Inserción Social y Empleo

«Yo tenía una vida»: la lucha de un hombre por no volver a vivir en la calle

El documental, en el que ha colaborado nuestra compañera Elena Matamala, directora del Centro para personas en situación de sin hogar «El Carme» de Valencia, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), de titularidad del Ayuntamiento de Valencia, se estrenó el pasado 24 de noviembre en cines, coincidiendo con el Día Mundial de las Personas Sin Hogar, y ha sido reconocido en diferentes festivales cinematográficos (Festival de Las Palmas de Gran Canaria, Festival de Cine de Málaga, Festival Internacional de Xixón, Docs València, entre otros).

Elena Matamala, directora del Centro para personas en situación de sin hogar «El Carme» de Valencia, servicio de alojamiento con acompañamiento social dirigido a personas en situación de sin hogar y exclusión social grave, nos acerca el documental “Yo tenía una vida”, dirigido por Octavio Guerra, que aborda la realidad del sinhogarismo.

Se trata de un documental, dirigido al público en general, en el que ha colaborado, vinculado a la realización de su Tesis Doctoral, titulada “Sinhogarismo de larga duración: Trayectorias vitales e intervención institucional. Investigación aplicada en la ciudad de Valencia”.

El documental incluye otros testimonios, si bien se centra en la historia de Jesús que, tras vivir una década en la calle, comienza su reinserción social en un piso de acogida y mediante un programa laboral. Los años pasan y la falta de plena libertad le impulsan a abandonar el programa y a buscar su propia autonomía. Sin la posibilidad de un trabajo y de una vivienda estable, la amenaza de vivir de nuevo en la calle se convierte en una realidad.

Elena, coordinadora en esos momentos del piso de acogida (y según avanza el relato, más tarde del Centro «El Carme»), se convierte en un apoyo importante para Jesús. A través de la figura del protagonista, y su relación con ella, el documental pone en el punto de mira los factores estructurales e institucionales, cuestionando si las respuestas ofrecidas son suficientes y/o adecuadas. También, si los años sin hogar realmente pueden suponer una cronificación de la situación de exclusión residencial.

Según mantiene la directora del Centro para personas en situación de sin hogar «El Carme» de Valencia, el documental parte de la narración de la trayectoria vital de Jesús desde su propia experiencia y percepción, de ahí su gran valor. “Un relato en el que se hace evidente la importancia de la coordinación e implicación de los distintos agentes y niveles competenciales, así como de las diferentes políticas sectoriales (de vivienda, empleo y seguridad social, salud y asistencia sanitaria, educación y cultura, u orden público y justicia), de manera que los Servicios Sociales no se conviertan en el cajón de sastre del malestar social”, afirma.

Por su parte, el director del documental, traslada que “Yo tenía una vida” pretende ofrecer una visión humanista, una aproximación antropológica y alejada de paternalismos sobre personas que en algún momento de sus vidas han tenido una situación de calle y ahora están en un proceso de reinserción.

“Pretendemos llegar a entender una problemática tan compleja y que depende de multitud de variables como son las personas sin hogar. Intentamos que no haya determinismo en nuestro enfoque o una visión trágica; como la vida misma el tejido narrativo a veces se muestra ambiguo y contradictorio. Son múltiples los temas y subtemas que emergen y se entrecruzan en esta tentativa. La idea de libertad corre implícita en el conflicto de cada uno de nuestros personajes, individuos que en su gran mayoría han sido esclavos de una adicción pero que pueden llegar a añorar sus días de calle como una época utópica donde estaban al margen de cualquier orden social”, señala.

Además, añade que “este es un colectivo incómodo, desconocido, sobre el que se vuelcan cientos de ideas preconcebidas. Precisamente este documental propone cuestionar el prejuicio y la estigmatización hacia las personas sin hogar y derribar estos prejuicios o, al menos, ponerlos en evidencia. Para ello no hay mejor manera que hacerlo que dándoles voz y acompañar a nuestros protagonistas, y a los trabajadores sociales e investigadores en su trabajo diario”.

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