Infancia y Familia

“En el Centro de Primera Acogida y Valoración ‘Lázaro’ es continua la reinvención del equipo para garantizar una atención cálida y de calidad a los menores”

En esta entrevista, hablamos con Rafa Pinto, director de este servicio ubicado en Guadalajara de la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Castilla-La Mancha, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) junto con el Grupo Lagunduz.  Rafa es diplomado en Magisterio de Educación Especial, y su experiencia profesional se remonta al año 2000, trabajando desde entonces en centros de menores y en entidades del sector. Paralelamente, se ha dedicado a la formación y teleformación (siempre centrada en adolescentes en conflicto). Gran parte de su vocación en este ámbito nace del ocio y tiempo libre, contando con la titulación de director de ocio y tiempo libre y habiendo presidido una asociación de ocio y tiempo libre (grupo scout de ASDEEX) durante 12 años.

– ¿Qué te hizo interesarte por la atención a menores desde el ámbito de la gestión?

El ámbito de la gestión es algo que me ha venido sobrevenido. Nunca lo busqué y no era algo que me atrajese a priori. Siempre me he considerado más “de primera línea” y de acción, si bien en un momento dado, mis servicios o mis aptitudes fueron requeridas desde el campo de la gestión, en un primer momento en la formación, en un segundo momento en el desarrollo tecnológico, en un tercero en la gestión de personal y finalmente, en la dirección de un recurso.

Digamos que fue un paso más en una trayectoria profesional, un cambio orgánico en un momento, dado que Toni Gelida (responsable del área) confió en mí y me propuso dar el salto a la dirección.

– ¿Y cuál fue tu respuesta?

Te reconozco que en un primer momento fui muy reticente, pero con el tiempo y con perspectiva, veo que la gestión es un lugar en el que me encuentro cómodo y hay cabida para mucho más de lo que a priori puede parecer.

– ¿Desde cuándo diriges el centro de primera acogida y valoración “Lázaro” de Guadalajara?

En diciembre de 2017 pasé del departamento de atención a menores a la dirección del centro. Eso sí, el centro ya estaba allí cuando yo llegué.

“Lázaro” es una oportunidad de oro para cualquiera que quiera “tocar muchos palos”. Su peculiaridad de primera acogida lo hace muy especial. El continuo devenir de chicos y chicas, lejos de convertirse en una tara, lo hace algo muy especial. Conoces y participas de momentos vitales muy enriquecedores para ambas partes.

El centro lleva en activo desde el año 2003 con la anterior gestora, Fundación Internacional O’Belén (FIOB), aunque esto de antigua gestora es un tanto inexacto, en este caso.  La FIOB entró en concurso de acreedores y con una de las figuras que contempla la ley concursal, FSC se hico cargo en 2017 del total de la actividad de la FIOB sin dejar a nadie ni a nada fuera.

Para nosotros/as el cambio fue mínimo, puesto que los puestos de trabajo se conservaron intactos, los centros también, etc. Es y fue una sensación extraña para los trabajadores/as, puesto que sabemos que la entidad no es la misma, pero lo sigues “sintiendo” igual.

Evidentemente, entre entidades hay diferencias, y yo personalmente, no tengo queja alguna de la actual, pero cuando hablamos de situaciones personales o de las emociones del cambio, apenas hay diferencia entre el pasado y el presente.

– ¿Cómo ha sido tu experiencia como director del centro hasta el momento?

Mucha y muy amplia. A nivel personal, es enriquecedor, aunque agotador. El servicio al ser de primera acogida y tener un carácter polivalente, en cuanto a la recepción de posibles usuarios/as, genera por una parte un ambiente que es estresante por definición, pero también te permite el no encasillarte o acomodarte a un trabajo habitual. Ningún trabajo con menores puede ser entendido como “tranquilo” o estable, pero en nuestro caso, el hecho de llevar estos distintos apellidos, nos permite movernos de un perfil a otro de forma continua.

– Además, se trata de un servicio en el que el perfil de usuario/a ha ido variando…

Hemos cambiado de población casi exclusiva de menores migrantes, sin adultos de referencia y adolescentes, a menores de 11 años de media que vienen de situaciones de maltrato o negligencia, todo esto porque evidentemente se trata de un dispositivo de urgencias y debemos atender a todo aquel caso que es detectado desde la Dirección provincial de Bienestar social de Guadalajara (en lo que llevamos de pandemia hemos tenido solamente 3 ingresos de menores migrantes).

Este cambio de perfil nos ha “obligado” a hacer obras, a reacondicionar espacios y el centro está más bonito y confortable. También, ayuda mucho al equipo a desengrasar y no establecernos en una rutina y herramientas habituales, en la línea de lo que te decía anteriormente. En “Lázaro” es continua la reinvención del equipo para garantizar una atención cálida y de calidad a los y las menores.

