Según un trabajo que se publica en PNAS algunas persona tienen una mayor predisposición al alcoholismo que otras. Y el responsable, asegura la investigación, es una variante del gen RASGRF-2.
Se sabe que el alcohol y otras drogas adictivas activan el sistema dopaminérgico en el cerebro, que es el responsable de los sentimientos de placer y recompensa, y que, de acuerdo con este ensayo, aumentan en el caso de las personas con esta variación genética. Schumann señala que han visto que el citado gen desempeña un papel crucial en el control por el cual el alcohol estimula el cerebro para liberar dopamina y, por lo tanto, desencadenar la sensación de recompensa. «Así que, si las personas tienen una variación genética del gen RASGRF-2, la sensación de recompensa es mucho mayor, lo que les incita a seguir bebiendo», comenta Schumann.
El consumo de alcohol durante la  adolescencia se ha incrementando en los últimos años; en Inglaterra, por  ejemplo, aproximadamente 6 de cada 10 jóvenes de entre 11-15 años  beben, una cifra que se ha mantenido relativamente estable durante los  últimos 20 años. Sin embargo, el consumo excesivo de alcohol se ha vuelto más común: sólo en el Reino Unido, alrededor de 5.000 adolescentes son hospitalizados cada año por causas relacionadas con el alcohol.
En  el trabajo, los investigadores primero analizaron el papel del gen en  modelos animales. Así, estudiaron ratones sin el gen RASGRF2 para ver  cómo reaccionaban al alcohol y detectaron que su ausencia estaba  relacionado con una disminución significativa en la actividad de  búsqueda de alcohol. Tras la ingesta de alcohol, la carencia del gen  evitaba que el cerebro liberara dopamina en un área determinada del  cerebro y tuviera cualquier sentido de recompensa.
Posteriormente,  los investigadores comprobaron sus resultados gracias al análisis de  escáneres cerebrales de 663 niños de 14 años de edad, que todavía no  habían tomado grandes cantidades de alcohol: los resultados demostraron  que los individuos con variaciones genéticas en el gen RASGRF2 tenían  mayor activación del área estriado ventral del cerebro (que participa en  la liberación de dopamina) al anticipar la recompensa en una tarea  cognitiva. Esto sugiere, aseguran, que las personas con una variación genética en el RASGRF-2 liberan más dopamina cuando se anticipa una recompensa y por lo tanto obtienen más placer de la experiencia.
Para confirmarlo, los investigadores analizaron el comportamiento del mismo grupo de chicos a los 16 años, cuando muchos ya habían comenzado beber con regularidad. Los datos mostraron que aquellos con la variante del gen bebían con más frecuencia que el resto.
Para Schumann los resultados son muy relevantes porque permiten diseñar intervenciones preventivas dirigidas. «La identificación de factores de riesgo para el abuso de alcohol a temprana edad es importante en el diseño de las intervenciones de prevención y tratamiento de la adicción al alcohol».
Fuente: ABC y Europa Press
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