El pasado día 20 de junio, como colofón a una semana intensa de actividades en las diferentes plantas del centro para celebrar su 10º aniversario, se vivió una tarde llena de ritmo y emociones en la Residencia y Centro de Día “Concordia” de Gavà. La Fundación Salud y Comunidad gestiona este servicio desde enero de 2012 en consorcio con el grupo Lagunduz.

¡Qué tarde la de aquel aniversario!

 

En este fin de fiesta estuvieron presentes representantes de la administración titular del equipamiento, el ICASS, también del Ayuntamiento de Gavà, así como familiares, voluntarios y trabajadores que acompañaron en todo momento a los usuarios del centro.

Por parte de FSC, asistió nuestro presidente, Francisco González; el director del Área de Atención a la Dependencia, Toni Gelida; y otros directores de residencias gestionadas por nuestra entidad.

Los asistentes al acto, más de 100 personas, fueron obsequiados con una medalla conmemorativa elaborada por los usuarios a su entrada al centro. Cabe señalar que el vestíbulo del equipamiento se decoró para la ocasión de una manera especial. Se realizó un mural de grandes dimensiones en el que se mostraba, en formato similar al utilizado en Facebook, una recopilación de imágenes y una exposición de fotos temáticas con los usuarios, familiares y profesionales que han formado parte del centro a lo largo de su trayectoria.

El acto empezó con unas palabras de bienvenida de la directora del servicio, Isabel Gavilán, y con las de dos de los trabajadores más antiguos, Jaume Castillo y Montse Huertos. Ellos ejercieron, con inusual espontaneidad y aplomo, de presentadores del evento. Al inicio de la presentación, la teniente de alcalde de Gavà, Apolonia Herrera, tuvo palabras de elogio y manifestó que “este centro es un referente para la ciudad”, haciendo entrega de un diploma honorifico que recogía la conmemoración de la efeméride.

Seguidamente se proyectó un vídeo elaborado por los trabajadores del servicio, en el que varios usuarios expresaban sus sentimientos y las vivencias de su día a día en el equipamiento. Fue inevitable aplaudir tras cada uno de los vídeos.

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Uno de los momentos más emotivos tuvo lugar cuando un familiar de una antigua residente del centro, el Sr. José Antonio Canto Tello, subió a la tarima del pequeño escenario, que él solo llenó en un momento, para leer un escrito que meses atrás había hecho llegar a la dirección de la residencia. Con ello quería mostrar su agradecimiento por la atención profesional y por el cariño que toda la plantilla de este centro había mostrado a su tía durante sus años de estancia en el mismo.

Su tono, sus palabras y la serenidad con la que las transmitió, consiguieron que todos los presentes se pudieran poner, por unos instantes, en su piel. En la piel de un familiar. Sin duda, sus palabras fueron un aliciente más para todos nosotros.

Y, tras haber alcanzado la paz en nuestros corazones, ahora tocaba acelerar el ritmo de los mismos. ¡Y nada mejor que marcarnos unos pasos de country! Fue la Asociación Cultural Can Nicanor, amigos de la residencia desde hace varios años, los encargados de levantarnos de nuestros asientos e incluso, en algunos casos, de sus sillas de ruedas. ¡Qué ritmo! Las palmas al ritmo de la música y los taconeos sobre el escenario nos contagiaron a lo largo de su intervención. ¡Bravo!

Pero, sin duda, uno de los momentos más emotivos de la fiesta fue la intervención de nuestra coral. Una coral formada por usuarios y familiares que, con más de treinta personas en el escenario, consiguió que todos los asistentes cantáramos con ellos temas populares que forman parte de un repertorio que ensayan regularmente dentro de la programación de actividades del centro.

Curiosamente, no fue una canción de la coral la que más aplausos consiguió arrancar del público, sino unas palabras pronunciadas por una de sus representantes, la Sra. Josefa Vacas, esposa de Antonio Orellana, que -con el micrófono en mano- agradeció la atención ofrecida a su familiar. Y -en un arranque más propio de una folclórica en el punto más álgido de su copla- habló de este centro como “la antesala del cielo”. Los aplausos se sucedieron a sus palabras.

Nuestro presidente, Francisco González, hizo entrega seguidamente de un diploma a Miguel Garrido, usuario del Centro de Día. Se le quiso reconocer así su excelente trabajo diario que ha permitido transformar un solar de la parte delantera del equipamiento en un auténtico vergel.

Y, como en las Olimpiadas de Barcelona, el cierre le correspondió a una canción que se ha convertido en el lema de los usuarios, familiares, voluntarios y trabajadores de este centro: “Amigos para siempre”. Una canción que respira ilusión, que contagia alegría, amistad, compañerismo, humanidad… Valores, todos ellos, presentes en el día a día de este centro.

¡Pero cómo se iba a limitar el equipo de profesionales de la “Concordia” a que esta canción sonara por los altavoces! No, ellos no se podían quedar ahí y, en su afán de dar algo más, elaboraron un vídeo, un “lipdub” («doblaje de labios») en el que aparecían todas las personas que conviven en el día a día del centro. Si alguien quiere hacerse idea del día del mismo, solo tiene que ver este vídeo. No conocerá las actividades, ni el servicio de restauración o la atención rehabilitadora,… Verá lo más importante: el gran corazón de la ConCORdia (Cor en catalán significa corazón).

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Y Jaume y Montse, los presentadores por un día de la fiesta, en su línea de picardía y efervescencia de la que hicieron gala durante toda la tarde, consiguieron salirse del guión, aunque solo fuera por una vez, para conseguir que tanto Isabel Gavilán, directora del centro, como Toni Gelida, subieran al escenario para decir unas palabras antes de dar por concluidas las actuaciones. Ambos dedicaron unas palabras de agradecimiento a todos los presentes, pero de manera especial a los trabajadores del centro por su labor diaria en el cuidado de las personas mayores.

Tras éstas, se invitó a los presentes a la sala de exposiciones en la que se recogía una muestra de los trabajos realizados por los usuarios en los diferentes talleres ocupacionales a los que acuden. Los asistentes, entre canapé y canapé, pudieron ver y tocar varias de las pequeñas obras de arte realizadas por los usuarios.

Y cuando ya parecía que la fiesta decaía, de hecho la mayoría de los asistentes ya se habían marchado a sus domicilios, a otras dependencias del centro… todavía hubo tiempo para más. En ese momento la música volvió a sonar y en la “intimidad” de la sala de exposiciones, y ya sin público, el equipo de profesionales de la “Concordia”, que por lo visto no tenía suficiente con todo el trabajo extra que le había supuesto en los últimos meses la preparación de este aniversario tan especial, volvió a rememorar las actuaciones con las que el día anterior habían obsequiado a los asistentes.

El vestuario, la coreografía, las voces… volvieron a tomar protagonismo y permitieron prolongar el optimismo durante unos minutos más. Lo cierto es que las anécdotas en ese momento se sucedieron siendo un reflejo más de la sintonía y el compañerismo de los profesionales de la plantilla. Unos profesionales a los que no cabe más que agradecer su esfuerzo en la preparación del evento y que estuvieran pendientes del más mínimo detalle durante el acto.

¡»Concordia», feliz 10º aniversario!

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