– ¿Qué destacarías del equipo profesional del servicio, en cuanto al valor que aporta al centro?

Al respecto decirte que, tanto vaivén de perfiles, tanto cambio de edades, tanto cambio de necesidades… es lo que confirma el centro como un lugar de continua reestructuración educativa. Ahora bien, no es “el centro” el que soporta estos cambios y el que garantiza la atención a los menores, son todas y cada uno de los y las profesionales que conforman el equipo educativo. Cada uno/a aporta su granito de arena: unos/as miran más por el bienestar emocional, otros/as vigilan las necesidades físicas, otros/as están pendientes de quien necesita un abrazo, otros/as son los que les toca implementar límites y seguridad, otros/as fomentan el crecimiento en valores, otros/as siempre tienen un paquete de pañuelos desechables en el bolsillo…

De forma individual, todas y todos son personas excepcionales, pero como equipo, todos/as juntos y todos/as persiguiendo el mismo objetivo (el bienestar emocional y el crecimiento y desarrollo de nuestros chicos/as) son un leviatán que se enfrenta a tormentas con una sonrisa en la cara.

– En relación a talleres y actividades en general a realizar en el servicio, ¿qué tenéis previsto a corto y medio plazo?

Me alegra que me preguntes esto. Esta semana, y siguiendo con nuestra planificación anual, comenzamos con el taller de judo en el recurso. Un taller que además de los beneficios fisiológicos que reportará, está enfocado como un taller transversal en el que se transmitirán valores tales como la empatía, el respeto, el esfuerzo, etc., de una forma muy lúdica y demandada por los chicos/as.

Por las fechas en las que estamos, los reyes de estos días son los talleres de manualidades con los que decorar el centro (desde origami o papiroflexia, hasta creación de coronas artesanales, sin dejar olvidado el espumillón que repartiremos por el centro y los dos árboles de navidad que tenemos (uno donado por una compañera).

El ping pong continúa con nosotros/as. Sigue siendo un recurso muy empleado y demandado por los chicos/as, tanto es así que dos de nuestros menores se acaban de apuntar a una actividad de ping pong externa al centro.

Además de todo lo anterior, mantenemos nuestras actividades habituales (talleres de habilidades sociales y capacitación, asambleas, dinámicas de grupo, video foros, talleres de diversidad, talleres de salud, etc…).

– A nivel personal y profesional, ¿cuáles son los aprendizajes más importantes que has adquirido desde que eres el director del centro?

Lo más importante es que no es importante comer todos los días, ni siquiera dormir 7 horas. Lo importante es irse todos los días a la cama con la satisfacción del trabajo bien hecho, con la cabeza despejada y con ganas de afrontar el siguiente reto.

También, quiero destacar lo que me ha enseñado mi equipo: a reírme siempre que pueda, a que todo tiene solución, tan solo hace falta buscar y encontrarla, a que el corazón es un musculo que hay que escuchar atentamente a diario; y a que nadie puede nada solo y que entre todos/as nos hacemos más grandes.

Nuestros chicos/as me han enseñado sobre todo a que no son de papel. A que saben encajar los golpes de la vida y a que si los tratas con una mezcla de respeto, seriedad y cariño ellos solos retoman las riendas de su vida.

– Para finalizar, ¿qué les dirías a aquellas personas que miran al colectivo al que atendéis en el servicio desde el prejuicio?

Les diría muchas cosas, y algunas de ellas creo que son delito ponerlas por escrito… Sobre todo, si pudiera sentarme con ellas a charlar les diría que recuerden cuando fueron niños/as (o adolescentes) y que se pongan un poquito en la piel de los y las menores.

Nuestros/as menores son personas con los mismos derechos y deberes que cualquier chaval en su casa, con la gran diferencia que ellos/as arrastran un daño generalizado: no ha habido adultos que hayan sabido quererlos o que puedan quererlos (o bien porque han migrado de sus casas, porque han sido agredidos, o porque no tienen recursos materiales o emocionales suficientes). Ese daño solo se sana con una atención adecuada, y paralelo a esta atención profesionalizada, lo que no ayuda son miradas prejuiciosas o lastimeras.

– ¿Te gustaría añadir algo más a la entrevista?

 Sí, darte las gracias por la misma, e igualmente a todo el personal del Centro “Lázaro” (Jose Antonio, Lucía, Paula, Sonsoles, Abel, Jose Luis, Marcos, Sara, Yvonne, Alberto, Maria Irene, Inma, Isabel, Diana e Ionela) por hacer posible con su profesionalidad este servicio, en el cual los y las menores se pueden sentir seguros y protegidos.

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