Durante más de dos décadas, Marisa Cantó ha estado al frente de la Residencia de Personas con Diversidad Funcional Relleu, propiedad de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Relleu, Alicante. Desde su incorporación a principios de 2004, hasta su jubilación el 14 de agosto del presente año, ha liderado la consolidación del centro como un referente, guiada por su compromiso con el bienestar de las personas residentes y acompañando al equipo profesional con cercanía y dedicación. En esta entrevista, comparte sus experiencias, retos y aprendizajes a lo largo de estos años.
– ¿Cómo empezó tu relación con la Residencia para Personas con Diversidad Funcional Relleu y qué te atrajo de este centro, en particular?
Mi llegada a la Residencia fue toda una sorpresa, ya que en aquel momento no tenía información sobre la apertura de un centro, dirigido a personas con diversidad funcional. En ese momento, trabajaba como psicóloga y educadora en un centro de menores situado muy cerca del nuevo recurso que se iba a inaugurar.
Cuando recibí la propuesta para incorporarme, expresé que no contaba con formación específica en gestión de centros ni en algunos otros aspectos del puesto. Aun así, y aunque creo que en aquel momento no llegué a decir ni que sí ni que no, decidí embarcarme en esta nueva aventura profesional. Hoy, mirando atrás, no me arrepiento de aquella decisión, a pesar de los momentos difíciles vividos.
Lo que me atrajo del centro fue, sobre todo, la oportunidad de formar parte de un proyecto nuevo, destinado a ofrecer un hogar a personas con diversidad funcional.
– ¿Cuáles fueron los principales retos que encontraste al asumir la dirección del centro?
El primer gran reto fue poner en marcha el centro desde cero: realizar las compras para equiparlo adecuadamente, coordinar la selección del personal y, en definitiva, construir los cimientos de un proyecto que estaba naciendo.
Desde el inicio, junto con todo el equipo profesional, tuvimos claro el objetivo principal: queríamos que la residencia fuera, ante todo, un hogar. Para lograrlo, trabajamos en la formación del equipo, participamos en campamentos y realizamos visitas a otros centros, con el fin de aprender de sus experiencias y buenas prácticas.
Sin embargo, lo más importante fue conocer a las personas que iban a vivir en el centro: descubrir sus historias, sus necesidades y aquello que esperaban del nuevo recurso.
El compromiso del equipo profesional fue clave. Sin su implicación, dedicación y apoyo continuo, nada de esto habría sido posible. Estoy profundamente agradecida a todos y todas por acompañarme y contribuir a que el centro se haya convertido en lo que hoy es.
– Durante tu etapa como directora, la residencia ha crecido y se ha consolidado como un referente en la atención a personas con diversidad funcional. ¿Cuáles dirías que han sido los principales hitos o avances conseguido durante tu gestión?
A lo largo de estos años, se han logrado avances muy significativos que han contribuido al crecimiento y consolidación del centro:
– Mayor implicación de las familias: se promovió una participación más activa de las mismas en el día a día del servicio. Con el tiempo, se instauró la celebración anual de la Jornada de Puertas Abiertas, generando un espacio de convivencia, transparencia y confianza.
– Mejora de las instalaciones: se realizaron progresivas mejoras en el entorno físico del centro, buscando siempre favorecer el bienestar, la accesibilidad y la calidad de vida de las personas residentes.
– Visibilidad e integración comunitaria: se impulsó la creación del Taller de artes audiovisuales, desde el cual se han elaborado cortometrajes, pódcasts y una revista del centro. Gracias a este trabajo, se han obtenido tres primeros premios en certámenes nacionales de cortometrajes, celebrados en Pontevedra, Barcelona y Sagunto (Valencia), reforzando así la participación de las personas residentes en esta actividad y su reconocimiento social.
– Crecimiento y especialización del equipo profesional: en 2004, el equipo de atención directa estaba formado por 4 cuidadores/as, 2 educadores/as y 3 monitores. Actualmente, contamos con 7 cuidadores/as y 8 educadores/as.
