Psicóloga feminista especializada en violencia de género con más de 10 años de experiencia en proyectos relacionados con el empoderamiento a las mujeres y la atención a la violencia machista. Ha trabajado también en servicios dirigidos a la recuperación de las adicciones, hasta que surge la oportunidad de participar en el desarrollo de un proyecto que unifica sus dos experiencias laborales, la violencia machista y la adicción a sustancias desde un enfoque de género, el Espai Ariadna.

Recientemente tuvo lugar la jornada “Primeros pasos del Espai Ariadna. Claves en la intervención directa con mujeres drogodependientes que sufren violencia machista y sus hijos e hijas” para celebrar el primer largo año de vida del proyecto, un encuentro que tuvo una gran acogida…

Sí, el pasado 9 de septiembre. La verdad es que la jornada tuvo mucho éxito. La sala de la Cuina de la Bonnemaison de Barcelona, espacio que acogió el encuentro, se llenó y las personas que asistieron nos trasmitieron que habían disfrutado de una jornada con un gran contenido técnico. Queríamos mostrar el trabajo que se ha estado realizando en este nuevo proyecto, y también compartir algunas reflexiones, fruto de la experiencia recabada en este tiempo. Esto supuso pararnos, tomar un poco de distancia del trabajo cotidiano y conceptualizar la práctica realizada. Un proceso en el que ha estado implicado todo el equipo del Espai Ariadna con el soporte de la dirección del Área de Género, Adicciones y Familias, y de la Dirección Técnica y de Promoción de Proyectos de FSC. Además, también las mujeres que se encontraban en ese momento en el Espai participaron en esta jornada y estuvieron encantadas de que se escuchara su voz.

¿Qué balance haces del servicio desde su puesta en marcha, a punto de cumplir ya los 2 años?

Bueno, precisamente la jornada nos sirvió para hacer un balance bastante exhaustivo. Como resumen diría que en estos dos años hemos confirmado dos de las grandes hipótesis que nos llevaron a poner en marcha este servicio. La primera hipótesis es que el Espai Ariadna era una necesidad, ya que, desde que se abrió, la ocupación ha ido subiendo hasta alcanzar una media del 90% durante el último año y en estos últimos meses de un 100%. La otra gran hipótesis era que las mujeres que viven la violencia de género y tienen adicción a sustancias, para poder hacer un buen proceso de recuperación, tienen que poder trabajar al menos estas dos problemáticas, a la vez en un espacio no culpabilizador y desde una perspectiva feminista.

En este momento podemos decir que el trabajo del día a día en el Espai Ariadna refuerza las miradas de las que partíamos y en las que queríamos centrar la intervención. El trabajo llevado a cabo durante este tiempo con cada una de las personas usuarias ha estado centrada en la inclusión, en la mirada global a la persona y su problemática, en la perspectiva de género y la atención centrada en la persona. Hemos realizado un ejercicio de revisión constante, de flexibilidad, de deconstrucción de creencias y formas de trabajo, de escucha a las mujeres y, también, de negociación.

Hoy podemos decir que todo esto facilita el vínculo terapéutico y la relación de confianza, y que ha llevado a que gran parte de las mujeres que están o han estado en este espacio puedan sentirse entendidas, no juzgadas y, por tanto, que se planteen o inicien un proceso de cambio.

¿Cuál es el procedimiento que seguís cuando llega una mujer víctima de malos tratos al servicio?, ¿cómo son esos primeros momentos? 

No hay un procedimiento estándar en la intervención que hacemos. Trabajamos desde la atención centrada en la persona. Cada mujer o cada niña, niño o adolescente llega con unos daños y unas necesidades. Nuestra labor es hacer una buena acogida en el servicio pensando que vienen de una situación muy traumática. La intervención suele empezar por un periodo de adaptación a la tranquilidad, y el simple hecho de que puedan estar en un lugar sentadas sin hacer nada y que nadie las increpe, ya es reparador. También es importante en estos primeros momentos que tanto las mujeres como los niños, niñas y adolescentes nos conozcan y empiecen a confiar en el equipo. Es momento de empezar a escuchar sin juzgar, de acompañar en la resolución de los trámites más urgentes y en la estabilización física y psico-emocional.

