El pasado mes de septiembre, dos profesionales del Servicio de Acompañamientos para la Vida Autónoma (SAVA), de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), se acercaron al centro penitenciario de jóvenes de la Roca del Vallès, en Barcelona, para impartir un taller sobre hábitos saludables. La propuesta de trabajo que plantearon, consistió en una dinámica en la que los participantes debían relacionar distintos hábitos saludables con la periodicidad recomendada, actividad en la que se dio a conocer además los beneficios que se obtienen al aplicarlos, así como estrategias específicas para conseguir realizar y mantener estos buenos hábitos de vida.

El SAVA es un servicio especializado en el acompañamiento educativo de personas en proceso de deshabituación de las adicciones, en el que se trabaja específicamente en hábitos saludables. Desde el proyecto Impuls Jove, gestionado también por FSC, desarrollado en este centro penitenciario, se invitó al SAVA para impartir y compartir herramientas y conocimientos sobre hábitos saludables, experiencia en la que se compartieron sinergias entre ambos proyectos y que tuvo buena acogida.

Concretamente, se llevó a cabo una dinámica, en la que se trabajaron distintos hábitos saludables (higiene personal, uso de pantallas, toma de medicación, alimentación, etc.), relacionándolos con la periodicidad recomendada (por ejemplo, 5 comidas/día; realizar una ducha diaria; como máximo 3 horas de exposición de pantallas al día; medicación prescrita para evitar abusos, etc.), explicándose los beneficios de su aplicación y las estrategias para mantenerlos.

Abordar los hábitos saludables con personas que tienen problemas de adicción y/o que están en el ámbito penitenciario, es una parte importante del trabajo educativo a realizar y en el que hay que insistir mucho a lo largo de los procesos de deshabituación y reinserción, afirma Andrea Meana, coordinadora del SAVA.

Asimismo, explica que, “en el taller realizado en el centro penitenciario, pudimos observar que los participantes conocían bastante bien qué eran los hábitos saludables y cada cuánto había que aplicarlos. Eso sí, aunque la teoría parecía estar clara, los participantes compartieron que llevarlos a cabo era más complicado; bien por no tener ese hábito o por no darle importancia. Lo mismo ocurre muchas veces en contextos no penitenciarios para la deshabituación de las adicciones; la teoría se sabe, pero llevarla a la práctica cuesta mucho más. Es habitual que aparezcan resistencias que justifican mantener el hábito y no cambiarlo. Un ejemplo son este tipo de comentarios: ‘a mí no me afecta dormir pocas horas’, ‘no necesito desayunar, solo necesito un café, entre otros’, señala la coordinadora del SAVA.

En el marco del contexto de realización de este proyecto, hábitos como adquirir una rutina diaria, mantener una higiene adecuada, tomar la medicación según la prescripción médica, y realizar las tareas domésticas, entre otros, son fundamentales para adquirir (o volver a instaurar) ese orden al día a día. Si no se trabajan esos objetivos, será complicado que se pueda mantener un trabajo, pagar puntualmente el alquiler de un piso y todas esas responsabilidades que por cotidianas pueden pasar más desapercibidas.

“Esto significa que los hábitos saludables están directamente relacionados con la capacidad para mantener una vida autónoma responsable y saludable, y por ello redundan de forma muy positiva en la calidad de vida de las personas. El aumento de la calidad de vida al mejorar y mantener unos hábitos saludables, es un objetivo que se consigue a largo plazo, después de haber logrado mantener esos hábitos por un periodo de tiempo”, matiza Andrea Meana.

En este sentido, “trabajar los hábitos saludables implica mucho más que el trabajo de ese hábito en concreto. Por ejemplo, hacer un entrenamiento de resistencia a la frustración cuando la persona recae en un hábito poco saludable, revisar qué ha pasado, proponer una nueva estrategia si las antiguas no funcionan, etc.”.

Cabe señalar además que aspectos como el manejo de estrategias para la prevención de recaídas, o la elaboración de la historia personal, son más atractivos para las personas que están en un proceso de recibir ayuda terapéutica y educativa, y por ello, los hábitos saludables pueden no recibir toda la atención que precisan. La motivación para hablar de los hábitos saludables y marcarse objetivos para trabajar sobre ellos, acostumbra a ser más baja. Por ello, en el SAVA insisten en la importancia de hacer un acompañamiento con profesionales sobre estas cuestiones.

Dada esta dificultad añadida, desde el SAVA, tienen una serie de estrategias que comparten con las personas a quienes acompañan. Algunos ejemplos son el uso de una planificación semanal, poner alarmas en el móvil con recordatorios, usar el calendario del teléfono que esté sincronizado con el correo electrónico u otros dispositivos, uso de menús semanales para elaborar una lista de la compra saludable y realista con el presupuesto, utilización de plantillas para los gastos mensuales, instalación de aplicaciones para el móvil que informan de cuánto se ha caminado y que permiten establecer objetivos, entre otras estrategias.