Nuestra sociedad se rige por el sistema patriarcal, que se sostiene en las desigualdades sociales construidas entre las mujeres y los hombres, situando a los hombres en una posición de dominación y a las mujeres en otra de subordinación. Este desequilibrio de poder se vincula directamente a la atribución de roles y estereotipos de género que se han ido transmitiendo a través de la educación, de generación en generación. De esta manera, se han “naturalizado”, legitimando la posición de dominación de los hombres.

Uno de los mecanismos para la deconstrucción de esta dominación masculina “naturalizada” es la introducción de la perspectiva de género en la sociedad y, por tanto, los centros de atención a las drogodependencias no pueden ser una excepción. Sobre todo, si tenemos en cuenta que los modelos de atención a las drogodependencias se han caracterizado por su mirada androcéntrica.

Por este motivo, la creación de un grupo de hombres desde enero de 2014 en el Centro Terapéutico “Riera Major”, servicio propio de la Fundación Salud y Comunidad especializado en el tratamiento de las adicciones, es una forma más de reafirmación de la apuesta de trabajar desde una perspectiva de género. Son necesarios los espacios comunes donde los hombres y mujeres puedan hablar sobre sus problemáticas más específicas y, a su vez, se aborde desde la reflexión la deconstrucción de los procesos socializadores que muestran una construcción estereotipada sobre la feminidad y masculinidad, y su vinculación con otros ámbitos como las adicciones, la sexualidad, la salud, la violencia…

Centrándonos en la construcción de la masculinidad, que es lo que nos incumbe en el trabajo en un grupo de hombres, se observa el modelo hegemónico tradicional y los privilegios que se derivan de él. También, fijamos nuestra mirada en cómo dichos mandatos de género se convierten en factores de riesgo a la hora de iniciar el consumo y también de abandonarlo (por ejemplo, mayor dificultad para pedir ayuda, valoración de las conductas de riesgo, agresividad…). Otros aspectos que se tratan son: la expresión de las emociones, la influencia del grupo de iguales, las conductas de riesgo, la agresividad, las conductas sexuales, los micromachismos, la paternidad y, evidentemente, los diferentes tipos de violencia.

La perspectiva de género nos permite visualizar cuáles son los mecanismos que influyen en la construcción de la feminidad y la masculinidad, y que tienen una influencia en la creación de las identidades y subjetividades. Se trata de observar directamente la relación entre esta construcción psicosocial y las adicciones.

Este tipo de abordaje representa un beneficio, tanto para las mujeres como para los hombres, ya que supone tener en cuenta las dificultades con las que los hombres también se encuentran en sus vidas, la manera de relacionarse con ellos, etc.

El modelo hegemónico de masculinidad conlleva la negación de todo aquello que se asocie a la feminidad. No olvidemos que lo masculino se constituye en relación a lo femenino, de manera que también es un perjuicio para la mayoría de hombres, puesto que son pocos los que alcanzan semejanza con el ideal de “gran hombre”, generando frustración entre ellos.

La creación de estos espacios de abordaje sobre la construcción de la identidad masculina significan un paso hacia delante en la atención a las drogodependencias, puesto que si bien los modelos de atención son androcéntricos, también es cierto que se han realizado muy pocos estudios sobre la relación que se establece entre la constitución de la identidad masculina y las adicciones.

150 hombres han participado semanalmente en este grupo específico en “Riera Major” en los dos años que lleva desarrollándose. 72 en 2014 y otros 78 más en 2015. Cada uno de ellos asistió a entre 9 y 15 sesiones grupales.

Equipo Profesional de la Comunidad Terapéutica “Riera Major”