Todo el mundo nos critica, pero realmente no saben qué queremos hacer para nuestra gente (Allan, Ecuador, 23 años)

 

El pasado mes de octubre, profesionales de distintos programas del Circuito de Inserción Social de la Fundación Salud y Comunidad, asistieron a una formación impartida por la unidad de prevención y control de las nuevas bandas juveniles violentas de los Mossos d’Esquadra, en Cataluña.

El objetivo de la sesión era doble. Por una parte, conocer la estructura de las bandas juveniles violentas de origen latino (este aspecto es, a día de hoy, objeto de diversas matizaciones), así como su funcionamiento, estructura y mapa de actuación. Por otra, se trataba también de reflexionar sobre los motivos que pueden incidir y/o explicar que un/a joven se vincule a estos grupos y de qué manera se puede intervenir (tanto en la detección y prevención, como en el acompañamiento y en una posible desvinculación). Asimismo, a lo largo de la exposición, se dio a conocer la tarea desempeñada por esta unidad de prevención y control.

El primer concepto que se explicó durante la jornada fue la definición de banda. A nivel europeo, se citó la definición dada por el “European Network Eurogang” (red europea de investigación sobre bandas), cuando afirma que una “street gang” es: “un grupo juvenil, duradero, con orientación hacia la calle y otros espacios públicos y con una identidad grupal definida de forma primordial por la participación en actividades delictivas”.

Las bandas son agrupaciones muy complejas y heterogéneas de jóvenes, que se estructuran jerárquicamente, y que tienen en común una ideología y unos valores que fomentan la adhesión de los miembros al grupo y la identificación identitaria. Los estatutos o leyes, los símbolos (a veces representados también por determinados colores) y la organización por territorio, son asimismo rasgos de su funcionamiento y cultura. El abono de cuotas que los miembros abonan en aras de posibles gastos que deba afrontar la banda, el uso de las redes virtuales y los obstáculos para abandonar el grupo son otros signos destacables.

El origen de las denominadas bandas latinas es diverso. Así, en el caso de los “Latin Kings”, su origen es estadounidense; los “Ñetas” proceden de Puerto Rico, y los “Dominicans Don’t Play” son de la República Dominicana.

Habitualmente, los componentes de estas bandas son personas de edades comprendidas entre los 12 y los 25 años de edad, muchos de ellos llegados a nuestro país al final de su infancia o durante el inicio de su adolescencia. Podríamos decir que este proceso de adaptación a una realidad cultural diferente no siempre dispone de suficientes herramientas de acompañamiento, favoreciendo la búsqueda de un grupo, y de un lugar que posibilite ubicarse y sentirse comprendido. Así, la falta de atención por parte de los adultos, la insatisfacción de necesidades afectivas y la ausencia de modelos de referencia, es un elemento común entre estos jóvenes.

No obstante, a lo largo de la formación vimos también cómo, en la actualidad, podemos encontrar en estos grupos personas procedentes de todas las nacionalidades, incluida la española.

En líneas generales, en España, se ha detectado un descenso de estos grupos motivado no solo por un mayor control, sino también por una estrecha colaboración entre diversos agentes sociales, especialmente servicios sociales y centros académicos. La sensibilización y formación realizada en los institutos ha jugado un papel primordial.

La política de intervención de esta unidad de prevención y control de las nuevas bandas juveniles violentas de los Mossos d’Esquadra, ha ido cambiando desde su creación. En 2011, trataban de mediar entre bandas para prever las acciones violentas, pero en estos momentos se ha apostado por otro tipo de intervención, que favorece la prevención en distintos espacios, a la vez que trabaja desde el cumplimiento de la ley, sobre todo en el espacio público.

Desde FSC destacamos la tarea que se realiza en colaboración con los agentes sociales e instituciones educativas para reducir este fenómeno social y para proteger a los jóvenes que quieren dejar la banda, que se sienten coaccionados para entrar, o que sufren una situación personal que les convierte en candidatos propicios para ser captados por estas organizaciones.

Como conclusión a estas jornadas, podemos destacar la motivación de esta unidad de prevención y control para realizar su tarea en la seguridad ciudadana. También, agradecerles que nos hayan hecho reflexionar sobre el elemento más humano de toda esta realidad existente en nuestro entorno más próximo.

En nuestra opinión, desde la acción social, creemos que debemos ampliar las capacidades inclusivas de nuestra sociedad, posibilitando la implicación de la ciudadanía. También, que debemos interrogarnos asimismo por nuestra responsabilidad frente a estos jóvenes que han aprendido a relacionarse con los conflictos de manera casi cotidiana. El reto que tenemos ahora es el de favorecer, desde las políticas públicas, estrategias de prevención y promoción que giren en torno a la educación, la cultura y el espacio público.

Eusebio Expósito Capilla, educador social en el Centro de Día de Adicciones de FSC