¿Cómo suele ser el proceso de recuperación de estas mujeres y sus hijas e hijos?

Es un proceso largo y doloroso. En este tiempo una de las cosas que hemos podido constatar es que el daño de una mujer que ha sufrido violencia y es adicta no es la suma de los dos problemas, es más. No podemos decir cuánto, pero sí que al darse estos dos problemas al mismo tiempo uno retroalimenta al otro y cuando se mueve algo de uno, produce un efecto sobre el otro.

¿A cuántas usuarias habéis atendido durante este tiempo, mujeres solas (o con hijos e hijas) y con qué resultados?

Hemos atendido a 43 mujeres, a 12 niños y niñas y a 2 adolescentes. Tenemos una media de estancia de 116 días donde la mínima es de 5 días y la máxima de 450 días. Esta es una media muy similar a la que hay en las casas de acogida donde no hay problemática de drogas.

¿En qué medida sigue estando presente la cultura machista y patriarcal en la sociedad, según vuestra experiencia?

El machismo está en todas partes, sigue estando en el ADN de toda nuestra sociedad. Es como un virus muy resistente que va mutando y cambiando de formas para seguir siendo letal. Fíjate si está presente que hasta a las feministas que nos hemos tratado esta miopía machista y hemos elegido luchar contra el machismo, a veces se nos cuela y nos sorprendemos a nosotras mismas viviendo una relación no igualitaria, una discriminación sexual en el trabajo o incluso siendo machistas nosotras mismas.

El problema es que las sociedades patriarcales tienen estructuras muy resistentes y raíces muy profundas y sus manifestaciones machistas no siempre preocupan a toda la sociedad. Aquí sin ir más lejos, si preocupa algo, son las muertes de mujeres y niños y niñas por violencia machista, pero eso no es más que la máxima expresión del machismo y no podremos acabar con ello hasta que no acabemos sin piedad con cualquier manifestación de desigualdad por mínima que sea.

Acabamos de celebrar el Día Internacional contra la Violencia de Género hacia las Mujeres. Aunque el número de denuncias poco a poco va en aumento, todavía son muchas las mujeres que no se atreven a denunciar a su agresor, ¿qué factor o factores influyen para ti en mayor medida a la hora de no ir a denunciar?

Esta es una pregunta que siempre se hace y es precisamente a lo que yo le doy menos importancia de todo el proceso de recuperación de una mujer. Está muy bien que exista la posibilidad de denunciar a un agresor, pero no es la única manera de salir de una relación de violencia ni mucho menos. De hecho, la mayor parte de veces las mujeres no están preparadas para denunciar cuando deciden poner fin a su sufrimiento.

Además, para que la denuncia tenga sentido, las mujeres tienen que tener pruebas del maltrato recibido, o sea que tienen que haber habido maltrato físico y poder demostrarlo. El maltrato psicológico, económico, sexual, ambiental, etc., queda totalmente invisible en el hogar y todas las mujeres que viven este tipo de violencia pueden denunciar. Sí, pero ¿para qué?, ¿para que se les cuestione la veracidad de su relato una vez más? No siempre es que no se atrevan, puede ser que no puedan, porque no tengan pruebas suficientes o simplemente decidan no hacerlo, que por otro lado es un derecho.

¿Cuántas mujeres del servicio habían puesto denuncia por violencia machista anteriormente y cuántas han obtenido la orden de protección?

En nuestro servicio el 56% de las mujeres había puesto denuncia por violencia machista y solo el 40% de éstas ha obtenido orden de protección. Aunque diga que “solo han obtenido” en realidad es una cifra elevada comparada con otros servicios, teniendo en cuenta que los casos que llegan al Espai suelen ser de violencia muy grave, el 80% de las mujeres atendidas han vivido violencia de todo tipo (sexual, económica, psicológica, ambiental y física).

