Tras años de labor profesional y comprometida con el colectivo especialmente vulnerable de drogodependientes que siguen consumiendo drogas, nuestros centros de reducción de daños en las localidades de Valencia y Castellón acaban de sufrir un duro golpe.

Un importante recorte obliga a FSC a redefinir sus centros de reducción de daños en la Comunidad Valenciana
Instalaciones del CIBE de Castellón

La Generalitat Valenciana ha reducido de manera drástica la subvención que venían recibiendo, y que era la fuente principal de mantenimiento de sus actividades, junto con otras contribuciones menores que también han decrecido, como por ejemplo con cargo a la casilla «fines de interés social» del impuesto sobre la renta, y otras de tipo municipal o provincial.

Concretamente, en el caso del Centro de Intervención de Baja Exigencia (CIBE) de Valencia, su subvención desciende en un 31,15%, desde 472.045 euros para el año 2011 a 325.000 euros para el 2012. En el caso del CIBE de Castellón, la disminución resulta aún más acusada (un 42,8%), pasando de recibir 460.000 euros en el 2011 a 263.000 euros en 2012. Esta reducción se sitúa en la línea de otras similares que han sufrido muchas otras entidades sociales, al recortarse de forma muy relevante la partida de subvenciones del presupuesto de la Conselleria de Sanitat.

Como entidad comprometida con la salud y el bienestar de los más desfavorecidos, nos parece que habrían otras partidas presupuestarias mucho más apropiadas para reducir gastos, y otras fórmulas igualmente adecuadas para mantener ingresos. Pero lo cierto es que aquí no nos queda sino adaptarnos a lo concedido, agradecer a la Generalitat su esfuerzo, ya que en definitiva FSC continúa recibiendo una cantidad relevante, e intentar hacer de ella el mejor uso posible.

En ese sentido, tras analizar varias opciones y con un proceso de consultas a las direcciones de los respectivos centros, finalmente se ha optado por las que han parecido las soluciones que ofrecen un mejor balance de servicios útiles para el mayor número posible de beneficiarios, y al tiempo nos han permitido que los ajustes de plantilla fueran, pese a ser dolorosos, lo menos malos posibles. Se ha reducido el horario de atención al público, se han reajustado las ofertas asistenciales y nos hemos visto obligados a prescindir de algunos compañeros y reducir la dedicación o retribuciones de los restantes. Hay que considerar que cuando se conoció la noticia ya habían transcurrido varios meses en los que, aunque se habían tomado ciertas precauciones, básicamente se había gastado el presupuesto de forma similar a la del año anterior, con lo que la cantidad disponible para el resto del año quedaba muy menguada. Creemos que quedará sobradamente resumida la posición de la Fundación si decimos que, en nuestra opinión, cualquier otra solución global con los recursos disponibles hubiese sido peor.

Continuamos pues nuestra andadura, con la esperanza de que la situación no siga degradándose y nos permita, más temprano que tarde, reconstruir lo que con tanto esfuerzo y dedicación profesional se había edificado a lo largo de los años.