Teniendo en cuenta los resultados de años anteriores, decidimos repetir esta actividad que realizamos con carácter anual. Esta vez nos enfrentábamos a cambios que modificaban el enfoque. Sabíamos que íbamos a sentir la ausencia de una persona muy importante del equipo de la Comunidad Terapéutica “Can Coll” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC): Joana, monitora de cocina y profesional imprescindible en estas experiencias artísticas, a la que quisimos dedicar la presente actividad.

Su marcha era inminente debido a su jubilación. Ella ha sido instigadora y parte activa de estos proyectos desde su inicio, si bien debíamos adaptar la experiencia a un miembro menos. Pero ella, antes de irse, quiso obsequiarnos con lo que, de momento, ha sido su última aportación: nos recordó los conceptos de compromiso y gratitud como ejes centrales de nuestro proyecto. Como siempre, esa es la semilla de la labor que venimos realizando en las terapias artísticas que desarrollamos en este servicio.

Desde el equipo profesional, entendemos el compromiso como uno de los valores que durante 16 años ha transmitido Joana a todos los usuarios/as que han pasado por esta comunidad, así que ofrecimos al grupo actual la posibilidad de crear, a través de esta actividad, una obra nacida del compromiso y también de la gratitud, que representara ambos conceptos con los que poder crecer a nivel grupal.

A partir de estas premisas, cada usuario/a trabajó todo un abanico de habilidades sociales y reflexiones personales que grupalmente dieron lugar a nuestra creación conjunta, un hermoso árbol de luz. Con todos los conflictos, dificultades, y también incorporando la sorpresa y el orgullo que habían surgido durante la creación del “árbol”, iniciamos el trabajo individual, donde cada miembro del grupo exploró en sus propias creaciones sus necesidades de cambios y sus propias transformaciones personales.

La actividad de este año, posiblemente debido a experiencias muy enriquecedoras del equipo profesional de otros años y al trabajo previo con la creación del árbol, derivó en la labor de un grupo muy implicado en realizar esta labor artística, llegando a sorprender en esta ocasión incluso al propio equipo profesional que guiaba al grupo.

Cabe destacar también que, al inicio, el trabajo grupal propuesto, debido a su abstracción, creó algunas resistencias que, a lo largo de los días, no solo disminuyeron, sino que permitieron hacer un trabajo en ese sentido, logrando la implicación de los usuarios/as participantes en la revisión constante y diaria de este trabajo artístico, con sus consiguientes implicaciones terapéuticas.

Desde la comparativa de la obra con los respectivos momentos del proceso vivencial en el que se encontraban los usuarios/as, observamos aspectos como la capacidad de transformación constante, la flexibilidad…  Al tiempo, la obra ocupaba el eje central de la casa en un lugar diferencial. Ello les permitía poder observarla e integrarla en la vida diaria de la comunidad, en este trabajo interior que estaban realizando.

Debido al buen desarrollo del trabajo realizado, el equipo decidió trasladar al grupo la decisión final a la que se debía de llegar con esta creación. Seguidamente, el grupo consensuó desmontar la obra y quemar el material que había representado el reflejo de este trabajo realizado durante un mes, con la creencia de que, rememorando antiguos ritos ancestrales de purificación, podían dar la experiencia por finalizada.

Después de despedir juntos de forma simbólica la experiencia, el grupo tuvo la iniciativa de recoger las cenizas. Con ellas, creó un material con el que enmarcó una fotografía de todos los participantes que se colgó en la casa en la que había tenido lugar esta vivencia.

Para el equipo profesional del servicio, siempre supone toda una experiencia realizar esta actividad, pero en esta ocasión, seguramente debido a cómo surgió la semilla, a su relevancia, a las experiencias pasadas o bien a la singularidad de las personas participantes que han integrado el grupo actual de la actividad, ha sido doblemente gratificante. Algo que queremos compartir y que ha sido la motivación para escribir este artículo.

Con el mismo, además, queremos expresar nuestra gratitud a la Fundación Salud y Comunidad por facilitar esta experiencia y por su confianza en la labor que venimos realizando en este servicio. A los miembros del grupo por ofrecer un aprendizaje inestimable y especialmente, agradecer a la persona que plantó la semilla y que tantos frutos ha repartido a lo largo de su experiencia…

Gracias Joana.