En esta entrevista conoceremos mejor a Joan Uribe, uno de los referentes en sinhogarismo, exclusión social y políticas públicas. Desde hace un año, trabaja como gerente en el Consorcio de Servicios Sociales de Barcelona. Le hemos entrevistado en el marco de las acciones del proyecto europeo Street Support, en el que FSC (Fundación Salud y Comunidad) participa, dada la trayectoria de la entidad en la atención y acción en el sinhogarismo, con distintos servicios como el Centro de Acogida e Inserción (CAI) de Alicante, centros de Intervención de Baja Exigencia (CIBE) y pisos de Housing First. Esta es la segunda de las tres entrevistas a expertos/as en la materia.

¿Cuáles cree que son los principales retos actuales de la problemática del sinhogarismo a nivel local?

Principalmente dos retos. El primero es tener dotación de vivienda. Mucha dotación, básicamente porque no hay. Hay un libro de Nicholas Pleace en el que se explica un estudio comparativo entre 15 países para ver qué grupos de personas necesitan vivienda social, y ver en qué posición queda el grupo de personas sinhogar, en relación a los otros grupos. Y siempre están en la cola. Es decir, siempre en todos los países hay poderosos motivos que, junto a la poca dotación de vivienda social, al escoger qué grupo va antes que otro, deja a las personas sinhogar en la cola. Aquí siempre han estado en la cola. Y no es que estemos hablando de cantidades ingentes de personas, porque comparado con otros colectivos son una minoría. Lo que pasa es que no hay dotación de vivienda, y Barcelona además tiene una particularidad en sí misma con el tema de la vivienda que lo hace especialmente difícil.

En el caso que hubiera dotación de vivienda, deberíamos ir transitando desde el modelo centrado en el acompañamiento con centros residenciales y centros de día. Estos centros hacen falta, harían falta, pero deberían tener un peso porcentual muy bajo. Básicamente las dotaciones de plazas en personas sinhogar deberían estar en viviendas. Ahora tenemos en Barcelona el 70-80% de plazas residenciales en centros y el 20-30% en viviendas, y se trataría de darle la vuelta. Es decir, tener un 70-80% de plazas con viviendas y un 20-30% de plazas en centros residenciales. Claro, esto implica un cambio de cómo se trabaja, de los y las profesionales, sobre cómo acompañan a las personas. Ir hacia un modelo muy centrado o totalmente centrado en el empoderamiento de la persona y la decisión de la persona hacia dónde y cómo se le debe hacer el acompañamiento social. Esto es algo que ya introduce de manera bastante masiva la metodología de trabajo Housing First.

En Barcelona hay una buena estructura, un bagaje y un conocimiento suficiente y de calidad, un buen aprovechamiento de este conocimiento. Si dispusiéramos de suficiente vivienda sería un esfuerzo hacer el cambio de modelo, tanto a nivel de planificación para pasar de centros a viviendas, como a nivel de la manera de trabajar, pero éste ya sería el último paso definitivo en relación a lo que puede aportar el sistema de protección social. El tema del sinhogarismo se debe gestionar desde los derechos, no desde la intervención social.

¿Cree que esto cambiará en un futuro como tendencia? Con unas 1.000 personas en la calle no parecen ser tantos pisos a gestionar…

Sí, cambiará. No de una manera tan lineal en la que finalmente un día encontremos los 1.000 pisos, porque de ser así no los encontraríamos nunca. Pero habrá fórmulas alternativas o caminos para llegar hasta este objetivo. Hay soluciones habitacionales que no son las clásicas del piso clásico. Me consta que se está empezando a estudiar en Barcelona fórmulas de resolución habitacional que se están aplicando en otros países. Creo que iremos hacia aquí, pero en un proceso más lento de lo que podría ser.

¿Y el cambio de paradigma entre profesionales que mencionaba ya se ha activado?

Se ha dado el pistoletazo de salida. Se está empezando con unos casos concretos, en algunas experiencias piloto de Housing First, por un lado. Por otro, el mismo modelo de acompañamiento social por parte de los profesionales sociales de la ciudad de Barcelona está en una fase de reflexión y de rediseño. Durante los momentos duros de la crisis pasaron cosas.  Hubo gente, ciudadanos y ciudadanas, que interpelaron algunas cosas del sistema de protección social. De hecho, hubo un par de centros sociales básicos que recibieron algún ataque. Y la reacción de los profesionales fue: «Ostras, pero si yo trabajo para la gente, ¿por qué nos atacan?». De alguna manera, puede que el modelo de acompañamiento social muy centrado en un sistema de reconocimiento de derechos a prestaciones a cambio de gestión de información y acciones de la vida de las personas, más controlador, no case con las necesidades, historia y visión de derechos de las personas que actualmente son tributarias del sistema de protección social, y que no están de acuerdo con determinado control en relación a lo que hacen o no.

