atender a un solo grupo a la vez y, por tanto, llevar a cabo una sola actividad en cada momento. Con la realización de las obras, el centro ha ganado un nuevo espacio que nos permite desarrollar actividades simultáneas. De esta forma, por primera vez, nos planteamos la posibilidad real de poder ofrecer nuevas actividades y, por tanto, de ampliar el tiempo de estancia diaria en el servicio para uso de sus participantes.

“Todas las propuestas parten siempre de la práctica de alguna actividad que pueda sumar en el proceso de rehabilitación y reinserción. Para nosotros/as además es fundamental que la forma de llevar las actividades a cabo, no pierda el sentido de respeto e inclusión que el centro siempre ha tenido y por el que se caracteriza”, expresa Sandra Gasca, coordinadora del Centro de Día “La Crisàlide” de FSC.

También nos explica que, en respuesta a los cambios ocurridos desde el inicio de la pandemia, los lunes ha empezado un grupo de “Alfabetización digital”, dirigido a todas aquellas personas con pocas habilidades digitales, que necesiten un acompañamiento para aprender a llevar a cabo las gestiones que, en la actualidad, deben realizarse de forma telemática, así como aprender a crear y mandar un correo electrónico, ya sea desde un ordenador o utilizando otros dispositivos como tablets o móviles. “La idea es poder avanzar en este acompañamiento e ir viendo distintas plataformas que les puedan ser de utilidad para sus gestiones económicas, personales, laborales, e incluso sociales”, señala Sandra Gasca.

Por otro lado, los martes se ha iniciado el grupo «Cuerpo y mente», en el que se trabajan todos los aspectos relacionados con el bienestar físico, psicológico y emocional de las personas, poniendo conciencia a la vida, a nosotros/as mismos y a nuestro entorno, para desarrollar habilidades socioemocionales. Se pretende así dar a conocer nuevas formas de relacionarnos con nosotros/as, nuestros cuerpos y con las demás personas.

De momento, se han iniciado con buena acogida estas actividades, ofreciéndolas a las personas que asisten al servicio, de manera que puedan decidir, voluntariamente y bajo asesoramiento profesional, si quieren participar en las mismas.

“Mi valoración es muy buena, ya que tenemos estos dos grupos en funcionamiento, con unos primeros resultados muy favorables. La idea es ampliar estos grupos a personas externas al recurso y derivadas desde los mismos centros derivadores, que puedan no estar interesados en el proyecto en su conjunto por incompatibilidades, pero que sí puedan mostrar interés por estos grupos de actividades semanales”, manifiesta la coordinadora del Centro de Día “La Crisàlide” de FSC.

Para ello, será necesario ir valorando la demanda y también, ir viendo la manera de ampliar el horario de atención profesional para poder llevarlo a cabo, sin afectar a las actividades que ya están funcionando de forma óptima en el centro “La Crisàlide”, indica Sandra Gasca.

Sin duda, se trata de un primer paso hacia la consolidación de un servicio, emblema de FSC, que lleva a cabo actividades terapéuticas, ocupacionales y educativas que facilitan la deshabituación de las drogodependencias y la reinserción sociolaboral, con la mirada puesta en seguir ampliando sus actividades, para poder incrementar el tiempo de atención a sus participantes y con ello, la mejora de los objetivos del centro.

Unos objetivos centrados en la consolidación de la abstinencia, el aumento de la autoestima, el desarrollo de habilidades personales y sociales, así como la recuperación de hábitos pre-laborales, si es el caso. Todo ello, junto con el soporte terapéutico y afectivo del equipo profesional del servicio, que contribuye a la preparación de la persona para la integración participativa, activa y afectiva en su entorno personal y social.