El Centro de Acogida e Inserción (CAI) para Personas sin Hogar de Alicante, gestionado por FSC, ha finalizado con éxito un taller específico de inteligencia emocional, dirigido a los participantes en programas de larga estancia. El objetivo de este taller ha sido identificar, analizar y gestionar las propias emociones como parte del proceso personal de inserción.

Inteligencia emocional e inclusiónLas personas sin hogar, durante su itinerario vital, experimentan  más situaciones estresantes que el resto de la población. Un sondeo interno entre los usuarios/as que participaron en los programas de inclusión del Centro de Acogida e Inserción (CAI) para Personas sin Hogar de Alicante durante 2014, nos permitió descubrir que el 59% había vivido experiencias emocionales sumamente negativas, tales como relaciones familiares hostiles o inexistentes; trastornos de salud mental clínicos o subclínicos; adicciones, etc. Estas vivencias, sumadas al estigma que conlleva la exclusión residencial, nos lleva a cuestionarnos: ¿Qué importancia damos a las emociones en la toma de decisiones, en la propia valoración y en el desarrollo de los procesos de inserción de las personas sin hogar?

Sabemos que las habilidades emocionales y relacionales son básicas en el desarrollo personal de los usuarios/as: mejoran su capacidad para hacer frente a situaciones estresantes, sostienen el bienestar emocional y posibilitan una relación satisfactoria con el entorno. Estas habilidades, necesarias para todos, son imprescindibles en un colectivo que se enfrenta a situaciones con alta carga de estrés como son la búsqueda laboral, la convivencia en entornos complejos y la regeneración de redes sociales.

Desde el taller de inteligencia emocional, acompañamos al usuario/a para que asuma la responsablilidad de su proceso de desarrollo. Quienes participan tienen la oportunidad de conocer, valorar y aplicar diversas estrategias de gestión de las emociones. Se trata, en definitiva, de adquirir las competencias emocionales necesarias para afrontar los retos vitales con mayor probabilidad de éxito. Las sesiones se desarrollan dentro de un marco teórico, práctico y reflexivo. Estas se fundamentan en las teorías de autores como P. Salovey, J. Mayer, H. Gadner, V. Frankl y D. Goleman, entre otros. La metodología se centra en trabajar habilidades emocionales y sociales, tales como autoconocimiento, autocontrol, motivación, empatía y asertividad. La periodicidad del taller es semanal y la temporalidad depende de las necesidades de cada grupo, oscilando entre seis y nueve sesiones por cada edición.

La evolución del taller de inteligencia emocional desde que se puso en marcha en 2011 ha sido muy positiva. Se están realizando cuatro ediciones anuales alcanzando a cerca del 20% de la población que se atiende desde los programas de larga estancia del CAI. En el año 2014 participaron un total 26 personas, de las cuales el 70% concluyó la actividad. Cabe señalar que buena parte de los motivos de baja fueron circunstancias ajenas a la satisfacción del participante con el taller.

La evaluación cualitativa de los participantes destaca la adquisición de herramientas y habilidades emocionales y la importancia de proponer el taller en el inicio de la intervención individual. Por otro lado, la valoración técnica con carácter retrospectivo confirma una correlación positiva entre el paso por el taller y la motivación del usuario/a por continuar su proceso de autoconocimiento. Un 65% de los participantes que finalizaron el taller de inteligencia emocional se mostraron interesados en participar en los grupos de terapia impartidos desde el área psicológica del propio centro, donde se sigue trabajando en mayor profundidad el apoyo a la estabilidad emocional y los recursos personales.

El aprendizaje compartido en este tiempo ha permitido introducir nuevos ejercicios y herramientas, tales como el trabajo de las habilidades sociales a través de la música, el DAFO emocional y el riesgo del «Efecto Forer» en la validación personal. Este efecto se refiere a la observación de que los individuos dan altos índices de acierto a descripciones de su personalidad que supuestamente han sido realizadas específicamente para ellos, pero que en realidad son generales y suficientemente inespecíficas como para poder ser aplicadas a un amplio espectro de gente.

En una visión de conjunto, la experiencia acumulada nos reafirma en la necesidad de seguir trabajando la gestión emocional como un pilar básico en la inserción social y laboral de las personas sin hogar.

Sonia Sánchez Pérez
Educadora Social del CAI-Alicante