Relato rotoAmanece, me cobijo entre mis mantas. Estoy protegida, no importo a nadie. Estoy aquí, soy una papelera, un semáforo de luces que incordian. Oigo voces, mis luces me hablan, son mis amigas que hablan, hablan, hablan… ¡Callad ya! ¡Dejadme sola en mis mantas! Como cuando quiero y una buena mujer me deja usar el baño. Una pareja azul de servicios sociales vienen a visitarme. A veces vienen, ¿por qué vienen?, ¿por qué hoy vienen de azul? Sonríen, me regalan unos zapatos. Los descoseré y los haré a mi medida, a mis amigas no les gusta el azul. El señor gordo quiere que me marche, no me quiere, solo tengo a mis amigas que hablan… quiero estar sola. Hoy es azul, un lunes azul. Viene la policía, me pide que los acompañe. ¿Por qué?, yo no hago nada malo… La gente me mira. Me abrigo con mi albornoz y mis guantes blancos. Me llevan, ¿dónde voy?, ¿y mis cosas? El edificio es muy ruidoso, todos hablan y me preguntan, mis amigas también hablan, quieren que les cuente mi vida, mi intimidad, mi tristeza, mi soledad, ¡por qué no me dejan en paz!

[…] Queja vecinal reiterada por ocupación de la vía pública y otras molestias […] mujer,  extranjera, sin documentar, vulnerabilidad, orden de comparecencia en juzgado, petición de fiscalía, valoración del médico forense, auto de internamiento […] Ingreso en unidad psiquiátrica, apertura historial médico: soliloquios, episodios de “heteroagresividad”, mutismo, estereotipia, conductas disruptivas y aberrantes, ideas referenciales. Cuadro psicótico en estudio. Prescripción de neurolépticos atípicos: risperidona inyectable intramuscular 37,5 mg cada 14 días. Olanzapina 5mg vía oral bucodispersable diaria. […] estabilización de la paciente, derivación a Centro de Acogida, programas de urgencia sociosanitaria […] no adherencia al tratamiento ni percepción de enfermedad, negativa del sujeto a ingresar en un programa de larga estancia, vuelta a la situación de calle.

Este microrrelato es una ficción; no obstante, si hay algún parecido con la realidad —lo cual es bastante probable— será porque, de tanto en tanto, estas situaciones forman parte del quehacer del equipo del Programa de Calle del Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar (CAI),  centro perteneciente al Ayuntamiento de Alicante, gestionado por FSC.

Es un relato roto. La fractura no está solo en los problemas de salud mental o el sinhogarismo de la protagonista. La narración está rota, porque entre el primer párrafo y el segundo hay una fisura insalvable, son dos discursos que se yuxtaponen sin continuidad. El discurso de la persona que pide que la dejen en paz y el discurso vecinal, policial, jurídico, psiquiátrico y social de aquellos profesionales que intervenimos. Resulta paradójica, incluso violenta, esta fisura y esta dificultad de conciliar la estrategia, los tiempos, las experiencias vitales y los procesos de intervención de una y otra mitad del texto.

Esta brecha  nos resulta dolorosa y nos concierne como profesionales; no obstante, es necesario visibilizarla. Queremos con ello evitar el riesgo de pensar que la fragmentación solo se encuentra en el alma de la persona sin hogar y no en el conjunto de nuestra sociedad y el funcionamiento de nuestras instituciones. Como equipo de calle hay veces que, más que respuestas, lo que podemos  aportar son dudas razonables: ¿Qué estamos consiguiendo?, ¿qué se pierde en el proceso?, ¿cómo emitir un diagnóstico de alguien que no quiere ser diagnosticado?, ¿cómo adaptar los protocolos y las instituciones a las personas y no actuar a la inversa?, ¿puede un enfermo mental decidir vivir en la calle?, ¿hasta cuándo?, ¿dónde está el límite?, ¿cómo conocer y presentar a este usuario/a, más allá de los diagnósticos, los informes y los estereotipos?, ¿cuál es el vínculo comunitario y profesional real?, ¿cuál es el vínculo posible?…

El relato así cuestionado resulta revelador, pues nos muestra una falla que tiende a pasar inadvertida hasta que se genera algún pequeño temblor ciudadano. Pretende, además, rebelarnos, tanto más en cuanto nos pueda sublevar, comprometer y urgir a establecer un nuevo orden: trabajar por la centralidad de la protagonista,  edificar otro tipo de sensibilidad ciudadana, coordinarnos mejor en el trabajo institucional, adaptar los tiempos y los modos de la intervención, cohesionar unos y otros relatos… Los avances conseguidos en este campo en la ciudad de Alicante nos animan a seguir insistiendo en ello pues todavía son muchas las rupturas evidenciadas y pocos los finales felices que hemos podido compartir.

En las calles de nuestra ciudad duermen grandes historias que merecen ser narradas. Como equipo de calle y testigos privilegiados de muchos de estos procesos, esperamos  poder seguir acompañándolas y contándolas donde puedan escucharse.

Pedro David Rodríguez Picazo
(Enfermero. Equipo de Calle del CAI-Alicante)

Asunción Sánchez Martínez
(Trabajadora Social. Equipo de Calle del CAI Alicante)

Fidel Romero Salord
(Antropólogo. Técnico de Apoyo a Dirección CAI Alicante)