Hoy quiero contar la historia de un sueño y de cómo creer en algo y luchar por ello, sobreponiéndote a las dificultades que encuentres en el camino, te llevará tarde o temprano a conseguirlo, por difícil o imposible que te parezca.

Cuando las casualidades de la vida me llevaron al Taller Sociolaboral, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), hace ahora 20 años, supe que ese era mi lugar, que ese era el espacio donde quería crecer profesional y personalmente, ayudando a personas que estaban intentado recuperarse de una adicción.

Me pareció extraordinario que un espacio amable y tierno como aquel, utilizara una manualidad como pretexto para acercarse a las personas que habían sufrido tanto y que estaban intentando recuperar su camino, después de haberse perdido en él.

Tuve la suerte de tener un gran maestro que me enseñó que la ternura, el cariño, el abrazo y la sonrisa pueden aumentar exponencialmente el efecto del tratamiento, si consigues generar un espacio de empoderamiento, confianza y seguridad. Me enseñó a creer que nuestra tarea, aunque pequeña, podía ser muy importante. Y eso marcó mis pasos, mi trayectoria y mis convicciones, y me hizo creer y luchar para conseguir crecer junto con el propio espacio.

El taller siempre ha sido un recurso pequeño de tamaño, pero grande de espíritu. Empezó hace 30 años en una sala muy pequeña y sin ventilación, con un gran póster en la pared simulando una ventana y, poco a poco, fue ganando espacio, ofreciendo siempre más un ambiente de cambio que un gran taller.

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Nunca tuvo grandes expectativas, poniendo siempre el foco en las personas usuarias, con poco presupuesto, pero grandes objetivos… Pasó por momentos muy difíciles, pocas subvenciones, incomprensión de la actividad terapéutica llevada a cabo, equipo reducido a una persona … y esto hizo que estuviera a punto de desaparecer…. Pero toda lucha tiene su recompensa y nunca dejé de creer en el proyecto ni de quererlo y seguí invirtiendo toda mi energía en él.

Poco a poco y con el esfuerzo y cariño de las personas usuarias, la confianza de los centros derivadores, la dotación adecuada de recursos por parte de la administración, y la confianza que FSC siempre tuvo en este servicio, fuimos llegando al momento actual, al Centro de Día “La Crisàlide”, financiado por el Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Cataluña.

Hoy, “La Crisàlide” es un centro con instalaciones renovadas, con espacios nuevos, con nuevos proyectos internos, con miradas hacia fuera participando en un proyecto europeo, con un equipo profesional enormemente entregado que siente, igual que yo lo hice en su día, que este es un espacio muy valioso y que hay que seguir trabajando para visibilizarlo y para hacerlo llegar al mayor número de personas posible.

Hoy me siento, como me decía ayer una persona usuaria del recurso, como una niña con zapatos nuevos. Y es que hoy sonrío y siento que todo el recorrido ha tenido sentido, que el esfuerzo, la constancia, la lucha y el no decaer ante la adversidad ni ante la duda, han tenido su recompensa….

Y este es exactamente el mensaje que damos a las personas que llegan al centro para hacer un proceso terapéutico: «Seguramente no será fácil, pero si persistes, si luchas, si te mantienes constante, si tienes claro qué quieres conseguir, si no abandonas aun cuando todo te parezca imposible …, sin duda llegarás mucho más lejos de lo que puedas imaginar y estaremos aquí para acompañarte en tu camino».

 “La Crisàlide”, a pesar de las dificultades, sigue siendo un símbolo de lucha y de transformación en sí misma. Un servicio con una tarea encomendada de la que no nos podemos sentir más orgullosos/as.


Sandra Gasca Cuyàs
Coordinadora del Centro de Día “La Crisàlide”
Fundación Salud y Comunidad