En relación a la metodología del Housing First, este acompañamiento es muy diferente y remueve muchos temas sobre la praxis profesional, el modelo de atención desde el sistema de protección social y la posición de cada uno de los actores sobre su rol y responsabilidades. En general,  el sistema de protección social está haciendo la reflexión de orientarse más hacia una perspectiva de acompañamiento social desde una perspectiva de derechos, y la ciudadanía en general creo que también se va orientando más hacia aquí. Esto llevará tiempo, quizá una generación de profesionales para que se llegue a consolidar.

¿A nivel de opinión pública, se ha notado alguna mejoría?

Sí, hubo un momento más facilitador en uno de los momentos duros de la crisis, en el que mucha gente estaba dispuesta a entender que hay toda una serie de factores estructurales que dependen muy poco de cada uno a nivel individual y que podían llevar a que personas en situaciones difíciles acabaran en situaciones extremas sin haber hecho nada malo. En la medida que nos vamos recuperando de la crisis nos hemos dado cuenta que se empezó a olvidar esta visión, pero creo que ha calado un poquito y nos hemos movido un poco de aquella visión tan estigmatizadora que dice: «porqué se lo han buscado». Pero queda mucho por hacer todavía.

Para entender el acceso a la vivienda como un derecho…

A nivel social se empezó a notar un cambio. La reclamación de la vivienda como derecho de los últimos 8 años no se había dado nunca. La presión del mercado y desde el planteamiento neoliberal es muy fuerte, no sé en qué quedará pero… Hay posibilidad de mejora.

Otra cosa muy interesante que se podría hacer es dejar de nombrar a las personas sinhogar de esta manera, y entenderlas y llamarlas como personas en situación de exclusión residencial. Porque sinhogar es un concepto, una palabra, que nos remite a una idea que está directamente relacionada a un perfil estigmatizante y estereotipado: una persona que está en la calle, que huele mal, que está bebida, que no quiere trabajar, o con demencia. Es decir, que te imaginas figuras orientadas a deteriorar la identidad de la persona, evitando el problema de fondo, el de la injusticia social y la falta de derechos.  

Si compruebas las categorías ETHOS de FEANTSA aprobadas y aceptadas por todos los países, verás que de las 13 subcategorías, te describe desde la persona que está en la calle, a una persona que le han comunicado que la desahuciaran y que también sería una persona sinhogar, técnicamente. La tenencia legal “no tener hogar” es “no tener del lugar donde vives”, y en el momento que te dicen que te pueden echar del lugar donde vives, pasas a ser una persona sinhogar porque no tienes la seguridad de aquel lugar donde vives. Una persona que vive en un piso con 13 personas más, técnicamente es sinhogar. Lo que pasa es que asociamos la imagen de los y las sinhogar, únicamente a las personas que están viviendo y pernoctando en la calle. Y no, una persona sinhogar lo es porque no tiene una vivienda, o no es segura o es inadecuada, y si no la tiene es porque sufre una situación de exclusión residencial, beba o no beba, sea una persona inmigrante que vive con 14 personas más en un piso de 40 m2 o una persona anciana  que vive en un piso que es un quinto piso, deteriorado en extremo, con escaleras, y que necesita que le suban la compra porque no puede salir de casa.

En las categorías ETHOS se explica muy bien. Es una persona sinhogar porque el lugar donde vive no le permite desarrollar un estándar esperable de vida en relación al contexto habitacional. Por lo tanto, tendremos que empezar a entender que cuando hablamos de este tema estamos hablando de personas en situación de exclusión residencial y dejarnos de otras etiquetas.

¿Cuáles cree que son las mejores iniciativas locales para hacer frente al problema del sinhogarismo?

Pues mira, cosas muy prácticas. Las entidades de la XASPLL (red de atención a personas sinhogar) de Barcelona que gestionan servicios públicos trabajan con el mismo programa informático, que es el del ayuntamiento. La historia es una historia única y se ha minimizado mucho aquello de que la persona en cada lugar donde va debe explicar toda su vida. Esto ha sido un avance, algo muy práctico.