Asimismo, el personal técnico, inicialmente compuesto por un enfermero y una coordinadora de Centro Ocupacional, ha crecido. En la actualidad, se cuenta con un logopeda, una terapeuta ocupacional, una psicóloga, un fisioterapeuta y una enfermera.
Este notable crecimiento en recursos humanos y servicios, ha permitido ofrecer una atención cada vez más individualizada, especializada y centrada en la persona, consolidando el proyecto.
– Liderar un equipo profesional tan diverso no ha debido de ser sencillo. ¿Cómo has vivido ese liderazgo?
Liderar un equipo no es tarea fácil y más, si no tienes “madera de líder”, en el sentido tradicional.
Mi manera de dirigir ha estado siempre muy marcada por el corazón, por la empatía y por el deseo de acompañar, aunque a veces la razón también es necesaria para tomar decisiones difíciles. Ese equilibrio no siempre ha sido fácil, y en ocasiones, me ha generado conflictos internos. Incluso he podido causar dolor a algunos compañeros/as o a mí misma, siempre de forma involuntaria.
También, he experimentado una sensación que quizá solo quienes ocupan puestos de responsabilidad comprenden bien: la soledad de la dirección.
– ¿Qué te motivó a continuar en momentos difíciles?
Sin lugar a dudas, lo que más me ha motivado a seguir adelante como directora del centro, han sido las personas residentes. De ellas, he aprendido muchísimo.
Tampoco puedo olvidarme del equipo profesional. Mis compañeros y compañeras han estado ahí en todo momento, a pesar de nuestras diferencias en algunos momentos. Gracias a su compromiso y apoyo constante, logramos superar los retos que se presentaron.
En definitiva, nos hemos convertido en una familia, y esa unión ha sido clave para ofrecer siempre lo mejor.
– ¿Qué historias o experiencias de residentes te han marcado especialmente?
Las experiencias más dolorosas han sido las pérdidas de dos de nuestros residentes. Vivir su ausencia y acompañar al resto del grupo en el duelo, dejó una huella muy profunda en todos nosotros/as.
Otra situación especialmente dura fue la que vivimos con el inminente cierre de la residencia, debido a la mala gestión de la anterior entidad gestora. La posibilidad de que las personas residentes fueran trasladadas a distintos recursos y que el equipo profesional quedara sin empleo, supuso un golpe emocional enorme. Llegamos a estar siete meses sin cobrar, y el desgaste psicológico y económico fue muy difícil de sostener. Aun así, seguimos acudiendo cada día, porque sabíamos que no podíamos fallarles.
Personalmente, fue un periodo marcado por la soledad y la incertidumbre. Sin embargo, la llegada de FSC supuso un auténtico renacer.
– ¿Qué sueños o proyectos te gustaría ver cumplidos en el centro en un futuro?
Mi mayor deseo es que cada una de las personas que viven en la Residencia de Personas con Diversidad Funcional Relleu sienta que este es, verdaderamente, su hogar.
– Después de tantos años de dedicación, ¿cómo se vive la jubilación?
Al principio, la jubilación es como estar de vacaciones. Pero, a medida que pasa el tiempo, voy tomando conciencia de lo que realmente significa este cambio. Agradezco que el teléfono ya no suene a cualquier hora, sea de día, de noche, fin de semana o festivo. Aún me sorprendo a mí misma pensando en bajas, turnos o imprevistos… aunque me repito que ya no debe ser mi preocupación.
– ¿Qué planes o actividades tienes para esta nueva etapa de tu vida?
Mis proyectos no son nada ambiciosos: viajar, hacer deporte, poder hablar inglés y, sobre todo, paz interior.
Ahora disfruto de algo tan sencillo como no tener horarios: levantarme y acostarme cuando quiero. También, estoy dedicando más tiempo a cuidarme, haciendo deporte. Uno de mis momentos favoritos es sentarme en el jardín, libro en mano y una cervecita al lado.
– Para finalizar la entrevista, si tuvieras que resumir tu experiencia al frente de la dirección en una frase, ¿cuál sería?
Una experiencia de aprendizaje y superación. Me llevo una gran familia y mucho amor.
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