“Si hay algo realmente universal entre los seres humanos del planeta, ya sean de distinta raza, sexo, país, condición o religión, es el amor. Un poderoso sentimiento que nos invade por completo con una fuerza incontrolable y que, por fortuna, tampoco entiende de edades, puesto que el ser humano es capaz de amarse hasta el último instante de su vida…”. Así comienza el reportaje dedicado a dos parejas de enamorados, usuarios/as de la Residencia y Centro de Día de Elda “El Catí”, gestionada por FSC y de titularidad de la Conselleria de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana.

Amores incondicionales que no conocen edadLa revista “Vivir en Elda”, en su último número de febrero, y con motivo de la celebración de San Valentín, ha querido hacerse eco de las historias de amor de Felicidad Rubio y Mariano Arberola, y de Elena Domenech y Francisco Rodríguez, historias que nos han conmovido y que queremos compartir también con vosotros. Unos amores, como se describe en el reportaje, que fluyen mucho más allá de la mera demostración física y que, a su vez, suponen un firme compromiso para cuidar el uno del otro y apoyarse en todo lo necesario hasta el final de la vida, superando las vicisitudes de la propia edad.

En el mes de julio de 2006, Felicidad ingresó en “El Catí”, y poco después entabló una bonita amistad con Mariano, hablaban sobre religión porque ambos pertenecen a la Iglesia Evangélica y pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común. La primera vez que salieron juntos acudieron a la iglesia y, poco a poco, la relación les llevó a tener más sentimientos el uno hacia el otro. A lo largo de los meses como novios, en los que daban largos paseos juntos, muchos compañeros/as les animaban a casarse y el 30 de enero de 2007, decidieron dar este importante paso y contrajeron matrimonio. Felicidad y Mariano aseguran que la boda fue preciosa y que contó con la presencia de todos sus familiares y amigos/as.

Así nos contaba Encarna Guerrero, directora de la Residencia y Centro de Día de Elda “El Catí”, cómo surgió el amor en esta pareja hasta llegar a dar este paso: “Primero fueron las actividades compartidas, los talleres, los encuentros en las zonas comunes… Le siguieron las salidas al exterior, los paseos juntos… y como resultado el amor que nació entre ellos e impregnó de felicidad a esta pareja que quiso manifestar ante el mundo su compromiso”.

Desde entonces no se han separado ni un solo día. Su relación nos muestra que el amor no conoce obstáculos ni barreras, ni entiende de edades, como decíamos anteriormente. Ella tiene 90 años y él 78.

Este reportaje nos acerca a la realidad de las personas mayores en el amor, y nos recuerda que los mayores disfrutan igual o más que las personas más jóvenes dando y recibiendo cariño, por lo que a nadie debería sorprender que las relaciones amorosas sean algo frecuente, pues esta capacidad para dar y recibir amor es siempre un aliciente para la vida. Los besos, abrazos y caricias, así como el saberse querido ofrecen una nueva dimensión a las personas en esa etapa, y se transforman en parte fundamental de la vida de los mayores que no solo dan y reciben ese cariño de las personas de su entorno, sino que son capaces de contagiar sentimientos como la admiración, en el caso de las parejas con largas décadas de convivencia, o la ternura en el caso de unos novios ancianos que se cogen de la mano por primera vez, se describe en este reportaje publicado en “Vivir en Elda”.

El caso de Elena Domenech y Francisco Rodríguez, usuarios/as también de “El Catí”, nos ha enternecido de la misma manera. Elena y Francisco coincidieron hace unos meses junto a la pecera del centro y surgió el amor. Francisco, de 61 años, se enamoró de la inteligencia, cultura y buena educación de Elena. Según hemos podido saber, ella le ha ayudado a afrontar diferentes problemas que ha tenido él y le ha devuelto la ilusión por levantarse cada mañana. Elena, de 74 años, se quedó impresionada con la forma de ser de Francisco, asegura que no puede estar sin él, y que se despierta cada día con la ilusión de encontrarlo y poder acariciarlo. Elena le da cariño constante y él necesitaba sentirse querido y corresponder a ese amor. Elena y Francisco afrontan el futuro con ilusión y con ganas de pasar el día juntos, cogidos de la mano.

“Cuando surge el amor en una pareja mayor, irrumpe con un ímpetu desconcertante, como fue también el caso de Elena y Francisco. Se reproducen todos los comportamientos de este sentimiento, cuando se vive en otras etapas de la vida (euforia, desinhibición, nervios, angustia, inapetencia, ganas de estar junto al otro…), una cosa lleva a la otra, y de ahí el deseo de formalizar esta relación, ya sea en un noviazgo, como en el caso de Elena y Francisco, o de un matrimonio, en el caso de Felicidad y Mariano. El amor surge entre personas válidas y con plena capacidad cognitiva, como sucede cuando se da a edades más tempranas”, explica la directora de la Residencia y Centro de Día de Elda “El Catí”.

Existen estudios que demuestran que los mayores que disfrutan de una vida sentimental plena tienen mejor salud física y mental, además de una mejor calidad de vida, independientemente de sus patologías asociadas.

Cada vez más, las personas mayores encuentran menos dificultades para vivir sus relaciones, cuando el amor llega a esta edad, lo que se ha denominado comúnmente “amores otoñales”. El cambio de cultura que está operando en nuestra sociedad ha alcanzado también a muchas residencias de mayores, como es el caso de los centros gestionados por la Fundación Salud y Comunidad, donde se facilita el desarrollo de estas nuevas relaciones, permitiendo una habitación común a las parejas que deciden dar el paso de “vivir juntos”. El amor surgido y vivido entre nuestros usuarios/as nos lleva a facilitar su convivencia para que se sientan “como en casa”, creando un entorno de confianza, donde estas relaciones puedan ser vividas con normalidad.

Sin embargo, al hablar de amor en la tercera edad surgen una serie de mitos y prejuicios que solo revelan el desconocimiento del tema a nivel social, ya que por lo general se asocia el amor con la juventud, y se “castiga” cuando se da en etapas más avanzadas. Sin embargo, las personas mayores son tan capaces como las de edades más jóvenes de sentir y dar amor. Quizá lo puedan expresar de una manera distinta, pero no por ello menos intensa.

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