Doctora en Medicina y Cirugía General por la Universidad de Zaragoza, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, trabaja como directora y médica (comparte ambas funciones) de la Residencia y Centro de Día “Las Fuentes” en Zaragoza, gestionada por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en consorcio con Valoriza Servicios a la Dependencia. Compagina estas funciones con sus tareas como miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y de la Sociedad Aragonesa de Geriatría y Gerontología (SAGG).

– ¿Cuánto tiempo llevas trabajando como directora de la Residencia y Centro de Día “Las Fuentes” y qué balance haces hasta el momento?

Como directora y médica desde febrero de 2002. Como médica llevo más, desde el primer día en el que se abrió el servicio en abril de 1997.

Mi balance es totalmente positivo, adoro el centro y mi trabajo. La residencia para mí es “mi otra casa”. Cada cosa que sucede, buena y menos buena, la vivo como algo propio.

– ¿Qué te llevó a especializarte en personas mayores?, ¿por qué el sector de los mayores en concreto y no otro?

Fue el destino que tenía deparado para mí el Universo. Yo había trabajado en traumatología, en atención primaria en un centro de salud, en urgencias hospitalarias y domiciliarias, etc. Se abrió esta residencia, me ofrecieron el trabajo y aposté por ello sin saber muy bien el motivo… Al poco tiempo lo supe, era mi sitio.

– ¿Qué momento o momentos recuerdas como los mejores en el desempeño de tus funciones como directora de este centro?

Son tantos… cada día hay un buen momento… Me han dicho cosas preciosas. Una vez me dijo una residente: “te quiero tanto, que unas veces te quiero como si fueras mi madre, y otras como si fueras mi hija”. ¿Se puede decir más con menos palabras? Ese día supe que todo, cualquier esfuerzo, merecía la pena…

Muchos de mis mejores momentos han sido compartidos con los trabajadores/as del centro, algunos de ellos no solo excelentes profesionales, sino maravillosas personas, siempre dispuestos a ayudar y a dar lo mejor de ellos.

– ¿Y el momento o circunstancias más difíciles?

También ha habido alguno, pero casi nunca por cuestiones relacionadas con los usuarios/as. A veces he tenido algún mal momento por algún familiar que ha depositado su sentimiento de culpa en nosotros y nos lo ha querido poner difícil… Otras veces cuando veía que no podía conseguir de la Administración los recursos que me parecía que eran necesarios para el centro, pero esto ha sucedido pocas veces, porque me he puesto tan pesada que, por no oírme, me han concedido lo que pedía.

– ¿Cuál dirías que es el mayor aprendizaje que has recibido de los mayores en este tiempo?

Los mayores, sobre todo los más dependientes física y/o cognitivamente, han sido mis mejores maestros. Me han hecho mejor persona. Cuando tengo, o creo tener problemas, me pongo mi bata, me voy a ver a los que peor están y realizo alguna labor de esas de las que no me pagan por ello (darles de comer, limpiarles, etc.), me dejo besar por ellos, los abrazo, y se me corta la tontería de cuajo.

– La adaptación al centro de un mayor debe ser laboriosa por parte de los profesionales. ¿Tenéis alguna estrategia o programa especial de acogida?, ¿en qué consiste?

Tenemos un protocolo de acogida e ingreso al centro. En este programa participan las tres áreas de trabajo del centro (Sanitaria, Psicosocial y Servicios Generales). Es muy importante dar una buena bienvenida y acogida al usuario/a que ingresa en el centro. Representantes de la Junta de usuarios participan también en esta acogida.

– ¿Qué papel juega la familia en este proceso?

Es un pilar fundamental, participando ya desde el pre-ingreso que se le hace al usuario/a. Posteriormente, acude al ingreso con una actitud más relajada y contento/a al saber que va a estar “como en casa”.

– ¿Se siguen notando ciertas reticencias o recelos a la hora de ingresar a un familiar o ha cambiado la mentalidad en las últimas generaciones y el sentimiento que se podía tener antes de culpabilidad por “abandonarle” en un centro?

En la mayoría de ocasiones, siguen teniendo un sentimiento de ambivalencia entre lo mejor que podrían ofrecerle a su familiar teniéndolo en casa, y lo que les gustaría que fuese su día a día en el centro, en cuanto a cuidados. Este sentimiento es mayor cuando es el cónyuge el que ha de ingresar.

– Una vez hecha la acogida, la relación con la familia de los usuarios/as entiendo que debe seguir siendo fundamental para la buena estancia del mayor en el centro, pero ¿en qué medida puede afectar al usuario/a si la familia no está debidamente involucrada?

Siempre afecta negativamente esta actitud de la familia. Cuando los usuarios/as nos lo pueden contar, lo sabemos por ellos. Pero cuando por su patología no pueden contarlo, su estado de ánimo habla por sí solo. Por otra parte, se observa de otra forma, ya que los trastornos psíquicos tienden a somatizarse.

– A lo largo del pasado año realizasteis un gran número de actividades. ¿Cuáles destacarías como más destacadas?, ¿por qué?

Las que más aceptación tienen son aquellas que implican colaboraciones de grupos de música, baile, etc. Desde el pasado año, también hemos observado que las festividades celebradas en el jardín, y acompañadas de aperitivo y música, son las que mayor éxito y asistencia tienen, ya que a ellas acuden familiares y amigos de los usuarios/as.

– ¿En qué medida colaboró el voluntariado en estas actividades?, ¿cuántos voluntarios/as tenéis actualmente en el centro?

El voluntariado ayuda al profesional en el traslado y acompañamiento de los mayores más dependientes. Contamos con una media de 10 voluntarios, siempre hay algunos más involucrados.

– ¿Qué retos os planteáis en el servicio para este año?

Seguir avanzando en el modelo de Atención Centrada en la Persona, e implantar la utilización del sistema de gestión integral informatizado para centros de Atención a la Dependencia Aegerus.

– Gracias por habernos concedido esta entrevista Carmen.

A vosotros/as por esta oportunidad que nos habéis dado de dar a conocer nuestro trabajo.