Si algo he aprendido trabajando con violencia de género es que las mujeres nunca permanecen impasibles ante la violencia que están recibiendo. Un ejemplo de ello es si pensamos en una mujer que está siendo violada y se queda quieta. Esta mujer no está pasiva. ¡Se está defendiendo! En el análisis conjunto de sus vidas, he podido ver que han hecho intentos de pedir ayuda o de salir de la situación ellas solas porque pedir ayuda era percibido por ellas como un riesgo.

¿Habéis realizado alguna actividad especial con motivo de este día?, ¿en qué ha consistido?

Este es el tercer 25 de noviembre que pasamos en el Espai Ariadna y, como los dos anteriores, hicimos un taller especial en el que trabajamos con las mujeres el significado de este día y después elaboraron sus pancartas para ir todas juntas a la manifestación convocada a las 19 horas en Barcelona. No hay mejor manera de que conecten con el significado de este día que encontrarse con todas esas voces unidas en contra de la violencia de género.

¿Qué mensaje te gustaría dar a la sociedad, con motivo de la celebración del 25 de noviembre?

Lo que me gustaría que llegara a la gente es la necesidad de acabar con la violencia de género en todas sus manifestaciones, pero para ello tenemos que acabar con el machismo en todos los ámbitos de nuestra sociedad (político, educativo, laboral, medios de comunicación, etc.) y eso requiere la implicación y el compromiso firme de nuestras y nuestros políticos.

Anticiparse a los casos de violencia es otro de los aspectos que se trabajan desde hace muchos años en el Área de Adicciones, Género y Familia, ¿por qué es importante la prevención?, ¿realizáis alguna acción en este sentido en el servicio?

La prevención es lo más importante en todas las temáticas que trabajamos, no solo en violencia de género, y a veces es lo que se sacrifica antes cuando hay que recortar presupuestos.

En nuestro caso, siempre que se realiza tratamiento de la violencia de género, se trabaja con las mujeres la prevención de futuras relaciones abusivas. Si son madres, trabajamos además con ellas la educación no sexista hacia sus hijas e hijos, y también trabajamos directamente con los niños y las niñas, así como con los adolescentes.

En el otro lado de la balanza se encuentra el maltratador, una figura que parece que muchas veces queda difuminada entre el número de víctimas y denuncias… ¿es así?

Bueno, el maltratador está ahí, sin maltratador no habría víctima. No sé si se logra que quede difuminado, pero sí parece que no hay mucha intención de visibilizarlo. La mayor parte de veces en los medios de comunicación se utiliza un lenguaje que hace que pongamos más atención en la víctima. Por ejemplo, ahora estamos reivindicando continuamente que dejen de decir que “una mujer ha muerto” porque no ha muerto, “ha sido asesinada”. Si digo “ha muerto” utilizo el leguaje para quitarle importancia a que hay un autor de esta muerte, ya que, como ya sabemos, lo que no se nombra en los medios no existe. Además de invisibilizar con el lenguaje, ya que hay un maltratador detrás de esta muerte, también se dicen cosas en relación a la víctima que la sitúa como responsable. Un ejemplo de esto sería cuando explican que no había denuncia. Pocas veces se dice que la mujer había denunciado y que se le había denegado la orden de protección.

Por último, algún partido político se ha comprometido en su programa a publicar la lista de maltratadores condenados para prevenir la violencia de género, ¿qué opinión te merece este tema?

No tengo una opinión muy elaborada sobre este tema y lo que me sale así de repente es que sí, que se hagan públicos, igual que se sabe el nombre de las víctimas. Pero si reflexiono un poco, no creo que éste sea ningún método preventivo sino más bien de estigmatización. Aunque yo no trabajo con maltratadores, sí que hay servicios que trabajan ayudando a hombres que reconocen que tienen un problema, y yo sigo creyendo que las personas pueden cambiar si quieren. El problema es que cuando se tiene el poder es muy difícil querer cambiar.