El sistema de entrada de Barcelona también creo que es un ejemplo de buena práctica. No hay una puerta única si la persona necesita el apoyo de la red, pero tampoco se entra desde cualquier punto de la misma. Está bien estructurado. Tiene flexibilidad porque la persona puede entrar desde el SIS, desde el centro de primera acogida o desde servicios básicos de territorio. Son diferentes puertas de entrada en función de cada persona. Están bastante estructuradas estas puertas y también la coordinación interna de la red.

Otra cosa interesante de la XASPLL que hace años que vemos, hablamos y discutimos es que ha ido propiciando debates sobre la manera de acompañar. Ha favorecido un cierto trabajo individual de cada entidad, también del ayuntamiento, pero luego en común para ir dejando atrás prácticas asistencialistas e ir compartiendo prácticas profesionalizadas. Para mi ésta ha sido una gran utilidad. Otra cosa interesante es la promoción de investigaciones, así como la  recogida sistemática de datos que se han hecho públicos y que nos permiten evolucionar desde un análisis sobre qué y cómo estamos haciendo, para orientar el futuro de las acciones. Barcelona tiene,  cada año, el corte de cuántas personas hay en la calle, y cuántas atendidas en centros. Esto por desgracia no está en todos los municipios. Y el análisis de esta información después te ayuda a reorientar tu trabajo. A detectar e implementar, por ejemplo, la imprescindible necesidad de la intersectorialidad que se promueve dentro de la administración municipal al integrar trabajo conjunto entre las áreas social, de vivienda, de salud, de generación de empleo, por poner algunos ejemplos.

Ahora mismo la estrategia a nivel municipal es un trabajo muy interesante donde afloran otras cosas interesantes como incorporar las propias personas sinhogar en los grupos de discusión, en algunas investigaciones. Es muy interesante que tengan una posibilidad de dar su opinión y orientar desde la praxis los circuitos.

En la XASPLL se han hecho algunas jornadas interesantes, algunos grupos de trabajos para hacer una cartera de servicios… No está nada mal.

¿Y a nivel de políticas?  ¿qué se podría hacer?

Se pueden hacer muchas cosas. De entrada, el marco legal en España está orientado a contemplar la vivienda como un bien de mercado, y las diferentes leyes que han ido haciendo las autonomías están casi todas orientadas hacia entender la vivienda como un derecho. Entonces… ¿qué pasa sistemáticamente cada vez que sale una de estas leyes? Que estamentos judiciales superiores, dentro del propio Estado español, recortan, prohíben o declaran inconstitucionales aquellos artículos que son más incisivos en la defensa de la vivienda como un derecho. Esto es así en España. ¿Qué se podría hacer? Intentar acabar con el «acoso y derribo» a los marcos legales que ven la vivienda como un derecho y no como un bien de consumo.

¿Qué cosas más se deben mejorar? Promoción de vivienda social. En la ciudad de Barcelona tenemos aproximadamente un 1,5% de vivienda social, y haría falta un 15%. Se debería multiplicar por 10 la dotación de vivienda social en la ciudad. Este es un dato ya muy conocido y que aparece en todas partes, todo el mundo lo tiene claro. El ayuntamiento dice «sí, tengo un 1,5% y haré un 15%». Pero…. ¿Cómo lo haces? ¿Coges el mar y edificas encima? ¿Queda suelo? Si queda: ¿es recalificable para uso habitacional? Hay un problema muy serio de falta de suelo urbanizable compaginado con una presión muy grande a nivel económico de los constructores, donde solo construyen si es a cambio de beneficios. No sé cómo pero hay que conseguir ese 15%, y aquí también hay mucho margen de mejora. Habrá que optar por vías imaginativas, algunas de las cuales se utilizan ya en otros países europeos, con éxito, y que resultan solventes en la dotación de vivienda transitoria, en situaciones de falta manifiesta de parque de vivienda.


Joan Uribe tiene formación como antropólogo social y en Dirección y Gestión de ONG por ESADE. Ha dirigido durante 12 años los Servicios Sociales de Sant Joan de Déu en Barcelona. Es profesor asociado de la UB en la asignatura Antropología de la Exclusión Social del grado de Antropología Social, y miembro de FEANTSA desde hace ya más de cuatro años, organización en red que presidió durante casi un año en 2016-2017. Ha firmado muchas publicaciones sobre pobreza, sinhogarismo, derechos sociales y Housing First. Además, tiene la coautoría de la “Diagnosis 2015. La situación del sinhogarismo en Barcelona. Evolución y políticas de intervención”.